Golfer¨ªas
El asunto del Golfo apesta ya tanto a demagogia que da n¨¢useas. Por ejemplo: de repente pasan por televisi¨®n un reportaje oportun¨ªsimo contando que al fin han podido comprobar que los iraqu¨ªes usaron armas qu¨ªmicas contra los kurdos. Qu¨¦ curioso: resulta que mientras Sadam estaba poniendo kurdos a remojo en gas mostaza nadie parec¨ªa preocuparse de ello, y Sadam era considerado el m¨¢s dulce amigo de Occidente; pero ahora, ale hop, descubren que hac¨ªa gorrinaditas qu¨ªmicas y que es un canalla. Esta desfachatez propagand¨ªstica se encuentra tambi¨¦n al otro lado: la ciudad est¨¢ empapelada de carteles que piden solidaridad con Irak y hablan de libertad, democracia y justicia, cuando Irak es uno de los pa¨ªses m¨¢s salvajemente represivos que he conocido y cuando el se?or Sadam est¨¢ masacrando a los ciudadanos kuwait¨ªes. En lo del Golfo abunda la manipulaci¨®n y la golfer¨ªa.Con todo, lo que m¨¢s me preocupa es que, en un asunto de semejante magnitud, nos limitemos a repetir los t¨®picos. Algunos sostienen la fin¨ªsima teor¨ªa de que Espa?a no tiene nada que ver con la crisis del Golfo. Yo siempre he pensado que este conflicto es nuestro y muy nuestro, y que lo importante es, adem¨¢s, reconocerlo. Porque en el fondo lo que se dirime es el abismo creciente entre el Norte y el Sur, entre los pa¨ªses pobres y los ricos. Nosotros somos el primer mundo y disfrutamos de ello: de nuestros coches, nuestras vacaciones; de casas decentes y servicio m¨¦dico adecuado. Y, confortablemente sentados en la cumbre de nuestras posesiones, pedimos que retiren los barcos de all¨ª. ?Que no es nuestra la crisis del Golfo? No me hagan re¨ªr. Si no la hacemos nuestra, no servir¨¢ de nada; es desde dentro como se puede apoyar, por ejemplo, la conferencia ¨¢rabe, e intentar una reordenaci¨®n mejor del mundo. Porque no s¨®lo hay que evitar esta guerra, sino tambi¨¦n las pr¨®ximas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.