Genial tragedia china
Se ha insistido en una catalogan nuestro juicio err¨®nea de esta formidable pel¨ªcula china, lo que puede crear equ¨ªvocos en el espectador que acuda a verla. Se dice de ella, con toda la gloria que esta palabra arrastra en la historia del cine, que es un melodrama. Incluso se ha dicho que tiene mucho que ver con el estilo de Douglas Sirk, ¨¦ste s¨ª acusadamente melodram¨¢tico, aunque a veces se desv¨ªe hacia otros modelos m¨¢s complejos.No nos parece afortunada la apreciaci¨®n, salvo en una coincidencia -el empleo emocional del color- que abarca por igual a otros cineastas -por ejemplo, Mizoguchi, Antonioni, Angelopoulos, Lizzani, Ophuls y otros muchos- y no s¨®lo a Sirk y Yimou.
Dice Zhang Yimou, director del filme: "Esta historia es una tragedia entre seres humanos, tema a la vez antiguo y nuevo. Antiguo porque es tradicional y universal, nuevo porque ofrece una descripci¨®n diferente de la tragedia. La confrontaci¨®n de los hombres con su destino se manifiesta a trav¨¦s del cambio de su destino en tragedia". Nada que a?adir, salvo llamar la atenci¨®n sobre la plena consciencia de Zhang Yimou acerca de la naturaleza de lo que en Jo Dou representa: una tragedia qu¨ªmicamente pura, trazada con tiral¨ªneas, es decir, algo que no tiene ni la m¨¢s remota relaci¨®n con un melodrama.
Semilla de crisantemo (Ju Dou)
Direcci¨®n: Zhang Yimou. Gui¨®n: Lui Heng. Fotograf¨ªa: Gu Chang-Wei y Yang Lu. M¨²sica: Zhao Jin-Pin. China, 1990. Int¨¦rpretes: Gong Li, Li Bao-Tian, Li Wei, Zhang Yi, Zhen Ji-An.Estreno en Madrid: cine Renoir.
Tragedia y melodrama son modelos estil¨ªsicos que suelen abordar argumentos similares, pues cuentan por lo general historias sobre las quiebras de la convivencia entre los hombres en los grupos donde nacen y crecen, sobre todo el familiar y el social. Pero la manera tr¨¢gica y la manera melodram¨¢tica de construir estas historias no son s¨®lo distintas, sino opuestas.
La materia del melodrama es el sentimiento, la sentimentalidad misma, el dolor como padecimiento ¨ªntimo contagioso para el espectador: se acude, en palabras llanas, al melodrama en busca del buen llorar, de drama en sentido rom¨¢ntico.
Fatalidad
La materia de la tragedia es, por el contrario, la idea de fatalidad en cuanto due?a del sentido de la vida y de la historia, que quedan, as¨ª contempladas, desprovistas de sentimentalidad. No se acude a una tragedia en busca de l¨¢grimas, sino de una respuesta emocional de mayor jerarqu¨ªa est¨¦tica que el simple sufrimiento contagioso: se acude en busca de la percepci¨®n de la idea de necesidad que reside en las situaciones mayores de la existencia; se acude en busca del radiante descubrimiento de la libertad en su m¨¢xima, m¨¢s desolada e incluso m¨¢s sangrienta negaci¨®n.No hay en los par¨¢metros estil¨ªsticos de Ju Dou melodrama o drama en sentido rom¨¢ntico, sino poes¨ªa ritual en sentido cl¨¢sico, pura tragedia, tal como nos advierte su realizador.
Concebida en una sola secuencia de alrededor de dos d¨¦cadas de duraci¨®n cronol¨®gica, no hay residuo sentimental alguno en ella. Hay, por el contrario, insistencia en esquinas ritualizadas, del relato, sobre un tempo desconcertante y ajeno a la morosidad que requiere inexcusablemente el melodrama. La situaci¨®n es ¨²nica y alargada sin sinuosidad alguna, de manera rectil¨ªnea, hasta el l¨ªmite de la exasperaci¨®n formal. Hay en Ju Dou seca crueldad, no dolor h¨²medo, l¨¢grima. Y hay en ella, en las proximidades del terror, torrentes de ternura e inteligencia po¨¦tica, del temblor primordial que produce la representaci¨®n del infortunio y lo que hay en ¨¦l de inevitable pugna entre libertad y necesidad.
Estamos por ello ante un obra, bajo su aparente sencillez, de grandes vuelos, una de las m¨¢s duras y ambiciosas pel¨ªculas que se ha visto ¨²ltimamente en las pantallas del mundo. Yimou, que ya nos deslumbr¨® hace unos a?os con su Sorgo rojo, va aqu¨ª mucho m¨¢s lejos que en su primera pel¨ªcula. Dif¨ªcil conseguir m¨¢s con menos: cuatro vidas encerradas entre cuatro paredes de la China de los a?os treinta representan el m¨¢s viejo, cruel y reconfortante ritual po¨¦tico, el que emprendieron los griegos hace 30 siglos y que sigue todav¨ªa vivo, intacto, incombustible.
Babelia
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