201 d¨ªas sin pasi¨®n
La labor de Wayne Brabenber, seriamente cuestionada en el club madridista
Las anteriores juntas directivas del Madrid s¨®lo hablaban de baloncesto para hablar mal. La situaci¨®n ha cambiado, s¨®lo que ahora es dificil hablar bien del baloncesto aunque se hable con frecuencia. A continuaci¨®n se exponen algunas de las circunstancias internas que pueden motivar el fin de la etapa Brabender.Los extranjeros. Wayne Brabender llev¨® muy personalmente las decisiones sobre la pareja de americanos. Siguiendo la opini¨®n del ex directivo Pedro Ferr¨¢ndiz, descart¨® radicalmente la renovaci¨®n de Picul¨ªn Ortiz (16,4 puntos y 9 rebotes por partido y m¨¢ximo anotador del Barcelona, valorado entonces en 450.000 d¨®lares). Pero Brabender tambi¨¦n dijo no a Kevin MaGee (31 a?os, gran experiencia europea y ninguna lesi¨®n) porque se lo ofrecieron para dos a?os y ¨¦l s¨®lo lo quer¨ªa por uno (MaGee promedia 26 puntos y 12,5 rebotes en el CAI Zaragoza, es el segundo m¨¢ximo reboteador de la Liga y quinto m¨¢ximo anotador. Fue ofrecido en 400.000 d¨®lares). En cambio, Brabender se inclin¨® por una pareja joven e inexperta, la formada por Herrera (13,9 puntos y 8 rebotes de promedio) y Roberts (10,8 puntos, y 7,3 rebotes). Herrera fue ofrecido al OAR de Ferrol meses antes de fichar por el Madrid, pas¨® tres d¨ªas a prueba, y fue rechazado. La oferta hablaba de 300.000 d¨®lares, pero fich¨® por el Madrid, sin prueba previa, por 600.000. Roberts fue ofrecido, casualmente, al Elos¨²a de Le¨®n por 350.000 d¨®lares. Un mes m¨¢s tarde, fichaba por el Real Madrid por 850.000. La citada pareja es la m¨¢s cara de la Liga espa?ola, pero una de las menos rentables estad¨ªsticamente. Carl Herrera ven¨ªa precedido del gran inter¨¦s que por ¨¦l ten¨ªa el Houston Rockets, de la NBA, hasta el punto de que envi¨® a Madrid a un directivo suyo, John Kililea. Kililea dijo despu¨¦s de verle jugar: "He ido a observar a Herrera, pero no fui capaz de distinguirle en la cancha".
El circuito del pabell¨®n. La primera decisi¨®n conocida de Wayne Brabender fue la de prescindir del preparador f¨ªsico, Paco L¨®pez. Paco L¨®pez llevaba 12 a?os en el club. El Real Madrid se hab¨ªa caracterizado siempre por tener una buena preparaci¨®n f¨ªsica, cap¨ªtulo sobre el que nunca recay¨® cr¨ªtica alguna. Brabender explic¨® que no cuestionaba el trabajo de L¨®pez pero que, dado que dispon¨ªa del t¨ªtulo correspondiente, prefer¨ªa llevar ese tema personalmente. Paco L¨®pez se sinti¨® personalmente molesto al enterarse de tal decisi¨®n por la Prensa. Los m¨¦todos de Brabender (inspirados en los de Eduardo Pedraza, preparador f¨ªsico hasta 1978) sorprendieron inicialmente a los jugadores: lejos de procurar un entrenamiento al aire libre, Brabender encerr¨® a sus hombres en el pabell¨®n. ?stos se limitaban a dar vueltas sobre el parqu¨¦ del vestusto recinto. Algunos jugadores comenzaron a obsesionarse con posibles repercusiones de una preparaci¨®n tan singular por el hecho de que calculaban (mientras giraban y giraban alrededor del campo) que, al dar vueltas sobre un rect¨¢ngulo, corr¨ªan en curva cuatro veces por vuelta. Los jugadores comentaron frecuentemente que tales sesiones eran "excesivamente aburridas" e incluso "deprimentes". Transcurrido el tiempo, la preparaci¨®n f¨ªsica ha ido desapareciendo. "Estamos hechos una piltrafa", anunci¨® un jugador a un directivo durante el funeral a Fernando Mart¨ªn. A diferencia de otros a?os, los bajones fisicos en los segundos tiempos son ostensibles. El mejor preparado, junto a Llorente, es Chechu Blriukov. ?Razones?: es el ¨²nico que sigue entrenando con Paco L¨®pez.
Los fundamentos. Las primeras sesiones t¨¦cnicas de Brabender tambi¨¦n sorprendieron a la plantilla. "Practic¨¢bamos varias horas, pero s¨®lo jug¨¢bamos un c¨ªnco contra cinco durante no m¨¢s de 20 minutos", explic¨® un jugador dos meses despu¨¦s de haberse iniciado la temporada. Brabender introdujo entrenamientos propios de los equipos en formaci¨®n (los ¨²nicos que hab¨ªa entrenado hasta la fecha). Uno de ellos caus¨® sensaci¨®n: tocar la pelota con las manos durante unos minutos, tocarla y tocarla, nada m¨¢s que eso. En otra sesi¨®n, los jugadores se alineaban en dos filas, una frente a la otra, y se pasaban el bal¨®n unos a otros como en los equipos cadetes. "Hay que mejorar nuestras cualidades en el pase", explic¨® Brabender. Los entrenamientos eran interrumpidos constantemente para corregir defectos. Por ejemplo, en una ocasi¨®n, el base Llorente, 31 a?os, recibi¨® algunos consejos de c¨®mo estirar los dedos al sacar de banda, cuando lo ha hecho miles de veces en competici¨®n sin problemas. Los sistemas y el juego de equipo entr¨® a colaci¨®n m¨¢s tarde, demasiado tarde seg¨²n algunos jugadores.
La direcci¨®n de juego. Brabender, obsesionado con los v¨ªdeos (los jugadores los visionan incluso en el autob¨²s), introdujo nuevas f¨®rmulas en la direcci¨®n de partidos. Una de ellas ten¨ªa car¨¢cter disciplinario: aquel jugador que no hubiese entrenadodurante la semana quedaba relegado a un segundo plano, o no jugaba. Sus decisiones en muchos partidos provocaron frecuentes cr¨ªticas en la Prensa (cambiaba a destiempo, cambiaba mal o cortaba el ritmo de jugadores que estaban jugando bien). Habl¨® tambi¨¦n de dar m¨¢s tiempo a los j¨²niores (Santos, Aisa y Gonz¨¢lez). Los tres j¨²niores del Madrid suman juntos menos minutos juntos que uno de los del Barcelona (Galilea). Otro j¨²nior azulgrana, Esteller, ha jugado casi los mismos minutos que Gonz¨¢lez y Santos juntos.
Disciplina y trabajo. Son las dos palabras que m¨¢s emplea Brabender en su vocabulario. La disciplina fue su primera obsesi¨®n y para ello ech¨® mano del reglamento de r¨¦gimen interno para hacer coincidir algunas sanciones econ¨®micas con sus primeros d¨ªas como entrenador. A alg¨²n jugador le recomend¨® evitar las "malas compa?¨ªas" porque ten¨ªa cierta amistad con periodistas. Para hacer m¨¢s eficaz la disciplina planific¨® cerrar el equipo a otras personas: despidi¨® a Paco L¨®pez, el preparador f¨ªsico, e intent¨®, sin conseguirlo, despedir al m¨¦dico (Alfonso del Corral). Nadie salvo ¨¦l deb¨ªa entrar en contacto con los jugadores. Y nadie, salvo ¨¦l, deb¨ªa informar al presidente.
Motivaci¨®n. "El equipo est¨¢ triste, no tiene ambici¨®n, no conf¨ªa en el entrenador". As¨ª se han expresado en junta varios directivos. Es el problema m¨¢s grave, el que no tiene soluci¨®n. Brabender no ilusiona, ni tiene carisma para ello. Para remate, Herrera ha ca¨ªdo mal en la plantilla. Conocido como El maduro prematuro, entr¨® en el equipo como el l¨ªder de Brabender. Los jugadores se quejan de que ni es el hombre que necesitan y que desaprovecha sistemas ideados para ¨¦l. Herrera ha llegado a contestar tales acusaciones con mal estilo: "El bal¨®n pertenece a dos jugadores en este equipo". La crisis interna est¨¢ servida.
La novena ficha. La llegada de Brabender fue promocionada junto a la de presuntas contrataciones de jugadores nacionales, caso de los bases Montero y Ant¨²nez, el alero Herreros, los pivots Ferr¨¢n Mart¨ªnez y Orenga. Todas las gestiones fracasaron, principalmente porque fueron llevadas a cabo por Ferr¨¢ndiz quien empez¨® algunas negociaciones hablando mal de los jugadores madridistas. Brabender, sin embargo, desestim¨® el refuerzo nacional m¨¢s barato a su alcance: Corbal¨¢n, que se ofreci¨® al Madrid antes de fichar por el F¨®rum Filat¨¦lico. El Real Madrid, as¨ª, no ha podido cubrir la novena ficha s¨¦nior.
La nueva directiva. "Hay que apoyar m¨¢s al baloncesto, hay que ir a los partidos". Con semejante sugerencia intent¨® Ram¨®n Mendoza inaugurar una nueva etapa con una renovada junta directiva. La asistencia de directivos a los partidos ha aumentado pero el punto de inflexi¨®n se produce cuando Mendoza crea un comit¨¦ directivo formado por cuatro miembros (Fernando Ballv¨¦, Antonio Vicens, Antonio Revilla y Mariano Jaquotot) para gestionar el baloncesto. Se habla, por fin, de autonom¨ªa. Se habla tambi¨¦n de decisiones globales. Al nuevo comit¨¦ le tocar¨¢ solucionar el "caso Brabender".
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