Un dictador contra las cuerdas
Todo se volvi¨® contra Noriega: los carteles colombianos, el Senado norteamericano, la pol¨ªtica paname?a
Se aproximaban las elecciones presidenciales de 1984 y Manuel Antonio Noriega empez¨® a considerar que su prominente figura pol¨ªtica hab¨ªa entrado en conflicto con unas amistades peor que sospechosas. Eran demasiadas las fotograf¨ªas con su piloto Floyd Carlton, demasiados los testigos del gusto de C¨¦sar Rodr¨ªguez por los collares de oro y la coca¨ªna. El guerrillero visionario Hugo Spadafora amenazaba con revelar las conexiones de Noriega con la droga.?ste hizo que Rodr¨ªguez se mudara a un barrio alejado del suyo y le dijo a Carlton que no quer¨ªa ni oir hablar de nuevos env¨ªos de coca¨ªna. De hecho, a partir de 1984, las rutas de Carlton para los colombianos se desviaron de Panam¨¢ y tomaron Costa Rica como punto de escala. Pero fue la agresividad del c¨¢rtel de Medell¨ªn lo que puso a Noriega contra las cuerdas.
Un laboratorio en el Dari¨¦n
En 1984, cuando fuerzas colombianas allanaron en gran laboratorio de coca¨ªna conocido como Tranquilandia y el c¨¢rtel respondi¨® con el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, los capos de la droga se refugiaron en Panam¨¢. Floyd. Carlton se reuni¨® con todos ellos -los Ochoa, Escobar, Rodr¨ªguez Gacha y Rodr¨ªguez Orejuela- el 6 de mayo, el mismo d¨ªa de la elecci¨®n fraudulenta de Nicky Barletta. El piloto fue intruido por Ricardo Bilonnick para que les contactara: "Tu padre te busca", le dijo.
De aquellas entrevistas, dice Carlton que sac¨® dos ideas claras: quedos narcos hab¨ªan pagado cinco millones de d¨®lares por su seguridad en Panam¨¢, dos de los cuales ser¨ªan para Noriega, y que los colombianos pensaban instalar nuevos laboratorios en Panam¨¢ y Nicaragua. Por ello, el 19 de mayo, los ¨ªntimos de Noriega se estremecieron al saber que las Fuerzas de Defensa Paname?as hab¨ªan asaltado un laboratorio de coca¨ªna construido en la selva del Dari¨¦n, junto a la frontera de Colombia.
Steve Kalish sufri¨® especialmente la noticia, porque, un mes despu¨¦s, el c¨¢rtel le eligi¨® como intermediario para hacer llegar a Noriega el siguiente mensaje: o se reparaban los da?os del Dari¨¦n o los pagar¨ªa con su vida. Noriega recibi¨® el recado en Tel Aviv, durante un viaje oficial, y orden¨® el regreso inmediato a Panam¨¢ de un coronel que le acompa?aba, Juli¨¢n Melo Barb¨²a, quien hab¨ªa recibido personalmente los cinco millones pagados por el c¨¢rtel. Melo fue deshonrado y expulsado del Ej¨¦rcito, pero no juzgado.
Jos¨¦ Bland¨®n ha declarado que el arreglo final entre el c¨¢rtel de Medell¨ªn y Noriega fue cerrado con la mediaci¨®n de Fidel Castro, en La Habana, donde Noriega hizo una escala secreta de regreso de Israel. Y este dato fue incorporado al auto de procesamiento de Miami contra Noriega, a pesar de que el testimonio de Bland¨®n presenta una contradicci¨®n importante: declar¨® que un punto del arreglo fue la liberaci¨®n de los 23 colombianos detenidos en Dari¨¦n, cuando lo cierto es que ¨¦stos hab¨ªan sido puestos en libertad un mes antes de la visita de Noriega a Cuba.
En cualquier caso, 1984 fue un mal a?o para Tony Noriega. Un avi¨®n de Innair, la l¨ªnea a¨¦rea de su amigo Ricardo Bilonnick, fue aprehendido el 15 de junio en Miami con cerca de 1.000 kilos de coca¨ªna. El 26 de julio, Steve Kalish fue detenido en Tampa. El 15 de noviembre, Ochoa y Rodr¨ªguez Orejuela fueron detenidos en Madrid, y Noriega, cediendo a las presiones de EE UU, hubo de cerrar el First Interamericas Bank, propiedad de los dos narcotraficantes.
En ese marco sombr¨ªo, la aprobaci¨®n por el Congreso de EE UU de la enmienda Boland, que prohib¨ªa la ayuda a la Contra y potenciaba indirectamente la importancia de Noriega en la zona, fue una nota optimista.
El apoyo prestado por Noriega a la Contra nicarag¨¹ense es dif¨ªcil de valorar, porque hay muchos indicios y pocas pruebas. El 17 de enero de 1985, Robert McFarlane y Oliver North se entrevistaron con Noriega en Panam¨¢, iniciando unos contactos que ser¨ªan regulares entre el l¨ªder paname?o y el coronel m¨¢s implicado en el Ir¨¢n-Contra. Bland¨®n afirma que Noriega y North volvieron a verse en junio, a bordo de un yate, y dice que, en esa entrevista, se acord¨® la apertura de un campo de entrenamiento en Boca de Toro para los contras. En agosto de 1986, Noriega envi¨® a North una propuesta de asesinato de la direcci¨®n sandinista.
Fue un gesto desesperado, porque la situaci¨®n del hombre fuerte de Panam¨¢ se hab¨ªa vuelto bien dif¨ªcil en esas fechas. El asesinato de Hugo Spadafora, en septiembre de 1985, y los sucesos posteriores que desembocaron en la destituci¨®n de Barletta complicaron las relaciones de Noriega con sus patronos en la Casa Blanca. En el Senado, Jesse Helms, siempre empe?ado en que EE UU conserve el canal, y John Kerry, preocupado en denunciar la conexi¨®n Contra-drogas, se unieron para centrar sus investigaciones en Noriega. En el Consejo de Seguridad Nacional, las operaciones encubiertas de North suscitaban controversia.
Revisi¨®n pol¨ªtica
En ese contexto, el New York Times abri¨® su edici¨®n del 12 de junio de 1986 con una cruda denuncia de las implicaciones de Noriega en el tr¨¢fico de armas y de drogas, que oblig¨® al Departamento de Estado a revisar su pol¨ªtica paname?a. Hubo dos reuniones sobre el tema, pero ning¨²n resultado, seg¨²n Francis McNeil, entonces embajador norteamericano en Costa Rica.
?Se argument¨® en esas reuniones que el problema de Noriega tendr¨ªa que quedar bloqueado hasta que se resolviera el tema de la Contra?", pregunt¨® Kerry a McNeil ante el Senado. "Ese argumento se expuso", respondi¨® el embajador.
Tambi¨¦n la azarosa vida de Floyd Carlton conoc¨ªa complicaciones sim¨¦tricas a las de Noriega. Perseguido por el c¨¢rtel, que le acusaba de haberse quedado con casi 400 kilos de coca¨ªna, perseguido por la DEA, que aprendi¨® una de sus avionetas en Texas, Carlton tem¨ªa, sobre todo, al jefe de las Fuerzas de Defensa Paname?as. Especialmente, desde que su ex socio C¨¦sar Rodr¨ªguez fuera asesinado en Medell¨ªn, en marzo de 1986, cuando preparaba un env¨ªo por barco de coca¨ªna que, seg¨²n el auto de procesamiento de Miami, contaba con la protecci¨®n de Noriega. Carlton no duda de que ¨¦ste fue el instigador del asesinato de C¨¦sar.
En enero de 1986, Carlton contact¨® con dos hombres de la DEA en Panam¨¢ para negociar una salida a su problema, pero los agentes le dieron la espalda en cuanto empez¨® a hablar de Noriega. En julio de ese a?o, fue detenido en San Juan de Costa Rica. Richard Gregory, el fiscal que investig¨® el caso en Miami, recuerda que entonces entendi¨® que ninguna instancia pol¨ªtica podr¨ªa parar por mucho tiempo el procesamiento de Noriega. Pero hubo que esperar. En septiembre de 1986, Steve Kalish manifest¨® inequ¨ªvocamente un deseo similar al de Carlton de colaborar con la Justicia. En mayo de 1987, falleci¨® William Casey, director de la CIA durante la etapa del Ir¨¢n-Contra. Hasta finales de junio de ese a?o, los fiscales no empezaron a tomar declaraci¨®n formal a los dos principales testigos contra Noriega.
Los intereses de Defensa
Los autos de procesamiento de Manuel Antonio Noriega en Miami y Tampa, pronunciados simult¨¢neamente el 5 de febrero de 1988, marcaron el fin de una etapa en la pol¨ªtica de Washington hacia Centroam¨¦rica.
Paul Gorman, jefe del Comando Sur, las fuerzas estadounidenses destacadas en Panam¨¢ entre 1983 y 1985, la ha caracterizado del siguiente modo: "El problema fue primero El Salvador. Luego, la atenci¨®n comenz¨® a desplazarse hacia Nicaragua y la Contra. Pero nunca consegu¨ª que los Jefes de Estado Mayor o el Departamento de Defensa se interesaran por lo que me parec¨ªa un problema mucho mas agudo y duradero, el fen¨®meno emergente del poder masivo de los c¨¢rteles internacionales de la droga". El general a?ad¨ªa: "Lo que no ten¨ªa una coloraci¨®n sovi¨¦tica, no interesaba en el Departamento de Defensa".
William Hoeveler, el juez que dirige el proceso de Miami, sufre todav¨ªa hoy las secuelas de esos planteamientos, mientras Frank Rubino, defensor de Noriega, se dispone a sacar buen partido de las antiguas relaciones de su cliente con la DEA y con la CIA.
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