Acci¨®n de masas
EL DOMINGO pasado, al t¨¦rmino de su conferencia celebrada en Soweto, el Congreso Nacional Africano (ANC) fij¨® como l¨ªmite la fecha del 30 de abril de 1991 para que el Gobierno de Sur¨¢frica cumpla con cuatro condiciones: liberar a todos los presos pol¨ªticos, aceptar el regreso de todos los exiliados, suspender todos los juicios pol¨ªticos y derogar las leyes que a¨²n sustentan el r¨¦gimen del apartheid. Para apoyar la campa?a, se ha decidido que empezar¨ªa un a?o de "acci¨®n de masas para la transferencia del poder al pueblo".Sin embargo, y pese a su ultim¨¢tum, el ANC apost¨® claramente por una salida negociada del apartheid. Tanto Nelson Mandela como Oliver Tambo, presidente del ANC llegado a Sur¨¢frica para asistir a la reuni¨®n tras 30 a?os de exilio, hicieron claros llamamientos contra "la cultura de violencia" que hab¨ªan heredado del apartheid.
Casi de forma simult¨¢nea, en Roma, la cumbre comunitaria decid¨ªa empezar a levantar las sanciones que la CE hab¨ªa impuesto al Gobierno de Pretoria en 1986. Demasiado pronto, arguy¨® inmediatamente el ANC, pese a que algunos de los nuevos l¨ªderes m¨¢s j¨®venes apuestan porque el futuro surafricano quede anclado en la colaboraci¨®n con Europa.
A medida que la minor¨ªa blanca de Sur¨¢frica ha ido perdiendo la lucha por conservar el poder pol¨ªtico y el dominio econ¨®mico-social absoluto en el pa¨ªs, han ido apareciendo otros problemas de grave alcance que pueden reconvertir la lucha interracial en tragedia interna entre las distintas tribus y facciones negras. La hostilidad a tres bandas que existe entre el ANC, una facci¨®n disidente suya (el Congreso Panafricano -PAC-) y los zul¨²es del jefe Buthelezi amenaza la estabilidad futura de un Estado surafricano libre. Xhosas y zul¨²es llevan cinco a?os empe?ados en una guerra civil larvada que ha costado m¨¢s muertos que la represi¨®n blanca en el mismo tiempo.
La noticia positiva de que Nelson Mandela no eludi¨® las responsabilidades en que hab¨ªa incurrido su propio partido en esta dram¨¢tica lucha permite optimismo. Al contrario, fue duro con aquellos de sus partidarios que quieren "demostrar lo revolucionarios que son y no tienen ni idea de c¨®mo se formulan proyectos constructivos de futuro". Un Mandela mucho m¨¢s moderado y m¨¢s consciente de su responsabilidad como hombre de Estado que aquel que no hace un a?o sali¨® de la c¨¢rcel haciendo invocaciones al marxismo.
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