El Ej¨¦rcito perdido de Kuwait
Los soldados del antiguo emirato aspiran a ser la vanguardia de la reconquista de su pa¨ªs
Est¨¢n desperdigados por el desierto saud¨ª en peque?as unidades de unos 200 hombres, cada una de ellas con una docena de tiendas, un radiotransmisor, un estercolero y miles de moscas. Dicen ser 2.000 en total y ocupan una vasta zona en la retaguardia del despliegue militar multinacional, a unos 70 kil¨®metros del frente, aunque prometen que ser¨¢n los primeros en entrar en su pa¨ªs. Son lo que queda del Ej¨¦rcito de Kuwait.
Acaban de recibir 20 carros de combate M-84, de fabricaci¨®n yugoslava, derivados de anteriores modelos sovi¨¦ticos, y los exhiben con orgullo. "Disparan tres tipos de munici¨®n, pueden utilizar gasolina o gas¨®leo y superan los 100 kil¨®metros por hora", proclama un oficial kuwait¨ª ante la mirada, entre estupefacta y risue?a, de los t¨¦cnicos yugoslavos que les ense?an a a utilizarlos.Su capacidad para exagerar es asombrosa. Un teniente refiere la haza?a de Taleb Abdul¨¢, un capit¨¢n de caballer¨ªa kuwait¨ª que, el 2 de agosto, dicen, destruy¨® con su carro de combate 48 carros iraqu¨ªes que, en boca de otro oficial, se convierten en 54. El eficiente capit¨¢n, que aparece poco despu¨¦s, se muestra m¨¢s prudente y prefiere no hablar de cantidades ni extenderse en detalles sobre su haza?a. Se limita a decir que las tropas de Sadam Husein son bastante incapaces de hacer algo m¨¢s que arrollar a un Ej¨¦rcito muy Inferior en n¨²mero o defenderse en las trincheras ante un enemigo num¨¦ricamente similar.
Testimonios confusos
Los testimonios sobre lo ocurrido el 2 de agosto, cuando Irak invadi¨® Kuwait, son confusos. Hay coincidencia en se?alar que el ataque no era esperado y que fallaron la cadena de mando y las comunicaciones. Cada unidad militar se defendi¨® como pudo, ignorando la situaci¨®n de las dem¨¢s. Varios oficiales optaron por retirarse casi inmediatamente hacia Arabia Saud¨ª. Uno de ellos reconoce que el 2 de agosto a mediod¨ªa se encontraba ya en territorio saud¨ª, con los dos carros que quedaban y algunos veh¨ªculos blindados.
En general, las tropas kuwait¨ªes tienen una apariencia muy modesta. Muestran varios veh¨ªculos ametralladores ligeros, uno de los cuales lleva la bandera tricolor sujeta a un palo de escoba. Cada soldado utiliza el calzado que mejor le parece: alguno botas, la mayor¨ªa zapatillas deportivas multicolores, incluso hay quien arrastra los pies enfundados en unas c¨®modas pantuflas. El capit¨¢n Dwialab, un hombre fornido de tez muy oscura que combati¨® el 2 de agosto y a quien los dem¨¢s oficiales parecen respetar especialmente, prefiere no responder a la pregunta de si todos los soldados son de nacionalidad kuwait¨ª. Admite que el aspecto es variopinto y que la preparaci¨®n "no puede ser la ¨®ptima en estas condiciones", pero asegura que "son hombres valientes y muy acostumbrados al desierto".
Todos maldicen a Sadam Husein, y afirman que "hay que matarlo". Argumentan extra?as conspiraciones entre Irak e Israel, "aliados en la sombra para acabar con los palestinos". "Sadam invadi¨® Kuwait para dejar sin trabajo a los miles de palestinos que viv¨ªan all¨ª", aventura un sargento. "Y para dividir a los hermanos ¨¢rabes", a?ade un soldado. Dicen estar coordinados con "el resto de las fuerzas ¨¢rabes, como los egipcios y los sirios, con los que ya se combati¨® hombro con hombro, en 1973". Hablan de su simb¨®lica participaci¨®n en la guerra del Yom Kippur contra Israel como si se tratara del desembarco en Normand¨ªa, y refieren con soltura las proezas de su Ej¨¦rcito en aquella ocasi¨®n.
Hacen con los dedos la uve de la victoria, sonr¨ªen, posan al gusto de los fot¨®grafos. Disfrutan con la presencia de los periodistas y ofrecen pepsi colas. Los que s¨®lo hablan ¨¢rabe intentan expresar con gestos que est¨¢n ansiosos por combatir y que obtendr¨¢n la victoria. Se despiden gritando "see you in Kuwait" ("nos veremos en Kuwait"), agitando una mano mientras se sacuden con la obra las persistentes moscas del desierto.
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