Gallinas
Llevo d¨ªas pensando en el hombre que falleci¨® por aplastamiento al hacer el amor con una gallina. Quer¨ªa decir algo sobre este suceso, pero resulta dif¨ªcil referirse a ¨¦l sin caer en el chiste de mal gusto. ?C¨®mo escribir sobre este asunto sin faltarle el respeto al hombre, a la gallina o a m¨ª mismo? No lo s¨¦. Pero lo cierto es que si te enteras de que alguien ha muerto en tales circunstancias lo primero que se te ocurre es que se te tiene que ocurrir algo. Y como no se te ocurre nada escuchas con envidia o con asco las ocurrencias de los otros. Unos dicen que la culpa la tuvo la gallina, por provocar, pero a los de esta opini¨®n se les ve en seguida el plumero, confeccionado por cierto con plumas de ave adheridas a su pene; otros, que la culpa fue del hombre por no mirar d¨®nde se apoyaba; algunos relacionan el hecho con la Espa?a profunda, que posee una vitalidad sorprendente. El caso es encontrar una causa, que las causas tranquilizan mucho sobre todo en epocas de escasez ideol¨®gica.Y a lo mejor no hay ninguna causa, a menos que nombremos as¨ª al oscuro impulso sexual de un sujeto que habitaba en los m¨¢rgenes de un pa¨ªs rico, industrializado socialista, neoliberal, alineado y feliz. ?Qu¨¦ sabemos nosotros de lo que pasa en los m¨¢rgenes de este pa¨ªs, que son como los arrabales de nuestra conciencia? El mi¨¦rcoles pasado, en una calle de Vallecas, que es la conciencia de Madrid, par¨ªa una mujer a la intemperie, con mucho fr¨ªo. Las noticias a?aden que era s¨ªria como para tranquilizarnos un poco. En este caso, decir que era siria es como recurrir a la Espa?a profunda para explicar lo otro. Mera ret¨®rica dirigida a ocultar lo que pasa en las orillas de una naci¨®n nucleada en torno a la obscenidad de Marta S¨¢nchez, que es la ¨²ltima bandera del PSOE. Sin embargo, nadie se ha preocupado de averiguar si el fallecido lo hac¨ªa siempre con la misma gallina. Y es que nos aterran las historias de amor.
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