El Museo de Ciencias Naturales quiere quitar p¨²blico al cine y al f¨²tbol

El director del Museo de Ciencias Naturales, el bi¨®logo Pere Alberch, quiere que la ciencia compita con el cine y el f¨²tbol. Pretende que acercarse a un museo sea un espect¨¢culo m¨¢s de los que se ofrecen en las grandes ciudades. Este catal¨¢n de 36 a?os ha conseguido, "sin tocar un duro del presupuesto del museo", organizar una exposici¨®n de dinosaurios que ya han visitado m¨¢s de 350.000 personas. Y para demostrar que la ciencia puede ser rentable, el centro ha recaudado m¨¢s de los 100 millones de pesetas que cost¨® montar la ¨²ltima exposici¨®n. Pero a esta muestra temporal le seguir¨¢n otras de no menor impacto. La primera de ellas ser¨¢ la titulada La f¨¢brica del pensamiento. Del arte de la memoria a la neurociencia.

"Todo es cuesti¨®n de encontrar empresas interesadas en invertir en este tipo de aventuras", explica el joven bi¨®logo que despu¨¦s de estudiar biolog¨ªa en la Universidad de Berkeley y ser profesor en Harvard fue contratado para dirigir un museo que llevaba dos a?os cerrado al p¨²blico debido a la mala situaci¨®n econ¨®mica que atravesaba. Antes, el recinto vivi¨® algunos a?os de absoluta languidez.De unas muestras polvorientas y de un presupuesto de 400 millones de pesetas (la d¨¦cima parte del presupuesto del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa) se ha conseguido en dos a?os que sea el tercer museo m¨¢s visitado detr¨¢s del madrile?o Prado y del Museo Salvador Dal¨ª de Figueras (Gerona). Pere Alberch ha tenido problemas burocr¨¢ticos en su intenci¨®n por probar que la cultura se puede autogestionar.

Como persona organizada ha solicitado una encuesta para definir el tipo de persona que visita el museo y la conclusi¨®n que ha obtenido es que: "Son mayoritariamente residentes en Madrid, tardan de media 42 minutos en atravesar las salas llenas de dinosaurios rob¨®ticos y han puntuado el montaje con una nota alta: un 7,6, sobre diez". Para obtener todo este tipo de datos, los especialistas siguieron a la gente sin que se percatara de ello y llegaron a la conclusi¨®n de qu¨¦ era lo que m¨¢s les interesaba y en qu¨¦ muestra se paraban m¨¢s tiempo.

El director de este museo, donde se guardan varios millones de espec¨ªficos, no ha renunciado a vender camisetas, y juguetes de pl¨¢stico para financiar la exposici¨®n. Tambi¨¦n se ha editado un libro en Braille para que los ni?os ciegos descubran a trav¨¦s de sus dedos el mundo prehist¨®rico.

Nueva aventura

El pr¨®ximo mes de junio empieza la nueva aventura que est¨¢ ideando Pere Alberch. Bajo el t¨ªtulo de La f¨¢brica del pensamiento. Del arte de la memoria a la neurociencia se van a recorrer las salas del museo desde las concepciones del cerebro de la Edad Media hasta la inteligencia artificial. Un compendio de las conquistas m¨¢s recientes a los ¨²ltimos avances en el campo de las neurociencias a trav¨¦s de maquetas, manuscritos, grabados, paneles y juegos interactivos. Esta vez la parte m¨¢s espectacular de la muestra, que se realiza en colaboraci¨®n con el Instituto Cajal, ser¨¢n 30 pantallas que emitir¨¢n un audiovisual a tama?o gigante.

En marzo del pr¨®ximo a?o 1992 llegar¨¢ al museo la que Alberch pretende que sea la "mejor exposici¨®n en tem¨¢tica cient¨ªfica" con 300 millones de pesetas de presupuesto. Va a ser la historia de la Tierra y la vida de la reproducci¨®n y de la muerte de la complejidad de los c¨®digos gen¨¦ticos y de los mecanismos que hacen evolucionar a los seres vivos.

Mensajes sencillos

El problema sobre c¨®mo hacer llegar informaciones cient¨ªficas a los profanos est¨¢ bastante claro para Pere Alberch: "mensajes sencillos, poco texto y apoyos audiovisules".

Sin embargo, dentro de su peculiar y vanguardista manera de actuar, que se fundamenta en obtener a trav¨¦s de empresas y de la Asociaci¨®n Amigos del Museo el apoyo econ¨®mico necesario, va a contratar a una empresa brit¨¢nica especializada en los medios de comunicaci¨®n que seg¨²n aclara el director "nada tiene que ver con la publicidad ni el dise?o". Esta empresa ha organizado entre otras cosas el acto inaugural de los pasado Juegos Ol¨ªmpicos y la obra musical m¨¢s aplaudida en Londres, El fantasma de la ?pera.

Este hombre de 36 a?os, criado intelectualmente en Estados Unidos quiere "sin caer en una Disneylandia, que el museo sea espect¨¢culo, presentarlo de forma escenogr¨¢fica y dotarlo de un esp¨ªritu l¨²dico". "Un museo debe aportar el est¨ªmulo suficiente como para que el hombre se haga preguntas" dice.