"Llaman ustedes mucho"

Nadie me ha felicitado el a?o nuevo ni yo he podido felicit¨¢rselo a nadie. En el primer caso, puede que nadie deseara hacerlo, pero en el segundo se ha debido a que mi tel¨¦fono est¨¢ estropeado desde el pasado 29 de diciembre y, seg¨²n aver¨ªas, no me lo reparar¨¢n hasta el 2 de enero como pronto (a¨²n no ha ocurrido). Comoquiera que el 29 hab¨ªan mencionado la posibilidad de arregl¨¢rmelo el 31, he mantenido un vibrante di¨¢logo con la se?orita que me atend¨ªa, y eso ha sido lo m¨¢s asombroso: al comentarle yo que todos los servicios telef¨®nicos funcionaban mal (n¨²meros que salen equivocados, cortes continuos de las conversaciones, p¨¦sima calidad de audici¨®n, tel¨¦fonos de informaci¨®n y aver¨ªas que no contestan, y todo a un precio incre¨ªblemente m¨¢s elevado que en pa¨ªses m¨¢s ricos como Estados Unidos), la se?orita, proba empleada, me ha explicado el sencillo porqu¨¦ de tantas anomal¨ªas, y algo he aprendido antes de que concluyera el a?o: "SI pasa todo eso es por culpa de los abonados", ha dicho convencida, "que llaman ustedes mucho. Si llamaran ustedes menos esto no ocurrir¨ªa". Que limpieza de razonamiento y que limpieza de conciencia, y doy por supuesto que la se?orita no hablaba por s¨ª misma, sino que repet¨ªa el preclaro pensamiento de sus c¨ªnicos jefes. Es como si el editor de mis novelas se quejara de que la gente le compra demasiados libros y le agota las ediciones, y en vez de hacer otras dijera: "Si compraran ustedes menos, no se agotar¨ªan". Aprovechando la llamada en el tel¨¦fono prestado, esa proba se?orita es la ¨²nica persona a la que he podido felicitar el a?o,-