El final de una influencia
Durante medio siglo aproximadamente, el influjo ejercido por James Joyce en la literatura occidental fue determinante. Su nombre. represent¨®, desde los anos veinte, el modelo m¨¢ximo de la tendencia experimental, sobre todo en narrativa, y sigui¨® siendo esgrimido como s¨ªmbolo y ejemplo incluso hasta bien entrada la d¨¦cada de los setenta. Desde la consolidaci¨®n de la vanguardia hist¨®rica hasta el renacimiento vanguardista del grupo Tel Quel del Par¨ªs posterior al 68, decir Joyce equival¨ªa a hablar de ruptura sin contemplaciones con toda clase de moldes y tradiciones, y apostar por la originalidad a todo trance.Todo eso termin¨® hace unos 15 o 10 a?os, y la influencia de Joyce parece borrada por completo en los intentos renovadores que en los diversos pa¨ªses de Occidente est¨¢n realizando los novelistas de las nuevas generaciones.
Para encontrar ahora rastros de Joyce, hay que acudir o bien a los veteranos continuadores de la tradici¨®n vanguardista, o bien a ciertos casos aislados de conexi¨®n con aquel fulgurante esp¨ªritu de jugueteo verbal que constituye una de las caracter¨ªsticas del estilo Joyce: me refiero sobre todo a Salman Rushdie, que, le¨ªdo en ingl¨¦s, suena muy joyceano, aunque no tenga con el escritor irland¨¦s puntos de contacto m¨¢s esenciales.
La otra huella dejada por Joyce se nota sobre todo en el idioma ingl¨¦s. Cuando un periodista tiene que titular Secuestro a¨¦reo y se ve obligado a comprimir por falta de espacio, lo l¨®gico es que fusione hijack (secuestro) y sky (cielo), y cree skijack, un neologismo que Joyce hizo posible gracias a su endemoniada habilidad para trabajar el ingl¨¦s como si fuese plastilina. El ejemplo se?alado, que recuerdo de los a?os setenta, no es m¨¢s que una muestra trivial de la influencia enorme y permanente dejada por Joyce en la lengua inglesa. De ah¨ª que resulte tanto m¨¢s sorprendente la desaparici¨®n de su influencia literaria.
Pero los tiempos han cambiado, y la renovaci¨®n narrativa se est¨¢ produciendo, con curiosa simultaneidad, en culturas tan diferentes como la francesa y la norteamericana, la inglesa y la italiana, por la v¨ªa del regreso a la tradici¨®n y los g¨¦neros y subg¨¦neros, precisamente todo ese acervo con el que Joyce y la vanguardia en general rompieron brutal y totalmente.
La historia de la literatura est¨¢ llena de casos parecidos. Shakespeare dej¨® de ser una influencia viva con la llegada del neoclasicismo, y s¨®lo con los rom¨¢nticos se recuper¨® la pasi¨®n mitificadora por su obra. Igualmente transitorio puede ser este ojo de Guadiana en el que Joyce se ha ocultado ahora, pues no cabe duda de que sus libros y su actitud en relaci¨®n con su oficio pueden servir perfectamente de est¨ªmulo a futuras generaciones.
Enrique Murillo es cr¨ªtico literario.
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