El ¨²ltimo viaje
Manuel del Valle, alcalde de Sevilla, acompa?¨® al 'n¨²mero dos' del PSOE el d¨ªa de su renuncia
Abogado laboralista entonces y alcalde de Sevilla ahora, Manuel del Valle Ar¨¦valo ha resultado ser testigo privilegiado de dos de los momentos m¨¢s significativos de la historia reciente del socialismo espa?ol, y, en consecuencia, de Alfonso Guerra. Manuel del Valle fue quien con una c¨¢mara fotogr¨¢fica inmortaliz¨® en 1972 la a la postre famos¨ªsima escena de la jira en la que Guerra compart¨ªa improvisado mantel con Felipe Gonz¨¢lez, Carmen Romero, Luis Y¨¢?ez y Manuel Chaves, entre otros. Ahora lo ha sido del anuncio de su dimisi¨®n en un mitin en C¨¢ceres.
Una amistad inquebrantable tanto en lo personal como en lo pol¨ªtico ha permitido al hoy alcalde de Sevilla convertirse en el compa?ro del ¨²ltimo viaje de Alfonso Guerra como vicepresidente a su ciudad natal.Eran las 14:30 del 12 de enero en la urbanizaci¨®n sevillana de Santa Clara. Guerra acababa de almorzar con su esposa, Carmen Reina, y su hijo Alfonso. Un coche propiedad del PSOE llega a la puerta de la casa. En ¨¦l esperan al vicepresidente su secretario personal, Rafael Delgado, y Manuel del Valle. Al volante Jos¨¦, "un viejo compa?ero de? partido", seg¨²n el alcalde. Instantes despu¨¦s, parten a C¨¢ceres.
Cuando el autom¨®vil sale de la ciudad, Guerra le dice: "Quiero que te enteres por m¨ª de que voy a dimitir como vicepresidente durante la clausura del congreso extreme?o", seg¨²n revel¨® ayer a este peri¨®dico el alcalde sevillano.
Del Valle explic¨® que Guerra estaba muy tranquilo: "Hay que tener en cuenta que ¨¦sa era una decisi¨®n muy meditada, que ¨¦l y Felipe Gonz¨¢lez ya sab¨ªan desde hacia varios d¨ªas". Cuenta el alcalde de Sevilla que no pararon durante el viaje, ni a la ida ni a la vuelta: "Cuando nos dirig¨ªamos a C¨¢ceres, Alfonso me cont¨® el por qu¨¦ de la decisi¨®n y del momento; cuando volv¨ªamos comentamos la reacci¨®n de los compa?eros extreme?os porque yo me dediqu¨¦ a observarlos. El resto de lo que hablamos queda para archivarlo en mis vivencias".
Sobre las once de la noche, el mismo veh¨ªculo alcanzaba la puerta del chal¨¦ del vicepresidente en Santa Clara, que Guerra no abandon¨® durante toda la jornada de ayer. "Le dije adi¨®s. Alfonso estaba tan tranquilo como a la salida".
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