La aut¨¦ntica tragedia del pueblo palestino
A la vista de la actual pol¨ªtica del Gobierno israel¨ª, la ¨²nica cuesti¨®n que puede plantearse es la siguiente: ?qu¨¦ hacer con el pueblo palestino? ?Ser¨ªa procedente, como ya hizo el imperio romano cristianizado con los jud¨ªos, dispersarlo e incluso intentar destruirlo, o bien, como creen algunos, "encontrarle" una patria de recambio, Jordania valga por caso, tratando de destruir as¨ª un Estado vecino y soberano con tal de desembarazarse de esta lacerante cuesti¨®n? El pueblo palestino vive una verdadera tragedia que tiene lugar, terrible iron¨ªa de la historia, en un contexto psicol¨®gico que el pueblo jud¨ªo conoce con creces, puesto que lo ha vivido durante muchos siglos en el pasado. Los palestinos de los territorios ocupados se hallan hoy escindidos del mundo: Gaza, Cisjordania e incluso Jerusal¨¦n se han convertido en un amplio campo sitiado por el Ej¨¦rcito israel¨ª donde todos los d¨ªas ni?os, mujeres y hombres son asesinados. Sobre la trama sangrienta de esta situaci¨®n es donde se tejen todos los conflictos de Oriente Pr¨®ximo.Ya no es un secreto para nadie que el pueblo palestino, en su mayor parte, ha sido arrancado de su patria multisecular, expulsado, despreciado y hoy constantemente reprimido por Israel. Peor a¨²n, no solamente ha sido durante muchos a?os el juguete de su propia direcci¨®n pol¨ªtica, irrealista y a veces irresponsable, que no quer¨ªa comprender la naturaleza de la reivindicaci¨®n nacional israel¨ª, sino tambi¨¦n la v¨ªctima de la demagogia de los Estados ¨¢rabes que se serv¨ªan de la causa palestina como de un mito salvador que enmascaraba la m¨¢s prosaica realidad de sus dictaduras.
Hoy las cosas han cambiado; avezados por la experiencia, analizando mejor la naturaleza de los reg¨ªmenes de la regi¨®n, de sus intereses y de las relaciones de fuerza existentes, los palestinos han definido una estrategia basada en una idea fuerte, puesto que es justa, la de que la paz es posible sobre la base del mutuo reconocimiento de los derechos de cada uno. Los palestinos han llegado a esta idea no porque hayan sido vencidos en el terreno, sino porque la revuelta de su pueblo, la Intifada, ha mostrado y muestra diariamente su rechazo a la dominaci¨®n israel¨ª sobre los territorios ocupados desde 1967, su apoyo a la OLP y la irreductibilidad de su voluntad de independencia, aunque tengan que enterrar todos los d¨ªas a los hijos ca¨ªdos bajo las balas del ocupante.
Ahora bien, Israel nunca ha estado tan ciego. He ah¨ª un Estado que lleva en s¨ª mismo la memoria de un sufrimiento milenario y de una dram¨¢tica dispersi¨®n, pero ?cu¨¢ntos muertos ser¨¢n necesarios para que a su vez deje de sembrar el sufrimiento y la dispersi¨®n? Int¨¦ntese, por ejemplo, comprender algo a prop¨®sito del comportamiento de los actuales dirigentes de Israel: dicen que la OLP, que "no es representativa" de los palestinos, nunca aceptar¨ªa la organizaci¨®n de unas elecciones libres, preconizadas por el se?or Shamir, en los territorios ocupados. Para su gran sorpresa, la OLP ha aceptado el principio de estas elecciones, pero ahora es el se?or Shamir quien no las quiere. El Gobierno de Israel dec¨ªa que se negaba a negociar con la OLP porque esta organizaci¨®n quer¨ªa, de hecho, destruir a Israel -argumento aberrante vista la relaci¨®n real de fuerzas-, que practicaba el terrorismo y que no reconoc¨ªa la existencia de Israel; ahora bien, ante los representantes de] planeta entero, la OLP ha declarado oficialmente en la ONU que reconoc¨ªa al Estado de Israel, que renunciaba al terrorismo y que quer¨ªa crear un Estado separado de Israel, pero Shamir, obstinadamente, sigue neg¨¢ndose a negociar.
Consecuencia de todo ello ha sido que, durante el a?o 1989 y hasta el 2 de agosto de 1990, es decir, hasta la entrada en escena de Sadam Husein, la OLP ha estado condenada al ostracismo, sufriendo, adem¨¢s del rechazo israel¨ª, los caprichos de la diplomacia americana, que un d¨ªa s¨ª y al siguiente no decide ejercer presiones sobre su aliado israel¨ª.
?C¨®mo interpretar la intransigencia israel¨ª? ?C¨®mo explicar esta estrategia que busca, el reconocimiento, pero que lo rechaza cuando lo obtiene? Para todo ello no hay m¨¢s que una respuesta de fondo: la pol¨ªtica de la coalici¨®n gubernamental de derecha y de extrema derecha que gobierna en Israel est¨¢ basada en la idea de que "no existe" problema nacional palestino, sino simplemente una confrontaci¨®n entre Israel y los ¨¢rabes, confrontaci¨®n centrada en un problema de fronteras a sabiendas de que Israel, pese a que por necesidades de la causa ha rebautizado Cisjordania como "Judea y Samaria", no ha dejado en claro. de qu¨¦ fronteras se trata, si de las de 1948, las de 1967, las de 1973 o las imaginarias de Eretz-Israel.
Muy claramente se ve la operaci¨®n mental inducida por esta visi¨®n de las cosas, pues elimina en sus discursos la palabra "Palestina" para mejor aplastar en la realidad la contestaci¨®n nacional palestina. Pretende sustituir esta cuesti¨®n nacional por una guerra de etnias, de confesiones, es decir, y en pocas palabras, un asunto entre jud¨ªos" y "musulmanes". Y el drama radica en que esta operaci¨®n encuentra evidentemente un eco, al menos en el aspecto confesional, con la emergencia y despu¨¦s con el desarrollo de un movimiento religioso musulm¨¢n -Hammas- que amenaza, adem¨¢s de a los jud¨ªos en tanto que jud¨ªos, a la OLP en tanto que movimiento pol¨ªtico laico y modernista.
Esta situaci¨®n es insostenible. La Intifada ha alterado todos los esquemas; un pueblo se ha alzado con las manos llenas de piedras desafiando abiertamente la ocupaci¨®n militar. Este pueblo existe como naci¨®n, igual que los israel¨ªes, y su representaci¨®n, la OLP, no puede ser contestada por nadie, por Israel menos que por ning¨²n otro. Ante los territorios ocupados, Israel se halla en una situaci¨®n colonial cl¨¢sica; igual que Francia hubo de negociar con el FLN argelino, EE UU con el FLN vietnamita, ?frica del Sur con los namiblos, de igual manera Israel debe dialogar con la OLP. Creer lo contrario es instalarse en una l¨®gica de guerra y de destrucci¨®n del pueblo palestino con efectos devastadores para el mundo entero. En este contexto de rechazo absoluto es donde los dirigentes ¨¢rabes m¨¢s contestados pueden revestirse con la santa t¨²nica de "salvadores"; ?c¨®mo explicar de otra manera que Sadam Husein pueda aparecer a las poblaciones ¨¢rabes y palestinas como una esperanza? La cuesti¨®n de las "conexiones" entre los conflictos de Oriente Pr¨®ximo no es un asunto de l¨®gica o de geograf¨ªa; es, para la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica ¨¢rabe, una cuesti¨®n de contexto hist¨®rico y de justicia. Es inaceptable que el derecho internacional caiga con el rigor de la espada cuando se trata de Irak y que se diluya en murmullos cuando se trata de Israel. Sadam Husein ha comprendido muy bien el partido que pod¨ªa sacar de esta situaci¨®n. Al hacer de la cuesti¨®n palestina la clave de cualquier evoluci¨®n de la posici¨®n iraqu¨ª sobre Kuwait, sabe bien que est¨¢ realizando una triple operaci¨®n: camufla, ante todo, los intereses estatales de Irak, pone en evidencia la impunidad mundial de la que se beneficia Israel y desestabiliza la posici¨®n de los Estados ¨¢rabes que van a remolque de Estados Unidos.
Esta estrategia, por rebuscada que parezca, pone, sin embargo, el acento sobre un problema central de este fin del siglo XX: no habr¨¢ paz en el sistema regional de Oriente Pr¨®ximo hasta que la cuesti¨®n palestina no se haya resuelto, no habr¨¢ Estado de Israel seguro hasta que no haya un Estado palestino, de igual manera que ¨¦ste, a su vez, no ser¨¢ posible m¨¢s que si la OLP es capaz, luchando contra las actitudes irracionales y el integrismo, de seguir explorando todas las v¨ªas posibles para el di¨¢logo y para la paz. Israel tiene derecho a existir. Palestina tambi¨¦n. ?Qu¨¦ hacer con el pueblo palestino? La respuesta es simple y es la ¨²nica que tiene visos de triunfar: reconocer el derecho a la libre autodeterminaci¨®n de este pueblo. Y conseguir que la raz¨®n se imponga al odio.
es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Par¨ªs VIII.Traducci¨®n: J. M. Revuelta.
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