Paz, porque es de l¨®gica
Considera el autor del art¨ªculo que la organizaci¨®n pol¨ªtica que representa, Izquierda Unida, avis¨® en varias ocasiones que se estaba produciendo una reconducci¨®n belicista del inicial embargo, y que el llamado apoyo log¨ªstico y diplom¨¢tico estaba conduciendo a la Comunidad Europea, y particularmente a Espa?a, a perder autonom¨ªa y enfeudarse en una l¨®gica de guerra.
Cuando estas l¨ªneas se escriben hablan las armas en Oriente Pr¨®ximo. La guerra, el fin de toda raz¨®n, se ha ense?oreado de todo argumento y resulta penoso aducir razones. Me sit¨²o claramente entre los que creen preciso detener esta locura. Bastar¨ªa esta aseveraci¨®n, pero deseo afirmar que esta exigencia radical de paz responde a una l¨®gica, a una raz¨®n que, adem¨¢s de negar la violencia, puede resolver los muchos problemas que estamos viviendo.Muchas de las cosas que estallaron el d¨ªa 17 tienen su origen en lo ocurrido en los seis meses precedentes.
Desde el principio, Izquierda Unida ha planteado un objetivo: la retirada iraqu¨ª de Kuwait por medios de paz. Izquierda Unida no necesitaba que nadie le explicara qui¨¦n era Sadam Husein (llev¨¢bamos a?os dici¨¦ndolo, mientras otros le vend¨ªan armas o guardaban silencio, y ahora parecen predicar su maldad).
Para nosotros estaba clara la ilegalidad de la acci¨®n iraqu¨ª. Pero nos plante¨¢bamos la respuesta desde una opci¨®n de paz: ning¨²n derecho se restituye con la guerra.
Por ello explicamos tambi¨¦n en estas p¨¢ginas (v¨¦ase EL PA?S del 27 de agosto de 1990) nuestro apoyo a "un embargo que incluye medidas sustancialmente justas y bastante eficaces a medio plazo". Hoy resulta dram¨¢tico que esta afirmaci¨®n no haya sido desmentida y que analistas norteamericanos y diplom¨¢ticos espa?oles como Fernando Mor¨¢n hayan demostrado que la pol¨ªtica de sanciones estaba siendo eficaz.
No pod¨ªa ser menos en un pa¨ªs que, frente a excesos comparativos, no es la gran potencia econ¨®mica y militar que amenaz¨® la libertad europea, sino una econom¨ªa y un r¨¦gimen bastante m¨¢s modestos.
Compartimos con muchos, en ese momento, una solidaridad cr¨ªtica con las Naciones Unidas, una instituci¨®n precisada de importantes reformas, porque cre¨ªamos y creemos que el objetivo de esa instituci¨®n es, as¨ª lo dice su carta, la eliminaci¨®n de la guerra como instrumento de derecho.
Advert¨ªamos desde el primer momento que a esta l¨®gica de paz, y seguramente lenta, se opon¨ªa una v¨ªa r¨¢pida y de guerra dirigida por los Estados Unidos de Norteam¨¦rica, que d¨ªa a d¨ªa imped¨ªan cualquier esfuerzo diplom¨¢tico que no tuviera otro objetivo que lograr un ultim¨¢tum que legalizaba la guerra y rechazaba cualquier vinculaci¨®n con problemas pol¨ªticos del ¨¢rea.
L¨®gica de guerra
Avisamos una y otra vez de que se estaba produciendo una reconducci¨®n belicista del embargo, y que el llamado apoyo log¨ªstico y diplom¨¢tico que esa perversa gestaci¨®n de la llamada "coalici¨®n internacional" estaba conduciendo a la Comunidad Europea, y particularmente a nuestro pa¨ªs, a perder autonom¨ªa, iniciativa diplom¨¢tica y a enfeudarse en una l¨®gica de guerra que adem¨¢s asestaba un duro golpe a la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas y a su secretario general.
Este es uno de los momentos en los que tener raz¨®n repugna.
Se ha preferido la v¨ªa r¨¢pida y cruenta. Una v¨ªa de incalculables consecuencias. Una l¨®gica de guerra que han sostenido, desde los extremos del enfrentamiento, tanto el presidente de Irak, Sadam Husein, como la Administraci¨®n norteamericana. El primero, porque est¨¢ llevando a su pueblo a un holocausto, y la segunda, porque sigue siendo presa de la l¨®gica de la pax americana y de su voluntad de hegemon¨ªa mundial.
Una l¨®gica de locura que sigue operando en el conflicto. Los ataques a Israel, la amenaza sobre los prisioneros de las fuerzas multinacionales y la utilizaci¨®n de la plataforma turca para atacar a Irak, adem¨¢s de una repudiable actitud de los contendientes, persiguen un ampliaci¨®n del conflicto.
No hablamos s¨®lo de una guerra despreciable, de sus costes humanos, econ¨®micos y ecol¨®gicos, sino de una potencial implicaci¨®n de todo Oriente Pr¨®ximo e incluso de la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN). ?sta es una seria amenaza y una grave responsabilidad para los Gobiernos europeos, y particularmente el espa?ol.
En este conflicto, el Gobierno espa?ol es gravemente corresponsable (apoyo log¨ªstico, uso y abuso de nuestras bases, nav¨ªos, aviones y barcos de transporte). Est¨¢ dispuesto Felipe Gonz¨¢lez a extorsionar nuestras conciencias inventando una leg¨ªtima defensa turca que nos implique en la operaci¨®n OTAN?
Protagonismo popular
Cuando la diplomacia de los Gobiernos ha fracasado, cuando tantos Gobiernos han renunciado a su autonom¨ªa, los pueblos deben ejercer el protagonismo. Todas y todos estamos convocados. Retengo el positivo esfuerzo de las plataformas por la paz constituidas, el compromiso de muchas culturas plurales, el compromiso de casi todas las iglesias, y muy especialmente la declaraci¨®n de la Conferencia Episcopal. Desde la cultura que represento, la convergencia en un valor moral y ¨¦tico como la paz constituye una actitud necesaria.
Tenemos la responsabilidad de parar la guerra, de imponer una l¨®gica de paz. El cese de hostilidades es necesario, concediendo protagonismo a aquellas instituciones e iniciativas internacionales que pueden desempe?ar un papel en este sentido: las Naciones Unidas, la Comunidad Europea e iniciativas diplom¨¢ticas.
Esta l¨®gica requerir¨¢ medidas concretas para la retirada iraqu¨ª de Kuwait -no para otra cosa-. Sesiones de las Naciones Unidas, problemas del ¨¢rea, hip¨®tesis de superaci¨®n del problema palestino, negociaciones, son pasos que necesariamente han de darse.
Por su parte, el Gobierno espa?ol deber¨ªa regresar a una l¨®gica de paz retirando tropas del Golfo, desvincul¨¢ndose de cualquier operaci¨®n de la OTAN o de apoyo a Turqu¨ªa, y especialmente incorpor¨¢ndose a una l¨®gica diplom¨¢tica.
Una l¨®gica de paz es tambi¨¦n una l¨®gica de convivencia. La simple sugerencia del Gobierno de someter a vigilancia al Movimiento por la Paz, la intenci¨®n impl¨ªcita o expl¨ªcita de culpabilizar a quienes desean la paz, constituye un desprecio a la libertad. Hay cosas con las que no se puede jugar.
Parar la guerra es posible; creo sinceramente que depende del esfuerzo de muchas y muchos de nosotros para convertir la conciencia social en impulso que modifique la actitud de este Gobierno y de muchos otros. Un esfuerzo, en este sentido, solidario con muchos otros en todo el mundo, en Europa. La paz lo merece.
es coordinador general de Izquierda Unida.
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