El Madrid aprovech¨® un 'partidito del Joventut'
No es el Real Madrid fiel a s¨ª mismo, sino todo lo contrario. El Madrid era otra cosa. Ahora se ha convertido en una de las comidillas de la temporada gracias a su comportamiento sinuoso que no cabe confundir con un car¨¢cter imprevisible Porque el Madrid es previsible y monotem¨¢tico, vaya si lo es: no conoce m¨¢s que un ritmo de juego y una forma de hacer las cosas. A veces le sirve para ganar, sobre todo en casa; a veces para perder. Ha ganado y perdido de tal manera que la gente dice que no se lo explica. Pero explicaci¨®n lo tiene todo en esta vida. Incluso si el Madrid gana al Joventut.El Madrid gan¨® al Joventut fundamentalmente porque el equipo de Badalona hizo un partidito. Trat¨® de buscar una faena c¨®moda para reservar a sus mediedio lesionados (Villacampa y Ferr¨¢n) y esperando que los males de su rival aflorasen para permitirle una victoria m¨¢s que a?adir a su ya holgado palmar¨¦s. No es que los males del Madrid no afloraran ayer -siempre lo hacen- pero s¨ª que la falta de ¨¢nimo del Joventut les permiti¨® resolver con m¨¢s comodidad de la esperada gracias a su habitual f¨®rmula de tirar por la calle de enmedio Por all¨ª surgi¨® de golpe Cargol y luego Biriuicov, que abrieron una brecha que el Joventut no supo reparar. Tampoco pareci¨® muy preocupado por ello, bien es cierto.
Sin mediar ninguna otra consideraci¨®n t¨¢ctica, quiz¨¢s por la sola presencia de Roberts al reintegrarse a la cancha despu¨¦s de que un amago de esguince provocara la alarma durante largos minutos, el Madrid se aceler¨®. Estos accesos febriles son habituales entre los madridistas, que no conocen otro ant¨ªdoto progresivamente seg¨²n vayan las cosas. Si van mal aceleran; si van bien, aceleran igualmente. Faltaban 15 minutos, el partido parec¨ªa estabilizado (empate a 49), pero Cargol empez¨® a jugar como un poseso, lanzando alg¨²n triple o provocando el arrebato de Llorente. El p¨²blico se anim¨®, Villacampa cometi¨® la cuarta personal y Lolo Sainz tuvo que pedir tiempo muerto para abroncar a sus hombres, aparentemente desconcertados ante la marea madridista (65-56).
Tras otra fase de normalizaci¨®n, Lolo Sainz decidi¨® poner sus destinos en manos de un quinteto nacional, que pareci¨® mejorar el asunto (70-64), pero que termin¨® cayendo en una fase diletante en la que lo permiti¨® todo, que el Madrid se hiciera con muchos rebotes, contraatacara, anotara alg¨²n que otro triple y bastantes tiros libres. En pleno desconcierto, el Madrid parec¨ªa dispuesto a resolver f¨¢cil (75-64 a falta de cuatro minutos), cuando se encontr¨® con tres triples seguidos del Joventut (79-73 a falta de 1.50). La respuesta madridista fue bien simple: se aceler¨® un poco m¨¢s, atrap¨® rebotes, contraatac¨®, lanz¨® tiros libres y m¨¢s tiros libres -los nacionales del Joventut permit¨ªan a los madridistas recuperar sus fallos-, y Biriukov busc¨® triples sin descanso. El Joventut no dio la impresi¨®n de sentirse provocado por ese v¨¦rtigo y acept¨® la derrota como un mal menor.
Tras este resultado habr¨¢ sesudos analistas que intenten extraer las conclusiones pertinentes, algunas de ellas claramente dirigidas, otras arriesgadas y las m¨¢s repletas de escepticismo. Habr¨¢ quienes juzguen que ayer, por f¨ªn, se not¨® la mano de Brabender, una sospechosa conclusi¨®n que procede desde los remotos tiempos del pasado torneo de Navidad y que ha sido hibernada tantas veces como derrotas han llovido lo menos, media docena-, momentos en los cuales quienes las sustentan suelen vestirse de lagarterana. Los habr¨¢ que, temerarlamente, invocar¨¢n a una recuperaci¨®n del equipo. Los m¨¢s cautos se abstendr¨¢n, visto el encefalograma del Madrid en el ¨²ltimo mes (a una victoria sonora en casa le sigue una derrota sonada fuera).
Pero esta sinuosidad, esta aparatosa intermitencia, no responde a un mal inexplicable. Significa, precisamente, que existe un mal. El Madrid es un equipo mal dise?ado y, adem¨¢s, rrial entrenado porque no abunda el cerebro ni en la cancha, ni en el banquillo, ni en los despachos. No abunda la cohesi¨®n y el entendimiento. Abundan directivos entrantes y salientes, jugadores desesperados y un entrenador desautorizado que vend¨ªa disciplina a raudales y no ha conseguido otra cosa que multiplicar el caos. Vistas as¨ª las cosas es tan anecd¨®tico que el Madrid gane al Joventut como que pierda en Lugo.
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