Entre Roca y Pujol
LAS DISCREPANCIAS, cada vez m¨¢s evidentes, entre Jordi Pujol y Miquel Roca tienen dos razones de fondo: el deseo del segundo de compartir expl¨ªcitamente el poder del primero y colocarse en primera l¨ªnea de sucesi¨®n y la distinta sensibilidad de ambos pol¨ªticos hacia la intervenci¨®n del nacionalismo conservador catal¨¢n en la pol¨ªtica espa?ola.En cuanto a la sucesi¨®n, el propio Pujol ha afirmado que su jubilaci¨®n pol¨ªtica es, por ahora, impensable. Ello no ha apaciguado la agitaci¨®n de quienes intentan tomar posiciones ante el proceso de recambio de liderazgo. Hasta ahora mismo, Roca era el delfin, o eso parec¨ªa desde que se le bendijo como secretario general sin el ominoso a?adido de "por delegaci¨®n" del m¨¢ximo l¨ªder. Pero el propio Pujol empez¨® a cuestionar la solidez del delf¨ªnato cuando el verano pasado ofreci¨® a Roca encabezar la candidatura para la alcald¨ªa de Barcelona y el delfin no la acept¨®: en realidad, porque ambiciona compartir el poder -al menos auton¨®mico- de forma clara tras a?os de gran influencia pol¨ªtica y de ayuno en el ejercicio de responsabilidades de gesti¨®n. Tras esta negativa, Pujol volvi¨® a desembarcar en el partido y a sustraer a su segundo de responsabilidades que ven¨ªa ejerciendo, como la negociaci¨®n del pacto con los socios de Uni¨® Democr¨¢tica para las municipales, o cuando, m¨¢s recientemente, ha puesto en entredicho las gestiones de Roca para pactar la reforma fiscal con los socialistas.
Pero hay m¨¢s. Su destacado papel en las Cortes convierte a Roca en un actor de primera fila de la pol¨ªtica parlamentaria espa?ola que no puede sostenerse si su ¨²nico norte son los c¨¢lculos de la pol¨ªtica dom¨¦st¨ªca catalana. Conducido por la pasi¨®n nacionalista, Pujol est¨¢ m¨¢s c¨®modo cuando se sit¨²a frente a un Gobierno que no es el suyo. En cambio, la referencia de Camb¨® atrae m¨¢s a Roca que a Pujol. Y as¨ª es capaz de pactar una reforma fiscal porque cree que es lo conveniente, aunque eso suponga inutilizar un cartucho de tanto r¨¦dito para la batalla electoral dom¨¦stica (la cr¨ªtica a la voracidad recaudatoria, la queja por la insuficiencia financiera auton¨®mica). Obviamente, el jacobinismo del PSOE no ha dado facilidades a Roca (al retrasar la firma de los acuerdos sobre despliegue de polic¨ªa auton¨®mica, por ejemplo), y la ruptura de la coalici¨®n entre socialistas y PNV en el Pa¨ªs Vasco da aliento al mensaje de desconfianza que Pujol siempre transmite cuando habla de los socialistas.
A ello se a?ade un elemento personal, aunque sea de tercer orden pol¨ªtico: la incomodidad de relaci¨®n suscitada por el hecho de que Roca se entere frecuentemente de las cosas que se cocinan en la pol¨ªtica de Estado antes que el presidente de la Generalitat. Por todo ello, ante la perspectiva que tiene Roca de regresar ¨²nicamente a los cuarteles de invierno parlamentarlos, prefiere pugnar por compartir la tarea de gobierno en Catalu?a y el liderazgo del nacionalismo conservador y pedir tambi¨¦n garant¨ªas inequ¨ªvocas de futuro sobre ello. Unas garant¨ªas que Pujol se resiste numantinamente a dar a una persona a la que dice tener en mucha estima, pero con la que discrepa.
Ser¨ªa lamentable que a ambos les invadiera la sensaci¨®n de que no hay sitio para los dos en la pol¨ªtica catalana y espa?ola, porque ello equivaldr¨ªa a un reduccionismo de las posibilidades de ambas pol¨ªticas. Y por otra raz¨®n. La reciente historia de los partidos espa?oles est¨¢ llena de parejas resquebrajadas (Su¨¢rez-Abril Martorell, Garaikoetxea-Arzalluz, Gonz¨¢lez-Guerra) y de sucesiones tormentosas (las de Fraga y Carrillo), demostrativas de una debilidad org¨¢nica inconveniente para una democracia joven.
Para el nacionalismo catal¨¢n moderado, las cosas son claras: o Pujol y Roca encuentran un sistema de cohabitaci¨®n, o caminar¨¢n aceleradamente hacia la par¨¢lisis de su partido, pues ninguno de los dos tiene el monopolio de ¨¦ste ni de su cuerpo electoral; es decir, ninguno de los dos cuenta con suficientes recursos para desplazar al otro, pero s¨ª disponen de plataformas desde las que laminar la posici¨®n del otro, ya sea en unas elecciones legislativas o en unas auton¨®micas.
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