Gorbachov y el poder
PROSIGUE EN la URSS la ofensiva autoritaria. El pasado viernes empezaron a funcionar las patrullas conjuntas de polic¨ªas y militares implantadas por un reciente decreto de Gorbachov. La medida, adoptada presuntamente para combatir la criminalidad, introduce una peligrosa novedad al encomendar al Ej¨¦rcito misiones de orden p¨²blico. El Gobierno de Rusia, juzgando tal decisi¨®n como ilegal, ha pedido al Comit¨¦ de Vigilancia Constitucional que la anule. Otras rep¨²blicas se oponen a su aplicaci¨®n. Enormes protestas ha levantado asimismo el decreto presidencial autorizando a la polic¨ªa de seguridad, el KGB, a entrar en cualquier empresa para controlar su funcionamiento. Es un paso contradictorio con la transici¨®n hacia una econom¨ªa de mercado.Al mismo tiempo se acent¨²a la ofensiva contra los reformistas m¨¢s conocidos. Un grupo de generales y almirantes ha pedido en una carta p¨²blica medidas contra Yeltsin, presidente de Rusia, acusado de "desmoralizar al Ej¨¦rcito". El Comit¨¦ Central del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS) anuncia sanciones contra Shatalin, antiguo miembro del Consejo Presidencial de Gorbachov. El PCUS y el Gobierno insisten cada vez m¨¢s en la exigencia de "orden y disciplina", lemas que tienen un claro significado de revancha de los enemigos de la perestroika.
En ese marco, la credibilidad de Gorbachov disminuye, y su pol¨ªtica se enfrenta a contradicciones insolubles. El Consejo Federal est¨¢ paralizado. En ¨¦l participan los representantes de las rep¨²blicas, que deben preparar el nuevo Tratado de la Uni¨®n. Pero las diferencias entre el centro y la periferia se agrandan. Una nueva causa de choque es el refer¨¦ndum convocado el 17 de marzo para que los sovi¨¦ticos digan si quieren "conservar la Uni¨®n de Rep¨²blicas Socialistas Sovi¨¦ticas como una federaci¨®n renovada de rep¨²blicas soberanas". Con un aparato comunista movilizado para imponer "el orden y la ley", con la censura reinstaurada en televisi¨®n y serios ataques a la prensa de oposici¨®n no hay garant¨ªas de un refer¨¦ndum democr¨¢tico. Lo que busca Gorbachov es obtener una justificaci¨®n democr¨¢tica para zanjar en un sentido centralista las discrepancias con las rep¨²blicas. Por ello, muchas de ¨¦stas rechazan el refer¨¦ndum y organizan su propia consulta a los ciudadanos.
Al mismo tiempo, parte de las tropas enviadas al B¨¢ltico han sido retiradas, y los comit¨¦s de salvaci¨®n nacional creados por los militares han sido disueltos. Despu¨¦s de choques y muertes se entierra el plan de establecer una "Administraci¨®n presidencial". Las .negociaciones con los Gobiernos de Letonia, Estonia y Lituania se van a reanudar. Este ejemplo demuestra que la pretensi¨®n de imponer decisiones a las rep¨²blicas desde el Kremlin es no s¨®lo peligrosa, sino inviable: conduce a tener que dar marcha atr¨¢s si las rep¨²blicas se mantienen firmes o al empleo de la fuerza armada. Pero ese retroceso de Gorbachov en el B¨¢ltico parece puramente t¨¢ctico. Su pol¨ªtica en otros aspectos sigue reflejando una orientaci¨®n centralista, autoritaria, que imposibilita una verdadera concertaci¨®n con el conjunto de las rep¨²blicas, lo que ser¨ªa el ¨²nico camino para salir de la crisis.
En esta coyuntura, Gorbachov aparece cada vez m¨¢s aislado: los ultras del Ej¨¦rcito y del aparato comunista le reprochan agriamente su retroceso en el B¨¢ltico, y en los medios reformistas, las cr¨ªticas a su actitud son cada vez m¨¢s tajantes. Su principal obsesi¨®n hoy parece ser -como ha explicado, Shatalin- la de concentrar en sus manos todos los poderes. Pero detr¨¢s de una fachada de m¨¢xima personificaci¨®n del poder, las tendencias centr¨ªfugas se extienden, la econom¨ªa se hunde y el auge involucionista, lejos de aportar soluciones, agrava la situaci¨®n.
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