Como en casa

Con un fr¨ªo de mil demonios, el grupo Celtas Cortos actu¨® en medio de la madrile?a Plaza Mayor, convertida en p¨¢ramo mesetario, y la basca se fue, casi enterita a verlos. Basca (en Madrid se pronuncia vajca) es el colectivo supuestamente perif¨¦rico que en t¨¦rminos tribales agrupa a heavies, punkies y mucho poshippy.Todos ellos aman la bronca (brincar mientras corean: -Jey, jey, jey - _. "), y consiguieron que los vallisoletanos Celtas Cortos se sintieran -ellos lo dijeron- "como en casa". El 80% de su repertorio son jigas c¨¦lticas instrumentales, anteriores al proceso de renovaci¨®n efectuado recientemente por grupos brit¨¢nicos como The Pogues o The Oyster Band.

Celtas Cortos recuerda a sus antecesores cant¨¢bricos y bretones: Milladoiro, Oskorri, Gweridal... Son buenos instrumentistas y en escena se les ve muy animados. El virtuosismo de Alberto Garc¨ªa al viol¨ªn destaca junto a la labor del flautista y gaitero Carlos Soto. El resto de los instrumentos permanece en segundo plano, a modo de soporte de las largas disquisiciones mel¨®dicas de uno y otro. Ocasionalmente alg¨²n detalle pian¨ªstico y del bajo escapa al r¨ªgido esquema celta para introducirse en sonoridades m¨¢s americanas.

Celtas Cortos y su previsible ¨¦xito mayoritario sugieren el estado de "no va m¨¢s" de la m¨²sica hispana actual. Su ins¨®lito encarrilamiento en la v¨ªa muerta del legado celta se complementa con algunas canciones: directas, pero muy bellas; te?idas de melanc¨®lica tristeza. Jes¨²s Hern¨¢ndez posee una voz rota personal¨ªsima, y es una pena que el grupo se prodigue tan poco en utilizarla. Cuando ocurre Celtas Cortos es una banda de rock con composiciones emocionantes (Insumisi¨®n, todo un himno ampliamente coreado) y muy capaz de dosificar con gusto las ra¨ªces que su nombre evoca.