Documentos sobre Aza?a

Hasta ahora me hab¨ªa abstenido de intervenir en la pol¨¦mica sobre los papeles de Aza?a para no tener que relatar an¨¦cdotas que, de puro grotescas, prestar¨ªan m¨¢s a la carcajada que a aquello que de verdad suscitan, que es la tristeza. Surge ahora el asunto de los documentos del archivo del Ministerio de Justicia. Cuando me entrevist¨¦ con el se?or Pau, actual director general de los Registros y del Notariado, para solicitarle informaci¨®n acerca de alg¨²n documento susceptible de ser incluido en la exposici¨®n que sobre Manuel Aza?a estaba organizando el Ministerio de Cultura y de la cual yo he sido comisario, me comunic¨®, efectivamente, la existencia de varios que me parecieron interesantes y que han formado parte del material expuesto en Madrid y, ahora mismo, en Valencia: la instancia de solicitud de Aza?a para presentarse a las oposiciones en el a?o 1910 y el ejercicio mismo de oposici¨®n. Me manifest¨® su intenci¨®n de publicarlos, y yo mismo le facilit¨¦ algunos datos que facilitar¨ªan la obtenci¨®n de las autorizaciones pertinentes. Le ped¨ª copia de los dos, y a los pocos d¨ªas la recib¨ª, habi¨¦ndome comprometido, cosa que me pareci¨® l¨®gica, a no darlos a conocer hasta su publicaci¨®n, si bien, como me parec¨ªa de justicia, le facilit¨¦ informaci¨®n acerca de ellos al se?or Santos Juli¨¢, que trabajaba por entonces en la biograf¨ªa pol¨ªtica de Aza?a que luego se ha publicado.Tambi¨¦n le pregunt¨¦ al se?or Pau sobre la existencia de otros documentos, con el fin de reconstruir la carrera administrativa de Aza?a, y el se?or Pau me contest¨® que no hab¨ªa all¨ª nada m¨¢s. Tampoco me inform¨® de la existencia, en el archivo del ministerio (situado en la misma calle en la que se encuentra la direcci¨®n general de la que es titular el se?or Pau, aunque en la acera de enfrente: un abismo), de unos decretos referentes a la actuaci¨®n pol¨ªtica de Aza?a en los a?os treinta. Fue la directora de ese archivo la que me facilit¨® la informaci¨®n. Ante mi perplejidad por la escasa documentaci¨®n all¨ª conservada, una funcionaria, luego de contarme que un ministro de Justicia anarquista hab¨ªa ordenado durante la guerra civil la quema de numerosos papeles, se ofreci¨® amablemente a prestamos, para la exposici¨®n, un documento privado firmado por Aza?a que ella misma guardaba en su casa.

As¨ª qued¨® la cosa hasta que, hace poco tiempo, he tenido noticia del libro sobre Aza?a publicado por el Ministerio de Justicia, bajo la responsabilidad del se?or Pau. El volumen incluye una documentaci¨®n infinitamente m¨¢s rica de lo que entonces se me inform¨®. Todav¨ªa estoy esperando un ejemplar. Como es una edici¨®n no venal, supongo que los reservan para los conocidos.

Reconozco, se?or director, que mi capacidad de indignaci¨®n se ha agotado. Un episodio como ¨¦ste, que ha impedido al p¨²blico y a los historiadores, como el se?or Santos Juli¨¢, matizar la comprensi¨®n del personaje, me produce tan s¨®lo un poco m¨¢s de amargura. Al menos, eso s¨ª, ya no se queman los documentos; tan s¨®lo los esconden hasta que a un director general le conviene darlos a conocer. El esp¨ªritu sigue siendo el mismo. De la pervivencia se deduce que, a poco que cambie la situaci¨®n, volver¨¢n las hogueras.-