Una oportunidad a la paz
LA PAZ es posible, incluso cu¨¢ndo s¨®lo queda un h¨¢lito de esperanza. Sadam Husein ha aceptado in extremis la resoluci¨®n 660 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su traducci¨®n sovi¨¦tica, y ofrece retirarse de Kuwait "incondicional y totalmente". El acuerdo, avalado por Mosc¨², significar¨ªa, si acaban concret¨¢ndose sus modalidades, una victoria en toda regla del derecho internacional y de las propias Naciones Unidas, que ver¨ªan reconocido su protagonismo en el mismo proyecto de alto el fuego y de retirada de Kuwait cerrado esta madrugada entre el ministro de Exteriores iraqu¨ª, Tarek Aziz, y Gorbachov.S¨®lo faltaba esta madrugada, para coronar el mejor final de la tr¨¢gica e hist¨®rica circunstancia que acaba de vivir la humanidad, que el presidente norteamericano, George Bush, y sus principales aliados aceptasen los t¨¦rminos fundamentales del pacto, ordenasen la paralizaci¨®n de la Operaci¨®n Tormenta del Desierto -es decir, el alto el fuego inmediato- y comenzasen las arduas negociaciones para poner fin al conflicto. Todo ello resulta factible dada la continua comunicaci¨®n y consultas entre los m¨¢ximos dirigentes sovi¨¦ticos y norteamericanos. A la satisfacc16n general por las perspectivas de paz deben a?adirse, sin embargo, las oportunas cautelas ante las dificultades pol¨ªticas y t¨¦cnicas que caracterizan a un acuerdo de esta naturaleza. Es incluso posible que el texto sufra modificaciones, y cabe no descartar un revolc¨®n de ¨²ltima hora a toda posibilidad de acuerdo. La paz estaba m¨¢s cerca, pero tambi¨¦n es cierto que las espadas segu¨ªan en alto en el teatro de operaciones y en el terreno diplom¨¢tico.
Como suele suceder en las situaciones l¨ªmite, y lo es una guerra internacional que deriva hacia una gran ofensiva terrestre -es decir, hacia una gran carnicer¨ªa humana-, los ¨®rdagos se suceden y se aguantan hasta el ¨²ltimo segundo de la capacidad de resistencia de los agentes en conflicto. El discurso radiof¨®nico de Sadam Husein ayer por la tarde, interpretado en clave de suicidio militar y de demencial resistencia numantina por la casi totalidad de los Gobiernos y analistas pol¨ªticos, ha resultado ser una vuelta de tuerca m¨¢s en el gigantesco farol realizado por este dictador cruel y astuto caudillo en su forcejeo con la coalici¨®n internacional.
Husein emit¨ªa en sus duras expresiones de continuismo b¨¦lico dos mensajes simult¨¢neos: uno, de moralizaci¨®n de las tropas dispuestas al combate, en el caso de que EE UU decidiera proseguir la guerra, y un segundo mensaje de enmascaramiento de la derrota en el caso de aceptaci¨®n de su rendici¨®n incondicional, de forma que pueda decir a sus seguidores que Bush ha aceptado su propuesta de paz del 15 de febrero, en la que se vinculaba de forma confusa y desordenada la retirada de Kuwait con el conjunto de los problemas de la regi¨®n, y especialmente la cuesti¨®n palestina. Por cierto, que la menci¨®n de estos puntos brilla por su ausencia en el texto le¨ªdo por el portavoz sovi¨¦tico pasada la medianoche.
Con la intensa actividad diplom¨¢tica de los ¨²ltimos d¨ªas, y sobre todo una vez que se hizo p¨²blico que Gorbachov hab¨ªa presentado un plan de paz a Tarek Aziz en Mosc¨², brotaron las esperanzas de que estaba a punto de abrirse una v¨ªa de negociaci¨®n. Si bien Gorbachov s¨®lo pod¨ªa hablar en nombre de la URSS, lo cierto es que su plan encontr¨® una serie de apoyos sustantivos, particularmente en el seno de la Comunidad Europea.
El resultado del forcejeo no puede ser m¨¢s alentador para el derecho internacional y para los amantes de la paz y de las libertades. Husein se ha visto obligado a ofrecer una retirada precipitada y pr¨¢cticamente incondicional, que le fuerza a liberar a los prisioneros de guerra inmediatamente.
La coalici¨®n debe, para ser coherente consigo misma, conceder como contrapartida algo que es, de por s¨ª, positivo para el pueblo de Irak, para nada enemigo de la comunidad internacional ni responsable de los desafueros de sus dirigentes: el levantamiento de las sanciones econ¨®micas, que ahora ya no producir¨ªan ning¨²n efecto debilitador sobre Husein y que pesar¨ªan en cambio dolorosamente sobre un pueblo que se ha visto ya obligado a soportar lo insoportable.
Queda esperar, para culminar las expectativas de esta paz tan duramente trabajada -y que, no hay que olvidarlo, es fr¨¢gil y no est¨¢ s¨®lidamente asentada- que la negociaci¨®n empiece a abrir las puertas de la democracia a los pueblos de la regi¨®n.
La actitud de la coalici¨®n en la negociaci¨®n de la paz exigir¨¢ mucha generosidad y tanta tenacidad como esfuerzo se ha necesitado en la dif¨ªcil convivencia con la guerra. Para ello es de esperar que Europa recupere de nuevo su voz y colabore eficazmente en apaciguar los ¨¢nimos y en levantar de la postraci¨®n econ¨®mica a los vecinos pa¨ªses ¨¢rabes.
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