Desde la locura
Queridos biznietos: me figuro y temo que, al recibo de ¨¦sta, estar¨¦is pas¨¢ndolas muy putas, ?no? ?La de penas y miserias! De lleno os estar¨¢ tocando el fracaso declarado del Sistema, el estropicio de la econom¨ªa y la pol¨ªtica y de toda la Ciencia a su servicio. Y que no habr¨¦is tenido donde esconderos del derrumbamiento. Cuando el Sistema se mete as¨ª hasta el retrete en las casas y las personas, su declaraci¨®n de ruina y de fals¨ªa no pueden menos de aplastarnos y dejar llenas de vac¨ªo vuestras viditas breves.Pocos ser¨¢n, supongo, los que hayan escapado, por la v¨ªa que sea, del desastre, y que entre ellos no estar¨¦is vosotros, criaturitas, que algo habr¨¦is tenido que heredar de la bobaliconer¨ªa propia de la familia.
As¨ª que, entre los ajetreos del s¨¢lvese quien pueda, seguro que no tendr¨¦is mucho humor ni ganas para leer estas letras de vuestro dudoso ancestro; que, si alguna vez os acord¨¢is de nosotros ("?Carta del doctor Garc¨ªa? -Ah, ?uno que era m¨¦dico de moribundos? - Que dice que era bisabuelo nuestro"), ser¨¢ para maldecirnos sobre nuestras tumbas, "Pues ?vaya mundo que nos han dejao los muy cabrones!"
Pero, con todo, por si acaso... Con doble intenci¨®n os escrib¨ªa, hermosos, con dos intenciones y contrarias: que es que, si uno se pone a hacer malos augurios y figuraciones negras, lo hace por lo bajo con la esperanza supersticiosa de que eso mismo contribuya a que no se cumplan sus augurios y figuraciones. Es como cuando llegaba uno ante la puerta de una en cuya buena o mala acogida le parec¨ªa que se jugaba mucho, y entonces, al ir a tocar el timbre, se pon¨ªa, como un conjuro, a imaginar con todo el pormenor posible la cara ce?uda y la voz agria con que la otra le iba a abrir la puerta; que, como es regla de la realidad que nunca responda exactamente a los c¨¢lculos y profec¨ªas, as¨ª estaba ya impidiendo por lo menos que ella lo recibiera con exactamente aquel gesto y aquella cara.
Conque, si al recibo de ¨¦sta, prendas queridas, os encontr¨¢is tan alegres y felices, no sab¨¦is qu¨¦ suspiro de alivio daba de lo m¨¢s hondo, si estuviera vivo, y hasta que presumiera un poco de haber hecho fracasar mis funestas figuraciones con el solo hecho de formularlas. Pero por si os encontr¨¢is, sin embargo, metidos en el embrollo y desconcierto previsible para ese vuestro mundo postdesarrollado, por eso os mandaba aqu¨ª estos avisos, por si os pod¨ªan valer de algo.
S¨ªntomas del desastre
Y lo primero, que supierais que, ya en este tiempo que os escrib¨ªa, harto claros eran los s¨ªntomas del desastre y de la ruina; s¨®lo que era justamente parte de ellos el que la mayor¨ªa no pudieran o (qu¨¦ m¨¢s da) no quisieran verlos. Eran evidencias de la locura de la mayor¨ªa (y en grado sumo, de sus ejecutivos representantes), de la demencia de la normalidad.
Mirad, hoy mismo, mientras os estaba escribiendo en la m¨¢quina de la consulta, los ratos que no ven¨ªa a darme la tabarra alg¨²n paciente, estaba viendo caer la nieve, la nevada tard¨ªa de este a?o, por las cristaler¨ªas de lo alto de este bloque que la locura hab¨ªa constru¨ªdo y donde me hab¨ªa a m¨ª alojado. Pero casi nadie, seguro, estaba viendo caer la nieve; seguro que estaban, la mayor¨ªa, con los ojos fijos en la pantallita (disculpad, queriditos, que os la nombre, que ya s¨¦ que os har¨¢ torcer el morro, despu¨¦s de la revuelta de aproximadamente el 2045; pero, aunque no quer¨¢is creerlo, ahora hab¨ªa muchos que se la segu¨ªan comprando y meti¨¦ndola en sus casas), la pantallita donde les serv¨ªan la realidad.
Les estaban estos d¨ªas sirviendo como realidad principalmente una falsa guerra (tal vez habr¨¦is le¨ªdo algo del caso, cuando ¨ªbais a la escuela), una pantomima de lo que hab¨ªa de lo que hab¨ªa sido la guerra en tiempos de la Historia; una pantomima costosa, eso s¨ª, y tambi¨¦n sangrienta, claro: quien ten¨ªa que despilfarrar millones, ten¨ªa de paso que despilfarrar unas cuantas vidas, aunque no m¨¢s que en otros de los despilfarros de que iba en nuestros a?os la Econom¨ªa malviviendo; la contabilidad, entre millones de dinero y miles de almas, no pod¨ªa distinguir mucho.
Y en fin, que con esa penosa farsa llevaban siete meses ofreci¨¦ndole a la Humanidad histor¨ªa contempor¨¢nea a la desesperada. Es un ejemplo: os lo contaba para que os hici¨¦rais una primera idea de a qu¨¦ punto hab¨ªa llegado en esta fecha que os escrib¨ªa la locura normal o mayoritaria. Casi todos estaban viendo esa realidad televisiva. Casi ninguno estaba viendo caer la nieve: eso no era real, o muy poquito. ?Os vais dando cuenta de c¨®mo ya en los d¨ªas de vuestro triste bisabuelo estaba en marcha la demencia, la que ha llegado a derrumbarse sobre vosotros, vidas m¨ªas, con esas penas y quebrantos?
Y hab¨ªa tambi¨¦n ya por ahora muchos profetas bienintencionados que les anunciaban para el futuro cat¨¢strofes y apocalipsis, que cre¨ªan en la Guerra Nuclear (no pong¨¢is esa sonrisa tan agria, hombre: sed un poco piadosos) que iba a hacer reventar el Globo, o clamaban que a este paso nunca m¨¢s iba a caer nieve sobre el mundo. Pero ya veis: tambi¨¦n eso serv¨ªa para cegar a lo inmediato y lo palpable, a los s¨ªntomas de la locura que estaba ya floreciendo en nuestros d¨ªas.
Vosotros ahora est¨¢is ya viendo c¨®mo se equivocaban por igual las promesas y las amenazas de Futuro, lo mismo las de los profetas apocal¨ªpticos que las de los Siniestros servidores del Sistema, que segu¨ªan todav¨ªa clamando que su Sistema era el Futuro de la Humanidad, que iban por alg¨²n camino, hacia alguna meta, creyendo que iban a seguir desarroll¨¢ndose por siempre, ampliando su negocio otros diez a?os m¨¢s, otros veinte a?os.
Ideal fant¨¢stico
Ya veis vosotros, desgraciadillos de mis ojos nuevos, ad¨®nde han ido a dar las promesas y las amenazas: ni apocalipsis ni desarrollo: nada: esas miserias, esas penas. Que es que ese mundo, con su pol¨ªtica y su econom¨ªa, lo hab¨ªa montado el ideal fant¨¢stico de los orates del Poder; y ahora, vuestro ahora, desmontar todo el armatoste, hallar entre las ruinas senderillos para ir viviendo, eso cuesta, ?verdad, amores?; eso cuesta, s¨ª, lo que os est¨¢ costando. Que por eso os escrib¨ªa: por si eso pod¨ªa ayudaros a no desesperar, sobre todo a no recaer ya m¨¢s en las huellas de la locura.
Pero, por ahora, con sus proclamaciones de Futuro, lo que trataba de conseguir (sin darse cuenta, claro: nadie se da cuenta de lo que hace: si se diera, no lo har¨ªa) era hacerle creer a la gente que estaban viviendo la Historia, que iba a pasar, manana mismo, o manana, o ma?ana, algo trascendental; para que, cegados con eso, no sinti¨¦ramos lo que estaba pasando aqu¨ª, ahora mismo, en esas calles atestadas de cucarachas de lata que se ve¨ªan desde estos ventanales, movi¨¦ndose para no moverse.
De esta demencia nac¨ªa esa miseria que vosotros, tristecillos, estar¨¦is pasando. Y el caso es que todav¨ªa a una minor¨ªa de ellos los trataban como locos, encerr¨¢ndolos y analiz¨¢ndolos: los que viv¨ªan en un mundo, dec¨ªan ellos, irreal, en sus fantas¨ªas y sinsentidos propios, incapaces de manejarse en este mundo de la realidad de la mayor¨ªa. Y no se daban cuenta de que ese mismo diagn¨®stico le era justamente aplicable a la mayor¨ªa, a la normalidad: ese vivir en la realidad televisiva y la fantas¨ªa de la Historia Contempor¨¢nea, ese no saber palpar y sentir las cosas a su derredor ni sus mismos corazones m¨¢s que a trav¨¦s de una como capa de celof¨¢n de demencia generalizada.
Acaso se os ocurra, si me le¨¦is, malhumorados como me estar¨¦is leyendo, que bueno, que el mundo ha estado siempre loco, que las mujeres, como dec¨ªa la otra, est¨¢n locas todas, que la raz¨®n humana no es m¨¢s que la flor de la locura. Y puede ser: pero otros tiempos yo no los conoc¨ªa m¨¢s que en ¨¦ste; y en ¨¦ste os quer¨ªa hablar de todos.
Y deciros esto lo primero: que aun cuando la locura, o mejor llamarla idiotez, venga a proliferar de esta manera, que idiota sea la mayor¨ªa y loca la normalidad, no importa, vidas m¨ªas: hay un criterio para reconocer la demencia, que no es el criterio de la mayor¨ªa, y de la norma: hay, en esta lengua com¨²n con que os escrib¨ªa, una raz¨®n siempre viva que puede llamar a la mayor¨ªa y a la normalidad idiota y loca.
Eso era lo que quer¨ªa yo escribiros, que supi¨¦rais que ya desde aqu¨ª os estaba este ancestro vuestro acompa?ando en vuestras penas. ?Os ayudar¨¢ esto en algo para irlas pasando con la mejor gracia? ?Nos perdonar¨¦is por ello un poco de haber reca¨ªdo en esta fe de la demencia y haberos dejado semejante mundo?
En todo caso, si me dejan (ahora ve¨ªa tras la puerta de cristales la sombra de un paciente que apenas se atrev¨ªa a tocar con los nudillos), otro d¨ªa os seguir¨ªa contando c¨®mo era esta locura. Recibid, por favor, fr¨ªos y todo ya, mis abrazos, y salud!
es catedr¨¢tico de Lat¨ªn en la Universidad Complutense de Madrid.
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