La carretera de los vencidos
Una multitud de harapientos soldados iraqu¨ªes marcha sin control hacia Basora
ENVIADO ESPECIALLa carretera est¨¢ flanqueada por carros de combate destruidos y pozos de petr¨®leo ardiendo. Una multitud harapienta camina por ella, intentando llegar a la ciudad iraqu¨ª de Basora desde la franja de Irak que controlan las tropas estadounidenses. Los soldados de Sadam Husein marchan en retirada, armados, sucios, hambrientos y vengativos. Numerosos asi¨¢ticos y kuwait¨ªes que pudieron huir de las prisiones de Basora hablan de combates callejeros entre militares y civiles y de la aparici¨®n de brotes de c¨®lera. El domingo por la noche, en las cercan¨ªas del enclave iraqu¨ª de Safwan, partidas de soldados iraqu¨ªes asaltaron a todo aquel que intent¨® acercarse hasta la poblaci¨®n donde la Guardia Republicana tiene uno de sus cuarteles generales.
Un grupo de reporteros permanec¨ªa ayer perdido dentro de Irak y un viajero que entr¨® en el pa¨ªs dijo haber visto c¨®mo soldados de la Guardia Republicana introduc¨ªan en un coche Mercedes a dos europeos "muy asustados y con aspecto de ser periodistas". Un camar¨®grafo de la cadena norteamericana de habla hispana Univisi¨®n pudo huir cuando ten¨ªa un cuchillo en el cuello. Otros dos fot¨®grafos de una agencia fueron ametrallados, aunque no alcanzados. Los veh¨ªculos de otros informadores fueron saqueados e inutilizados. Varios corresponsales franceses e italianos no hab¨ªan regresado ayer por la noche a Kuwait City y se teme que hayan sido detenidos por patrullas del Ej¨¦rcito que se bate en retirada.Los asaltos a varios corresponsales de guerra se produjeron cuando un grupo de ellos super¨® el domingo las l¨ªneas norteamericanas y se adentr¨® sin escolta en Irak. Durante los primeros kil¨®metros se encontraron con soldados en retirada que saludaban pac¨ªficamente, pero a unos 20 kil¨®metros de Saf Wan varios de sus veh¨ªculos fueron interceptados por 30 o 40 soldados iraqu¨ªes que les rodearon.
El representante de Univisi¨®n pudo huir acelerando de golpe su veh¨ªculo. El resto permaneci¨® enca?onado hasta que lleg¨® un oficial iraqu¨ª y control¨® la situaci¨®n. Tras advertir que todav¨ªa no se hab¨ªa suscrito el armisticio definitivo, les conmin¨® a bajarse de Ios veh¨ªculos. Fueron trasladados a 15 kil¨®metros de la carretera y acordaron con el oficial que podr¨ªan volver hoy. Cuando retornaron a sus veh¨ªculos, encontraron los cables de la instalaci¨®n el¨¦ctrica cortados y los aparatos esterof¨®nicos arrancados. Los periodistas que ayer no hab¨ªan regresado a Kuwait City trabajan para el diario Le Monde, TF-1, TF-3, Telemontecarlo, Canal 5, grupo de peri¨®dicos Politres y revista Panorama, ¨¦stos ¨²ltimos italianos.
Furiosos y vencidos
Muchas unidades iraqu¨ªes han perdido el contacto con sus mandos y sus miembros est¨¢n furiosos por la derrota y por las bajas sufridas en su ¨²ltimo repliegue o durante los inacabables bombardeos. Pelotones de iraqu¨ªes encuadrados en fuerzas irregulares buscan revancha y vagan por las rutas fronterizas con el emirato reconquistado."Despu¨¦s del ¨²ltimo pozo ardiendo, a la derecha", me dice un marine de Nuevo M¨¦xico cuando le pregunto por la ruta hacia Basora. Quiz¨¢ pudo haber sido m¨¢s preciso en su explicaci¨®n y a?adir: "Cuando sobrepasen el 25? blindado ardiendo y las naves voladas por la aviaci¨®n, sigan adelante, crucen por el desierto cuando observen que los zapadores est¨¢n volando minas y eviten chocar con el avi¨®n de transporte que ha aterrizado en la misma carretera".
El general Normal Schwarzkopf, jefe de la Operaci¨®n Tormenta del Desierto, y varios comandantes de Sadam Husein celebraron ayer en Saf Wan un nuevo encuentro para ultimar los detalles del definitivo alto el fuego. A la misma hora, civiles iraqu¨ªes regresaban por ese punto a su pa¨ªs en coches destartalados con colchones y maletas en la baca. "Tenemos ¨®rdenes de dejarles pasar si no llevan armas", dice un soldado en un control.
Las armas, los Kal¨¢shnikov, las ametralladoras, los ca?ones, las granadas, quedaron 60 kil¨®metros atr¨¢s, a las afueras de Kuwalt City, en un gigantesco amasijo en el que se mezclan m¨¢s de un millar de veh¨ªculos destruidos, autobuses y coches reventados, carros calcinados y motocicletas despanzurradas que poco a poco son apartadas de la ruta por tractores y gr¨²as militares. El armamento est¨¢ revuelto con toda la mudanza iraqu¨ª sorprendida por la aviaci¨®n en plena huida: pintalabios, calculadoras, zapatillas, toallas, bol¨ªgrafos, televisores y un sinfin de art¨ªculos cargados en el largo convoy aniquilado.
Ayer, los marines y las tropas ¨¢rabes encargadas de clasificar el fruto de la rapi?a, se f¨®tografiaban entre los restos de la columna alcanzada y guardaban como recuerdo alg¨²n objeto del inmenso y variopinto bazar, hasta hace poco salpicado de cad¨¢veres. Un tomavistas nuevecito, por ejemplo, uno de los recuerdos. 30 kil¨®metros m¨¢s adelante, medio centenar de pozos de petr¨®leo arden a menos de 200 metros de la carretera. Sus llamas se alzan impresionantes y forman columnas de humo negro y blanco que se ensanchan como hongos en un cielo oscurecido.
Tropas brit¨¢nicas, francesas y estadounidenses mantienen sus posiciones a lo largo de la carretera que saliendo de Kuwait City llega hasta Safwan y de all¨ª en 50 kil¨®metros alcanza Basora. Desde all¨ª marchan penosamente hacia Kuwait grupos de envejecidos filipinos, srilankeses y kuwait¨ªes que salieron de la c¨¢rcel cuando militares iraqu¨ªes o funcionarios hartos de su Gobierno se rebelaron contra sus superiores y abrieron varias prisiones.
Marcha a pie
Mangal, una hind¨² con dos ni?os peque?os, cuenta que durante su larga peregrinaci¨®n descalza hacia Kuwait se aliment¨® exclusivamente de tomates. Ahmed Idalha, de 20 a?os, kuwait¨ª, volvi¨® ayer a su pa¨ªs, donde, hab¨ªa sido encarcelado durante la ocupaci¨®n y despu¨¦s trasladado a un penal de Basora. Otros iraqu¨ªes en grupos m¨¢s reducidos cruzaron tambi¨¦n los l¨ªmites de su pa¨ªs para entregarse.En Kuwait City, un grupo de corresponsales nos fotografi¨¢bamos, como felices turistas, ante un carro ardiendo en el que peri¨®dicamente se produc¨ªan explosiones que atribu¨ªamos a la combusti¨®n de materiales sint¨¦ticos. Hasta que un blindado norteamericano nos puso la torreta en la boina y sus tripulantes nos ordenaron retirarnos inmediatarriente. Las detonaciones resultaron ser ca?onazos que se disparaban, percutidos por las llamas.
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