Un Chejov distinto

No estamos acostumbrados a este Ch¨¦jov, sino al de la tradici¨®n del teatro de Arte de Mosc¨², que es como se viene representando en el mundo, salvo extravagancias: el aislamiento de los personajes en s¨ª mismos, los mon¨®logos simult¨¢neos; la vida devastada, yerma; los presentimientos de la sociedad est¨¦ril que se deshace.Otomar Krejka, que gan¨® su mito de defensor de la libertad en las represiones de Praga a?os despu¨¦s de la primavera, lo dirige mas a la manera rom¨¢ntica: personajes apasionados, situaciones sobreactuadas. Liubov, la protagonista, queda borrosa, p¨¢lida y ganan los personajes pintorescos. Lo cual conduce a los actores a la exageraci¨®n en contraste con cierto mimo a los movimientos secundarios, a la relaci¨®n larga y morosa con los objetos. Lejos del idioma checo de esta versi¨®n, nos falta Chejov y nos sobra tiempo.

Quiz¨¢ la mitad, quiz¨¢ mas, se fueron en el descanso: agradecidos, pero exhaustos. A pesar de que la representaci¨®n fue abreviada. Los que sobrevivieron eran los apasionados de esta forma de teatro. Todos aplaudieron con la admiraci¨®n l¨®gica al esfuerzo, y a las condiciones de los actores que, quiz¨¢ con otra direcci¨®n, llegar¨¢n a cimas mucho mas altas.