"En Espa?a siempre se espera lo peor"
Aparece 'Espa?a y su mundo', del autor de la biograf¨ªa del conde duque de Olivares
Pregunta. Este libro, Espa?a y su mundo, nos introduce en cierto modo en la historia de un descubrimiento y de una decepci¨®n ?Cu¨¢l es la biograf¨ªa de este libro?Respuesta. Yo no soy muy partidario de publicar en forma de libro los ensayos y los art¨ªculos que aparecen en revistas especializadas y profesionales. Pero algunos amigos me insistieron en que tendr¨ªa cierto inter¨¦s ver en un solo tomo una selecci¨®n de estos trabajos. Luego vi que tal vez hab¨ªa m¨¢s coherencia en los ensayos como obra de conjunto que lo que hab¨ªa pensado en un principio, y estim¨¦ que en forma de libro pod¨ªan ofrecer una impresi¨®n de mi trayectoria como historiador, casi desde mi primer art¨ªculo sobre la rebeli¨®n de los catalanes, que publico aqu¨ª, hasta los ¨²ltimos sobre la Corte de los Austrias y el arte de la propaganda en la Espa?a del siglo XVII. Para dar m¨¢s coherencia al tomo lo divid¨ª en secciones y puse al principio de cada una de ellas una peque?a introducci¨®n que explica c¨®mo me encontr¨¦ con el tema y los problemas que supuso, de forma que se dedujera de ambas actitudes tanto la naturaleza de los asuntos como la propia personalidad del autor. Hasta cierto punto, pues, ha salido una especie de autobiograf¨ªa personal y profesional, sin que sea, por supuesto, una autobiograf¨ªa en sentido estricto.
P. El libro nos introduce de nuevo en un tema muy espa?ol: el descubrimiento y la decepci¨®n. Aunque usted en un momento determinado no le concede demasiada importancia a esta frase, porque proviene de un hombre cansado, s¨ª podr¨ªa ser un punto de referencia para reflexionar sobre esa actitud espa?ola. La frase es del conde duque de Olivares y dice: "Fuera m¨¢s poderosa Espa?a si hubiera menos aquel Nuevo Mundo".
R. Es una frase que me fascina. Desde luego, es la frase de un hombre agotado. Pero para m¨ª demuestra una ambivalencia, desde el principio, en la actitud de los espa?oles ante en el Nuevo Mundo, en el sentido de que el Nuevo Mundo da prestigio, poder, riqueza, a Espa?a, pero desde los primeros a?os del descubrimiento hubo tambi¨¦n una corriente de cr¨ªtica entre los espa?oles ante lo que estaba pasando. Fue creciendo con las obligaciones del Imperio el desenga?o con las consecuencias del Descubrimiento. Ese desenga?o se hace mucho m¨¢s fuerte en el momento en que se entra en la gran crisis econ¨®mica de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, cuando empieza a decirse que la riqueza ha dado la pobreza y se pone en evidencia la paradoja de tener mucho y no tener nada. Por eso los arbitristas, que son apasionantes en los enfoques de lo que estaba pasando, intentan hablar de la aut¨¦ntica riqueza, que es la riqueza creada por la comunidad y no importada de las Indias, e insisten en que Espa?a, por culpa de las Indias, tiene una visi¨®n deformada de lo que es la aut¨¦ntica riqueza, que es el fruto del trabajo de sus ciudadanos. Para m¨ª, en esa frase el conde duque est¨¢ recogiendo algo de esta corriente de cr¨ªtica hacia el impacto de Am¨¦rica sobre la sociedad y la econom¨ªa espa?olas.
P. ?Usted cree que en el car¨¢cter de los espa?oles hab¨ªa cierta incapacidad de reflexi¨®n y que lo que el Conde Duque ped¨ªa era ensimismamiento despu¨¦s de la aventura, para volver a descubrir la posible esencia espa?ola?
R. Desde luego. Es una corriente de pensamiento que se encuentra en Quevedo, por ejemplo, y que pregona el regreso a una Espa?a preimperial, una Espa?a idealizada, por supuesto, de la Edad Media, una sociedad mucho m¨¢s sencilla y pose¨ªda de los grandes virtudes militares de disciplina, de aut¨¦ntica religi¨®n, valores corrompidos por la riqueza que ven¨ªa de las Indias. Era una llamada a los espa?oles del siglo XVII para que recordaran a sus antecesores medievales para imitarlos en vez de caer seducidos por el oro y la plata de Am¨¦rica.
Fracaso
P. Hay constantes referencias suyas, en su libro, a la ¨¦poca del fracaso y la decadencia pol¨ªtica, pero con la misma frecuencia usted recuerda que aqu¨¦l fue el tiempo del Siglo de Oro. ?Es caracter¨ªstico que en periodos de decadencia se produzca esta floraci¨®n de calidad intelectual y art¨ªstica?R. A m¨ª me parece bastante caracter¨ªstico. Cuando la gente venidera piense por ejemplo en la Inglaterra del siglo XX, tal vez se?ale en primer lugar a Henry Moore, a Francis Bacon, a los grandes actores del siglo XX, y es muy posible que siempre haya una relaci¨®n entre la decadencia econ¨®mica y las posibilidades de avances culturales. Algo pasa con las generaciones: la primera construye un imperio, la segunda lo gobierna, la tercera generaci¨®n, harta de lo que han hecho sus antecesores, quiere su propio modo de vida. Es el s¨ªndrome que se ve en la famosa obra de Thomas Mann sobre los Buddenbrook. En la tercera generaci¨®n ya se ha establecido la riqueza para fomentar las artes sobre todo si esa generaci¨®n vive en una sociedad mon¨¢rquica en la que el rey es el mecenas, como ocurri¨® en el siglo XVII espa?ol El mecenazgo es fundamental para la vida cultural en una sociedad como ¨¦sta. As¨ª que entonces hubo el deseo, el dinero y la ¨¦lite. Lo que siempre en estas condiciones es mas problem¨¢tico es si hay o no grandes creadores art¨ªsticos. Gracias a Dios hubo una gente en Espa?a como Vel¨¢zquez, como Quevedo o como Calder¨®n. Eso es lo que no se puede predecir nunca, que haya gente de esta talla. Pero sucedi¨® as¨ª en Espa?a, y por eso esa combinaci¨®n de las posibilidades de mecenazgo y los grandes artistas permiti¨® que se produjera una Edad de Oro.
P. En su papel en el mundo, ?c¨®mo le afect¨® a Espa?a esa derrota hist¨®rica que se produjo despu¨¦s del descubrimiento? ,
R. Cada sociedad posimperial tiene que hacer unos ajustes psicol¨®gicos muy dif¨ªciles. No es nada f¨¢cil adaptarse a un mundo en el cual uno no es ya el n¨²mero uno. Por eso lo que pasa en primer lugar es que se produce much¨ªsima introspecci¨®n colectiva. Y eso es lo que ocurri¨® en la Espa?a de los siglos XVII y XVIII. La gente se pregunt¨® sobre lo que le hab¨ªa ocurrido a la sociedad, ad¨®nde hab¨ªan ido a parar las grandezas de antes. Eso pasa igualmente en la Inglaterra actual. En la sociedad espa?ola se empez¨® a pensar si esos defectos, en apariencia end¨¦micos no tendr¨ªan algo que ver con la raza. Esa suposici¨®n llev¨® a un tipo de metahistoria que no tiene gran sentido ni gran relaci¨®n con la realidad hist¨®rica, porque lo que se aprecia en aquella ¨¦poca hist¨®rica es que los defectos no eran privativos de Espa?a: hab¨ªa m¨¢s semejanzas que diferencias entre la Espa?a de los siglos XVI y XVII y los restantes pa¨ªses europeos de Occidente en ese momento. Pero los espa?oles del siglo XIX y principios del XX, buscando siempre las causas del fracaso, han insistido en caracter¨ªsticas que identifican con un pecado exclusivamente espa?ol. Eso ha producido una deformaci¨®n de la historia de Espa?a. Hay que olvidar esa obsesi¨®n por la decadencia, porque hay otros problemas igualmente interesantes en la historia de Espa?a.
P. ?Por ejemplo?
R. Por ejemplo, c¨®mo sobrevivi¨® ese imperio durante tantos siglos, m¨¢s siglos que el imperio brit¨¢nico, desde luego. C¨®mo se organiz¨® el imperio. Cu¨¢les fueron sus grandes haza?as administrativas. Y no se ha insistido lo suficiente, a mi modo de ver, en las realizaciones de los espa?oles, porque ha habido demasiado hincapi¨¦ en el fracaso.
Autocr¨ªticos
P. ?Nos hizo m¨¢s autocr¨ªticos el fracaso a los espa?oles?R. El fracaso hizo a los espa?oles demasiado autocr¨ªticos. Lo que a m¨ª me choca es que, a pesar de que van las cosas bastante bien en Espa?a, seg¨²n me parece, la reacci¨®n siempre resulta pesimista en su pa¨ªs. Siempre se espera lo peor en vuestra sociedad. ?sa es la reacci¨®n autom¨¢tica a tres siglos de escaso o a lo que se ve como fracaso. Esa actitud negativa ante lo que ha sucedido como adivinaci¨®n de lo que puede ocurrir es un poco peligroso en una sociedad.
P. En ese contexto, y aunque no es la misma ¨¦poca, ?usted cree que tambi¨¦n fue exagerada la reacci¨®n de los intelectuales ante el desastre del 98?
R. Desde luego. Hubo grandes problemas, pero todos se contemplaban metidos dentro de este mismo planteamiento pesimista. Siempre estaban pensando en el desastre. Ahora sabemos m¨¢s que antes, y ya se va valorando de una manera m¨¢s positiva lo que hizo la Espa?a del siglo XIX. No todo fue tan catastr¨®fico como se sol¨ªa decir.
P. Lev¨¢ntenos la moral con alg¨²n ejemplo.
R. La creaci¨®n de una burgues¨ªa con mucho talento, desde luego. Hubo una Espa?a muy creativa hasta el principio de la guerra civil. Eso me parece una creaci¨®n de aquella sociedad. La guerra civil la par¨® de una forma desastrosa y ahora empezamos de nuevo, gracias a Dios.
P. Al principio de su nuevo libro usted habla de que se ha abierto ahora una nueva etapa para Espa?a. ?Tienen los historiadores capacidad para fijar, aunque sea contempor¨¢neo suyo, un hecho que a su juicio marque una inflexi¨®n en la historia?
R. Te¨®ricamente los historiadores debemos tener capacidad de investigar en lo que est¨¢ pasando porque tenemos una perspectiva m¨¢s larga con relaci¨®n a los acontecimientos. Ahora bien, no somos profetas. Por ejemplo, entre los historiadores de Espa?a, tanto dentro como fuera del pa¨ªs, no puedo pensar en ninguno que hubiera profetizado la transici¨®n tan espl¨¦ndida y tan r¨¢pida a la democracia y a la Monarqu¨ªa constitucional. Acaso los historiadores olvidaron otros ejemplos: si hubieran pensado en otras guerras civiles, como la inglesa del siglo XVII, hubieran apreciado m¨¢s el cansancio de una sociedad despu¨¦s de un largo conflicto, que genera un gran deseo de evitar los enfrentamientos. Claro que hay momentos claves: los a?os 89 y 90 han sido dos grandes momentos alrededor de los cuales gira toda la historia de una civilizaci¨®n con el derrumbamiento definitivo del comunismo y la liberaci¨®n de los pa¨ªses del Este de Europa. Eso significa un cambio total. Y tenemos que empezar de nuevo a partir de estos hechos que son claves en la historia europea.
Repensar
P. Usted dice con frecuencia que hay que repensar la historia. ?Qu¨¦ hechos oscuros deber¨ªan ser repensados en Espa?a?R. Hay cosas que no se han estudiado bien. Por ejemplo, queda mucho por hacer en la historia del pensamiento pol¨ªtico. Jos¨¦ Antonio Maravall hizo grandes cosas, pero no ha tenido, por lo general, muchos seguidores. Est¨¢ bastante abandonada la historia del pensamiento pol¨ªtico en Espa?a.
P. ?Por qu¨¦?
R. No s¨¦. Muchas veces depende de la personalidad. Porque no es un defecto de los espa?oles no poder entender la historia de su pensamiento. Es que no hubo un gran maestro, aparte de Maravall, y yo no se por qu¨¦ no tuvo m¨¢s seguidores. Acaso la guerra civil contribuy¨® a romper esa tradici¨®n de volver sobre el pensamiento pol¨ªtico. Es una carencia importante. La nueva generaci¨®n de historiadores espa?oles, que promete much¨ªsimo, han trabajado, y muy bien por cierto, en la historia econ¨®mica y social, que es la moda del momento. Lo que hay que hacer es relacionar ahora toda esta historia econ¨®mica y social con lo que est¨¢ pasando en la pol¨ªtica para reintegrar la historia de Espa?a desde todos estos puntos de vista. Esto me parece imprescindible y ser¨¢ una gran tarea para la pr¨®xima generaci¨®n de historiadores espa?oles.
P. Su obra sobre el Conde Duque ha supuesto un ¨¦xito editorial ins¨®lito para un libro de esa naturaleza. ?A qu¨¦ se debe el ¨¦xito, a su manera de escribir la historia?
R. Para m¨ª, escribir la historia es tratar de entender lo que estaba pasando a base de los hechos de cuya relaci¨®n se tienen datos de primera mano, y penetrar dentro de una ¨¦poca para entender la mentalidad de los grandes actores de su tiempo, etc¨¦tera. Y despu¨¦s de averiguar todo ello, uno tiene que hacer sus hallazgos accesibles al p¨²blico, porque si uno escribe un libro para media docena de profesionales, el libro cae muerto desde el principio.
"El Quinto Centenario llega en un momento delicado"
John H. Elliott queda impresionado cuando visit¨® M¨¦xico: el hombre que hab¨ªa construido M¨¦xico y que al mismo tiempo lo hab¨ªa destruido, Hern¨¢n Cort¨¦s, no ten¨ªa all¨ª ninguna estatua de ning¨²n signo.Pregunta. ?Usted cree que es imposible cicatrizar la herida abierta en M¨¦xico con Hern¨¢n Cort¨¦s?
Respuesta. Nunca es imposible cicatrizar heridas de este tipo. Pero es un proceso largo y duro. Se entiende muy bien que una sociedad mexicana, con su poblaci¨®n india y mestiza que consigui¨® su propia unidad con muchas dificultades a finales del siglo XIX y durante el siglo XX tenga que criticar a los conquistadores, desde luego, por las muchas atrocidades que se cometieron, y que ha de ejercer esa cr¨ªtica para mantener esa unidad. Pero para m¨ª la madurez de una sociedad reside precisamente en la capacidad de superar estas perturbaciones psicol¨®gicas y llegar desde ah¨ª a un nivel m¨¢s alto. Yo conf¨ªo en que los mexicanos, que son un, gente maravillosa, ser¨¢n capaces de superar esto. Por esto es una pena que el quinto centenario se produzca en este momento: las conmemoraciones dan nueva vida a las memorias y hacen m¨¢s dif¨ªcil para estas sociedades de Am¨¦rica Latina enfrentarse con su propio pasado sin exagerar en ciertos puntos e idealizar en otros. Todas las sociedades lo hacen. ?ste es un momento sumamente delicado. Yo creo que hay ahora mucha m¨¢s madurez que antes, se ve que en cierto sentido se empieza a desmitificar la Am¨¦rica Latina. Pero pienso que el quinto centenario va a parar un poco este proceso de curaci¨®n.
P. Y usted, ?qu¨¦ dice de nuestra relaci¨®n con Am¨¦rica?
R. Como historiador, es nuestra profesi¨®n buscar, intentar equilibrar, pero sin dejar de ejercer con dureza la cr¨ªtica de aquellas atrocidades cometidas por los espa?oles durante la colonizaci¨®n. No me gusta utilizar palabras emotivas, como genocidio, por ejemplo, porque la cat¨¢strofe demogr¨¢fica se produjo en gran parte por culpa de las epidemias. Ahora bien, no debemos borrar estos hechos horrorosos que pasan en cada conquista. Hay que pensar tambi¨¦n en la obra creadora de Espa?a. A m¨ª me impresiona mucho la fundaci¨®n de las ciudades, los intentos por parte de la Corona, de proteger a los indios.
Babelia
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