Toreo puro de Joselito

Si para muestra vale un bot¨®n, para toreo puro bastar¨¢ un pase, y en la corrida de ayer hubo d¨®nde elegir; por lo menos docenita y media, de los cuales la docenita correspondi¨® a Joselito, la media a Jos¨¦ Mari Manzanares. Eso, para empezar. Luego est¨¢n los matices, claro, y, si se matiza, procede a?adir que Joselito le hizo su toreo puro a un toro astifino de casta agresiva, mientras Jose Mari Manzanares se la hizo a un toro nada astifino, inv¨¢lido y de pastue?a boyant¨ªa.Al p¨²blico, sin embargo, eso del toro le deb¨ªa de traer completamente al fresco, pues jale¨® por igual ambas faenas, y en un momento dado el toreo tambi¨¦n, porque detr¨¢s de ambos art¨ªfices del toreo puro iba el Litri, que lo hizo impuro a conciencia, y ese fue el que le puso al l¨ªmite del paroxismo.

La fiesta fue bell¨ªsima y emocionante, sin embargo, cuando Joselito toreaba a su primer toro. Se produjo aqu¨ª, por segunda vez en lo que va de feria -la primera estuvo a cargo de Ortega Cano- esa magia exclusiva de la tauromaquia eterna, que convierte la casta ind¨®mita del toro en embestida larga, suave y noble. Presentar adelante la muletilla, embarcar al toro, tra¨¦rselo embrujado en los vuelos de la feranela mientras le cambiaba el viaje cargando la suerte, dejarlo colocado all¨¢ donde se liga el siguiente pase, es el arte de parar-templar-mandar, que interpret¨® Joselito con estricta fidelidad a los c¨¢nones de la tauromaquia.

Su otro toro era un imponente ejemplar negro-mulato de cornalona cabeza, bravo adem¨¢s, que se hizo prob¨®n y por eso no le redonde¨® faena Joselito, pese a su pundonorosa insistencia. Demasiado pundonorosa, por otra parte, pues acab¨® poni¨¦ndose pesad¨ªsimo.

Es decir, que, una vez m¨¢s, la condici¨®n del toro med¨ªa los merecimientos del torero. Le habr¨ªa de ocurrir a Manzanares tambi¨¦n. A su primero, otro toro de casta, le mulete¨® azaroso, sofocado y gesticulante, pegando tantos pases como gritos, con los que pon¨ªa de vuelta y media al toro y la madre que lo pari¨®. A su segundo, en cambio, le hizo el toreo puro. No inmediatamente. Empez¨® pegando zapatillazos para citar, agarr¨¢ndose al toro para embarcar y quit¨¢ndose de en medio para rematar; pero luego soseg¨® la faena, cit¨® ofreciendo el medio-pecho -que dec¨ªan los cl¨¢sicos-, embarc¨® con ritmo, remat¨® con delicada templanza, y todos cuantos naturales instrument¨® as¨ª -una media docenita, mal contada- le salieron hermos¨ªsimos.

Despu¨¦s vino Litri y arm¨® gran polvareda. Codillero, acelerado, desmedido, pegaba pases por todo el redondel; trapace¨® vertiginoso, dio manoletinas, regate¨® molinetes de pie o de rodillas, tir¨® los trastos, y cuanto peor toreaba, m¨¢s entusiasmaba al p¨²blico. Si en vez de matar a la ¨²ltima acierta a la primera, habr¨ªa alcanzado un triunfo memorable. O quiz¨¢ lo alcanz¨® a pesar de todo. Pues el p¨²blico abandon¨® la plaza diciendo muy buenas palabras del toreo puro que hab¨ªan hecho Joselito y Manzanares, pero cuando hablaba de Litri se le pon¨ªan crepusculares los ojitos y s¨®lo acertaba a exclamar: ?Ch¨¨!.

Rejoneo matinal

La 10? corrida fallera fue un espect¨¢culo de rejoneo, que se celebr¨® el domingo por la ma?ana, con toros de F¨¦lix Hern¨¢ndez. Su resultado fue el siguiente: Curro Bedoya, ovaci¨®n; Antonio Ignacio Vargas, oreja; Javier Buend¨ªa, oreja; Antonio Correas, ovaci¨®n; Gin¨¦s Cartagena, oreja, y C¨¦sar de la Fuente, vuelta. Hubo casi lleno.