La solidaridad de ocho para cuatro
El pasado 4 de marzo Espa?a present¨® en Bruselas una propuesta que ha provocado en la mayor¨ªa de sus socios comunitarios el acto reflejo de proteger a cartera. Se trata de crear un fondo de solidaridad interestatal en la CE similar al que existen un Estado federal. Los beneficiarios ser¨ªan Espa?a, Portugal, Irlanda y Grecia, cuya renta es inferior a la media.Para mayor sorpresa, la destinataria del documento es la diferencia intergubernamental sobre uni¨®n pol¨ªtica, aunque el objetivo es paliar los efectos de a uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Adem¨¢s de la solidaridad en base al principio de cohesi¨®n regional, el objetivo es compensar los perjuicios en la recaudaci¨®n fiscal de algunos pa¨ªses que provocar¨¢ el cambio de los flujos econ¨®micos agudizados por la moneda ¨²nica y paliar los desequilibrios mayores que sufrir¨¢n las zonas m¨¢s deprimidas.
El proyecto de uni¨®n monetaria contempla un fondo especial para el caso de sobresaltos monetarios, que no despierta demasiadas simpat¨ªas. Espa?a a?ade a ese recurso financiero y a las ayudas regionales existentes "sistemas de compensaci¨®n que amortiguen las disparidades econ¨®micas entre lo Estados miembros de la Uni¨®n". El term¨®metro de la construcci¨®n europea baja siempre que alguien pide dinero, aunque nadie puede discutir que el actual sistema de reparto discrimina a Espa?a.
La propuesta espa?ola defiende un principio federal que est¨¢ muy lejos del m¨ªnimo com¨²n denominador que est¨¢n dispuestos a asumir los Doce. En realidad el proyecto fue concertado por Econom¨ªa y Exteriores, pero "se eligi¨® presentarlo en uni¨®n pol¨ªtica para que nadie pueda catalogarnos como aspirantes voluntarios al pelot¨®n de los retrasados en el royecto de moneda ¨²nica", admite el portavoz de un ministro.
Aspiraciones
La propuesta espa?ola es impecable si los Doce pretendieran ir hasta el final sin importarle el coste de la reforma, pero imposible seg¨²n el estado actual de presupuestos y ¨¢nimos. "Nosotros tenemos que aspirar a lo que tenemos derecho y, s¨ª no todo, algo sacaremos", afirma Carlos Westendorp, nuevo secretario de Estado para las Relaciones con la CE.
Del efecto y las posibilidades de la petici¨®n espa?ola es buena muestra de la opini¨®n del presidente Delors, el pasado d¨ªa 12, en Bruselas: "si piden cheques es a cambio de un acuerdo pol¨ªtico, se producir¨¢ el fracaso".
La posici¨®n espa?ola no es el ¨²nico escollo para elevar el list¨®n de la uni¨®n monetaria. Ale mania exige una igualdad previa de las condiciones econ¨®micas casi absoluta. Irlanda propone ideas parecidas a Espa?a. B¨¦lgica tambi¨¦n ha elegido la uni¨®n pol¨ªtica para una pol¨ªtica industrial com¨²n, lo cual exten der¨ªa las competencias de la CE m¨¢s lejos de lo que otros pa¨ªses, como Espa?a y Francia, quie ren aceptar.
El mismo problema, por el coste que representa, se le plantea a Espa?a con una pol¨ªtica del medio ambiente decidida por mayor¨ªa, lo cual significar¨ªa aceptar baremos impagables. El campo de maniobra es un plazo m¨ªnimo de adaptaci¨®n de 10 a?os. Alemania plantea intro ducir en el Tratado de la CE la primac¨ªa absoluta de la propiedad p¨²blica, lo cual hace estre mecer al Gobierno franc¨¦s tan celoso de su sector p¨²blico.
El contrapunto de esa subasta de complementos para el traje de la uni¨®n pol¨ªtica y monetaria lo constituyen el Reino Unido y Holanda. Los dos pa¨ªses son cada vez m¨¢s remisos a dar nuevos pasos. El Gobierno holand¨¦s, hasta hace poco firme partidario de la integraci¨®n europea, ha exigido una reuni¨®n especial de los Doce para replantear el fondo y el contenido de la uni¨®n pol¨ªtica. El brit¨¢nico no acepta la uni¨®n monetaria y concibe la pol¨ªtica como una simple cooperaci¨®n concertada.
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