Banda sonora para una fiesta
Hay un hotel donde se hospedan los toreros, rejoneadores y novilleros en feria y en el que, tras las corridas, suele celebrarse una tertulia a la que acuden sus protagonistas, adem¨¢s de un p¨²blico m¨¢s o menos numeroso. La del otro d¨ªa concluy¨® con el enfado de un se?or al que molest¨® sobremanera que una contertulia dudara de la capacidad de un comisario de polic¨ªa para, por el mero hecho de serlo, ostentar la presidencia de una corrida.Acto seguido, un grupo de rumberos comenzaba a entonar sin venir muy a cuento una de Gato P¨¦rez con el fin de amenizar a la concurrencia en el bar andaluz acondicionado en la misma planta del hotel. ?sta -la rumba catalana vestida de luces- es uno de los posibles ingredientes de la banda sonora que envuelve la pel¨ªcula fallera. Pero hay muchos m¨¢s: combos peruanos en las calles pr¨®ximas al Ayuntamiento, salsa en Convento de Jerusal¨¦n y rock m¨¢s bien radical en El Carme.
Decenas de bandas como la Uni¨®n Musical de Estivella, que amenizaba el festejo taurino de ayer a base de pasodobles, acompa?an estos d¨ªas a las comisiones falleras en sus ires y venires. Sus componentes suelen pasar m¨¢s sue?o que un mamoncillo, ya que su jornada laboral comienza con los pasacalles de las ocho de la ma?ana. Cuando no suenan las bandas, muchos casals falleros lanzan por sus altavoces la m¨²sica de alguna emisora de radio o bien el hit parade particular de uno de sus j¨®venes afiliados con vocaci¨®n de disc-jockey castigador.
Luego est¨¢ la m¨²sica de los paradores. En los m¨¢s tradicionales, les encantan los vocalistas poderosos como Francisco y las orquestas de siempre, esas que tienen el empaque suficiente como para que una se vista de largo y el otro de etiqueta. Nada que ver con los grupos de m¨²sica pop que noche tras noche act¨²an en el llamado Casal Jove, a la orilla del r¨ªo, y que congregan a una amplia y dispersa multitud de pandillas de j¨®venes, con vaqueros y el¨¢sticos, muy dadas a la movilidad.
24 horas de m¨²sica
Hay paradores m¨¢s modestos que se conforman con una discoteca m¨®vil en la que, en medio de las piezas de moda, suena Paquito el Chocolatero para que el personal pueda hacer filaes y jugar un poco,a moros y cristianos. Pero son las discotecas fijas esparcidas en las proximidades de la Albufera, cerca de la playa o en las afueras de la ciudad, las que ponen una banda sonora permanente elaborada a base de m¨²sica electr¨®nica, m¨¢quina y ritmos obsesivos; los horarios de unas y otras se combinan de forma que es posible estar bailando las 24 horas del d¨ªa sin parar, hasta que el cuerpo aguante.
No obstante, nada tan potente ni significativo como la percusi¨®n amplificada de los pirot¨¦cnicos que, d¨ªa a d¨ªa, interpretan en las mascletades el solo de bater¨ªa m¨¢s grandioso que pueda concebirse. Ah¨ª est¨¢, sin duda, el ritmo fundamental que late en la banda sonora de las fiestas valencianas.
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