La democratizaci¨®n de la URSS es imparable
Bor¨ªs Yeltsin es presidente del S¨®viet Supremo de la Rep¨²blica de Rusia. Asimismo, es el principal rival de Mija¨ªl Gorbachov en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, tras haber sido miembro del Politbur¨® del Partido Comunista de la URSS (PCUS). En este art¨ªculo, publicado por la revista sovi¨¦tica Ogonyok, Yeltsin llegaa la optimista conclusi¨®n de que no hay marcha atr¨¢s posible en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Recientemente he comparecido ante audiencias compuestas por granjeros, intelectuales, militares y funcionarios del partido y de la industria, que abarcaban una multitud de puntos de vista pol¨ªticos, y me costar¨ªa mucho poder encontrar otro ejemplo igual de unanimidad acerca del tema central: la constataci¨®n de que nuestro pa¨ªs ha alcanzado la ¨²ltima etapa de su desintegraci¨®n y que ya no es posible dar marcha atr¨¢s.Los que han conducido a la miseria y la humillaci¨®n a uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos y con m¨¢s talento deben tener presente la imagen del enemigo, que ha sido responsable de todo lo que ha sucedido. El enemigo siempre ha estado presente a lo largo de los 73 a?os del r¨¦gimen sovi¨¦tico: primero fue la burgues¨ªa, los terratenientes y los capitalistas; despu¨¦s, los contrarrevolucionarios y troskistas; por ¨²ltimo, la CIA, los imperialistas y la conspiraci¨®n sionista. Ahora hay un nuevo enemigo: los llamados dem¨®cratas.
Tras haber sido elegido presidente del S¨®viet Supremo de Rusia, comet¨ª un grave error t¨¢ctico. Cre¨ª en Gorbachov. Pens¨¦ que una alianza con Gorbachov podr¨ªa actuar como un importante estabilizador de la situaci¨®n, tanto en las rep¨²blicas distantes como en la globalidad del pa¨ªs. Y hubo muchas personas que me empujaron en esa direcci¨®n. El trabajo conjunto en el Programa econ¨®mico de Quinientos D¨ªas acerc¨® todav¨ªa m¨¢s los intereses del Gobierno central y de la revitalizada Uni¨®n de Rep¨²blicas. Gorbachov admiti¨® p¨²blicamente que hab¨ªa considerado el programa a la vez interesante y viable. Parec¨ªa que s¨®lo bastaba un paso para ponernos en un camino que sacase de la crisis al pa¨ªs.
Pero de repente, Gorbachov alter¨® por completo su opini¨®n y el programa se vino abajo, enterrando cualquier oportunidad de escapar de esta situaci¨®n sin salida.
Un lento proceso
En lugar de alejarme inmediatamente de la pol¨ªtica de medidas y reformas a medias adoptada por el presidente, me hice la Ilusi¨®n de que todav¨ªa podr¨ªamos alcanzar alg¨²n tipo de acuerdo. Esto demostr¨® ser imposible.
Es imposible llegar a un acuerdo con un presidente que es al mismo tiempo secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), y que siempre pondr¨¢ los intereses de la casta y de la nomenklatura (burocracia) del partido por encima de los dem¨¢s. De este modo perdimos cuatro meses sin llegar a ninguna parte.
El 17 de febrero, en una alocuci¨®n en directo pronunciada en la televisi¨®n central, hall¨¦ el coraje suficiente para manifestar que me desentend¨ªa radicalmente de la pol¨ªtica de Gorbachov. Habr¨ªa sido imposible, y hasta inmoral, continuar observando
sumisamente c¨®mo el liderazgo est¨¢ llevando el pa¨ªs al caos y a la ruina en su intento de preservar un sistema podrido hasta la m¨¦dula.
Este mes pasado se ha convertido para m¨ª en el momento de tomar una decisi¨®n muy dura, pero inequ¨ªvoca y necesaria. Anteriormente cre¨ªa que no hab¨ªa llegado a¨²n el momento en que las fuerzas de izquierda deb¨ªan crear su propia organizaci¨®n pol¨ªtica. Yo pensaba que, habiendo abandonado el PCUS, me hab¨ªa librado de la necesidad de tener que ingresar otra vez en ning¨²n partido. Hoy me doy cuenta de que esto ha sido otra quimera por mi parte. No podemos resistir al PCUS sin un partido de izquierda poderoso y bien organizado, basado en movimientos democr¨¢ticos.
Los comunistas han comenzado su propio sacrificio, y se oye emplear cada vez con m¨¢s frecuencia un vocabulario propio de un frente b¨¦lico hasta en las instancias m¨¢s elevadas. El presidente nos est¨¢ aterrorizando, con la guerra civil. Se les dice a los comunistas que salgan de las trincheras. Los apolillados estereotipos de odio de clase y de cr¨ªtica de clase, que parec¨ªan haber sido archivados para siempre como algo in¨²til, han vuelto a salir a la luz p¨²blica.
La creaci¨®n de una atm¨®sfera de miedo, inseguridad e histeria es la ¨²nica posibilidad que le
queda a un r¨¦gimen en quiebra para permanecer un poco m¨¢s de tiempo en la cumbre.
Siguen repitiendo que ¨¦ste es un a?o decisivo. As¨ª pues, tambi¨¦n es hora de que nosotros nos demos cuenta de que ¨¦ste es un a?o decisivo. 0 se estrangular¨¢ la democracia o triunfaremos y sacaremos el pa¨ªs del horrible estado en el que ahora se encuentra.
Ya he mencionado una f¨®rmula muy conveniente: "Los dem¨®cratas son los culpables que se hallan tras esto". Entre otras cosas, somos "culpables del desmembramiento de la Uni¨®n".
Maquillar el sistema
Es evidente que los que dirigen tales acusaciones est¨¢n perfectamente bien informados de qui¨¦nes son los verdaderos culpables que han empujado a siete rep¨²blicas hacia su alejamiento del centro y han considerado el t¨¦rmino Uni¨®n revitalizada ¨²nicamente como una pantalla para maquillar el mismo viejo sistema burocr¨¢tico, con el mismo punto de vista imperial.
Parecen creer que las rep¨²blicas son como ni?os peque?os. Se les puede golpear en los nudillos, como a Lituania, u ofrecerlas un caramelo, como, por ejemplo, un cr¨¦dito de muchos millones de d¨®lares en una divisa fuerte. Lo principal es que sepan que hay
una persona que lo sabe todo y que decide por todos, aquel a quien todo el mundo deber¨ªa obedecer.
Otro error y otra quimera por mi parte fue que, tras alcanzar la mayor¨ªa en las elecciones al Congreso ruso de los Diputados del Pueblo, y convertirme en presidente del S¨®viet Supremo de la Rep¨²blica, pens¨¦, con mis compa?eros activistas, que la victoria era nuestra.
Decidimos que podr¨ªamos adoptar una legislaci¨®n coherente, nombrar ejecutivos en¨¦rgicos y brillantes, y comenzar una vida normal. Pero no sucedi¨® nada de eso. Todo el poder del pa¨ªs, as¨ª como el de Ias rep¨²blicas, permanec¨ªa en manos de aquellos que en los siete decenios anteriores hab¨ªan disipado y rapi?ado con ¨¦xito la riqueza de este Estado, y que no pretend¨ªan compartir el poder jam¨¢s.
De este modo, yo, el l¨ªder del Parlamente, de la mayor rep¨²blica, con un enorme territorio y un inmenso potencial, no tengo la menor idea de lo que puede hacer por Rusia un presidente con un apoyo popular m¨ªnimo y un Gobierno completamente despose¨ªdo de dicho apoyo.
Todas las noches me voy a la cama sin saber en qu¨¦ circunstancias me voy a levantar al d¨ªa siguiente. ?Se nos habr¨¢ confiscado el dinero a m¨ª y a mis conciudadanos? ?Se congelar¨¢n las cuentas bancarias a causa de la
lucha contra la inflaci¨®n? ?Ser¨¢n expropiadas las cadenas de la radio y la televisi¨®n rusas, o, sencillamente, se prohibir¨¢n sus emisiones? ?Habr¨¢ tanques y paracaidistas por las calles?
Todo esto se decide en el Krerrilin, en el KGB, en el Ministerio de Defensa, en cualquier parte menos en el Parlamento ruso. En una situaci¨®n as¨ª, nuestra principal herramienta para la lucha contra la burocracia del partido es el llamamiento directo Solicitando el apoyo popular. La gente no nos apoya porque seamos m¨¢s altos, mejor vestidos y, por lo general, m¨¢s atractivos que los funcionarios del partido. De hecho, bien podr¨ªa ser por todo lo contrario
Ideas sencillas
La raz¨®n es que las ideas que nos unen son sencillas y atractivas: la gente deber¨ªa tener derecho a trabajar libremente, as¨ª como a disponer libremente del producto de su trabajo. Eso es todo, y no hay necesidad de nada m¨¢s.
Por doquiera que la gente en¨¦rgica y arrojada ha alcanzado el poder podemos ver privatizaciones y miles de granjeros con su propia tierra. Vemos tina vida diaria, normal, intensa y creativa.
Siempre he cre¨ªdo que el presidente de la Rep¨²blica deber¨ªa ser elegido por todo el pueblo en una votaci¨®n directa. Estoy seguro de que la mayor¨ªa de los participantes en el refer¨¦ndum apoyar¨¢ [as¨ª lo hicieron d¨ªas despu¨¦s de que Yeltsin escribiera este art¨ªculo] esta forma democr¨¢tica y civilizada de elegir al l¨ªder de la Rep¨²blica.
Y entonces ser¨¢ necesario dar el siguiente paso. Los l¨ªderes de todos los s¨®viets (consejos de Gobierno) deber¨ªan ser tambi¨¦n elegidos en votaci¨®n directa. S¨®lo entonces dispondremos de unos poderes ejecutivo y legislativo fuertes. Estoy convencido de que, a pesar de la actual situaci¨®n tr¨¢gica de nuestro pa¨ªs, seguimos teniendo una oportunidad de salir del dilema si se nos concede la oportunidad de trabajar.
En el futuro pr¨®ximo, nuestros economistas presentar¨¢n la versi¨®n de la Rep¨²blica rusa del Programa Quinientos D¨ªas. Esta primavera haremos todo lo que podamos para proporcionar tlerra a todos aquellos que la deseen, y les permitiremos que trabajen en ella.Conf¨ªo plenamente en los ciudadanos rusos. Nos merecemos mejor suerte. Ha llegado el momento de que construyamos nuestra vida con nuestras propias manos. En cuanto a la guerra civil, no creo que vaya a estallar. No importa en qu¨¦ medida caldeen artificialmente el ambiente y eleven la tensi¨®n el presidente y sus fuerzas, porque tengo una fe ciega en el sentido com¨²n de la gente.
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