El debate de la 'Mili'
Desde el Ministerio de Defensa se ha insinuado en reiteradas ocasiones que el crecimiento del n¨²mero de objetores se debe al fracaso de la Oficina para la Prestaci¨®n Social, organismo dependiente del Ministerio de Justicia, que s¨®lo ha llamado, desde la entrada en vigor del Reglamento de la Prestaci¨®n, a unos 2.000 objetores. De los 70.000 objetores restantes, 20.000 fueron pasados a la reserva por real decreto hace a?o y medio, estando los 40.000 restantes o en pr¨®rrogas o en situaci¨®n de disponibilidad, sin que el Ministerio de Justicia est¨¦ en condiciones de llamar a la prestaci¨®n, al menos a corto plazo, a tal cantidad de objetores acumulados.Aun cuando desde Defensa se argumenta que ello ha convertido la objeci¨®n en un chollo y se presenta como la causa de su incremento, puede argumentarse justo lo contrario.
El no saber cu¨¢ntos a?os de espera tendr¨¢ que aguardar el objetor desde que es reconocido por el Consejo Nacional de Objeci¨®n de Conciencia (CNOC) hasta que la Oficina para la Prestaci¨®n lo cite para incorporarse, es tambi¨¦n un temor que disuade de objetar a muchos j¨®venes.
Tal vez tendr¨ªan que plantearlo al rev¨¦s desde el Ministerio de Defensa: lo que no funciona es la mili Los j¨®venes no quieren ir a ella ni como quintos forzosos ni como voluntarios cobrando.
?A qu¨¦ se debe el fracaso experimentado en los ¨²ltimos anos en el voluntariado normal y especial, que no se han cubierto ni la mitad de las plazas previstas?
Principios anacr¨®nicos
En muchos acuartelamientos se sigue tratando a los soldados como seres privados de cualquier derecho, que pueden ser sancionados, castigados y humillados con impunidad. La sociedad cambi¨® mucho en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, pero las Fuerzas Armadas siguieron con unos valores y principios totalmente anacr¨®nicos. Es cierto que las leyes han cambiado, pero al no establecerse mecanismos para denunciar los abusos, los aspectos positivos de la legislaci¨®n, en lo referente al trato y dignidad de los soldados, no se ha plasmado en la pr¨¢ctica. Tambi¨¦n es cierto que actitudes como el golpismo han desaparecido de los cuarteles pero la forma y mentalidad de trato hacia los reclutas en muchos lugares ha variado poco. Es posible que otras generaciones aceptasen estoicamente el paso por la mili, pero los j¨®venes de hoy ya no se muestran tan dispuestos a pasar esos 12 meses perdidos que significa el servicio militar.
El env¨ªo de soldados de quinta al Golfo, opci¨®n que rechazaron los restantes pa¨ªses europeos que enviaron tropas al conflicto, ha provocado que el n¨²mero de objetores crezca a¨²n m¨¢s. Incluso se ha provocado un nuevo conflicto con la justicia al declarar el fiscal general del Estado que se persiga a quienes apoyamos e incitamos a la deserci¨®n. En Catalu?a, lugar donde tales llamadas tuvieron m¨¢s ¨¦xito, los jueces y fiscales militares y civiles se han pasado mutuamente la pelota de un delito que nadie quiere juzgar.
Si el fiscal general desea que se persiga a quienes apoyan e incitan a cometer actos de indisciplina, deber¨ªa empezar por las cerca de 5.000 personas que se han autoinculpado de encubrir insumisos y hacer apolog¨ªa de la insumisi¨®n. Ahora hace un a?o, el juez militar de Pamplona, deseoso de sacarse de encima uno de los dos problemas pol¨ªticos que. han ca¨ªdo en manos de la justicia castrense -el otro es el encarcelamiento de guardias civiles del SUGC-, plante¨® una "cuesti¨®n de inconstitucionalidad" ante el Tribunal Constitucional para que aclarase a qu¨¦ jurisdicci¨®n correspond¨ªa juzgar la negativa a cumplir la mili.
El pasado mes de marzo, el alto tribunal ha convalidado la constitucionalidad del art¨ªculo 127 del C¨®digo Penal Militar. Hasta la fecha, los jueces militares han estado haciendo la vista gorda con los cerca de 1.500 insumisos, encarcelando s¨®lo a un centenar por periodos breves y juzgando por negativa a la mil? s¨®lo a dos, que, por cierto,, no han sido llamados a ingresar en prisi¨®n. Fue precisamente el fiscal militar togado quien recomend¨® a los jueces militares que evitasen el encarcelamiento de insumisos.
En cuanto a los tres centenares de insumisos a la prestaci¨®n social, es decir, aquellos que habiendo sido reconocidos como objetores por el Consejo Nacional de Objeci¨®n se niegan a incorporarse a la prestaci¨®n sustitutoria, se da la paradoja de que las penas previstas por la ley de objeci¨®n son mucho m¨¢s duras que las fijadas en el c¨®digo castrense para desertores e insumisos. Por ello, el fiscal de Salamanca solicit¨®, en el reciente juicio a varios de ellos, la reducci¨®n de las penas establecidas. Recientemente, tambi¨¦n se ha dado el caso de la juez de Toledo que, tras condenar a la pena m¨ªnima que fija la ley, ha solicitado el indulto.
Acabar con la 'mili'
En este contexto se debatir¨¢, pues, la nueva ley de servicio militar. Si los jueces militares y (civiles empiezan a juzgar masivamente a los insumisos, aparecer¨¢n ¨¦stos como m¨¢rtires del anacronismo que representa el reclutamiento forzoso. Si siguen como hasta ahora, demorando los juicios o emitiendo sentencias que ellos mismos reconocen injustas, les dar¨¢n fuerzas y argumentos para proseguir con la, insumisi¨®n. Si se presiona al Consejo Nacional de Objeci¨®n de Conciencia (CNOC) para que deniegue m¨¢s solicitudes, crear¨¢n entonces m¨¢s insumisos a la mili.
Ciertamente, el conflicto no tiene salida a corto plazo. La ¨²nica soluci¨®n ser¨ªa acabar con la mil? obligatoria, pero, dada la falta de voluntarios, el Gobierno, con el apoyo del Partido Popular, la retrasa. Sea como fuere, tarde o temprano el Ej¨¦rcito ser¨¢ profesional y, aunque desde posiciones pacifistas tambi¨¦n hay objeciones a ello, habremos conseguido, al menos, acabar con la pesadilla de la mili.
es objetor de conciencia.
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