El centro de Madrid
EL ALCALDE de Madrid, Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, ha aludido a razones personales y familiares para explicar su decisi¨®n de renunciar a comparecer como candidato en las elecciones municipales de mayo. No ser¨ªa dificil hallar motivos pol¨ªticos capaces de explicar por s¨ª mismos esa decisi¨®n, pero la experiencia aconseja no descartar totalmente la posibilidad de que, efectivamente, existan razones de tipo personal. Si as¨ª fuera, la decisi¨®n de Rodr¨ªguez Sahag¨²n merecer¨ªa todo el respeto, tanto del conjunto de los ciudadanos como, en particular, de sus colegas, los pol¨ªticos profesionales. Las reacciones de algunos de ellos, excluyendo tajantemente tal posibilidad y aprovechando la ocasi¨®n para deslizar algunos dardos envenenados, han estado lejos de ese respeto y m¨¢s bien han revelado falta de sensibilidad.Pero es cierto que no eran motivaciones pol¨ªticas las que faltaban al ex ministro de Su¨¢rez para irse. Era alcalde merced al pacto suscrito hace dos a?os por- su grupo (el CDS) y el Partido Popular (PP) para desplazar, mediante una moci¨®n de censura, al alcal(le socialista Juan Barranco. Dicha operaci¨®n se justific¨® por parte de la direcci¨®n del CDS en nombre de la necesidad de poner fin a la mala gesti¨®n socialista. "S¨®lo plantearemos mociones de censura", dijo Su¨¢rez, "all¨¢ donde as¨ª lo requiera el inter¨¦s de los cludadarios; no donde ello sea aritm¨¦ticamente posible, sino donde la mala gesti¨®n de los socialistas la haga imprescindible". Tales cautelas revelaban los temores del ex presidente del Gobierno a que una imagen de aliado permanente de Fraga arruinase toda posibilidael de acreditar al CDS, que acababa de calarse el gorro liberal, como fuerza de centro progresista.Pero habiendo cambiado radicalmente, desde el congreso de Torremolinos, a comienzos de 1990, la pol¨ªtica de alianzas de su partido, Rodr¨ªguez Sahag¨²n se habr¨ªa encontrado ahora, caso de haber mantenido su candidatura, en la tesitura de tener que justificar y criticar a la vez su propia gesti¨®n al frente de] Ayuntamiento. Justificarla, para conseguir el voto de los ciudadanos, y enticarla, para argumentar la necesidad de sustituir el pacto de centro-derecha por la alianza de centroizquierda propugnada ahora por su partido.
Seg¨²n algunas encuestas, Rodr¨ªguez Sahag¨²n hubiera obtenido m¨¢s votos present¨¢ndose como candidato independiente que al frente de una lista de su partido, lo cual es todo un s¨ªntoma de la p¨¦rdida de atractivo del suarismo. El CDS obtuvo en Madrid, en las municipales de 1987, el 16% de los votos, el triple de lo que ahora pronosticaban los sondeos. Fue aqu¨¦l su inejor a?o, el mismo en el que alcanz¨®, en las europeas de junio, su cota m¨¢xima en el ¨¢mbito nacional: cerca de dos millones de sufragios, el 10,36% de los votos v¨¢lidos. Ese ascenso coincidi¨® con el punto m¨¢s bajo del PP, en plena crisis tras la retirada de Fraga y entronizaci¨®n de Hern¨¢ndez Mancha. Pareci¨® entonces que Su¨¢rez podr¨ªa convertirse en el eje de tina, alternativa de centro-derecha; pero su err¨¢tica der.iva posterior permiti¨® al PP recuperar el espacio de] moderantismo y arrinconar de nuevo al CDS, que, en plena desbandada, se vio forzado a replegarse hacia la que hab¨ªa sido su vocaci¨®n fundacional: la de complemento en las diversas instituciones de un PSOE sin mayor¨ªa absoluta.
El bisagrismo se basa en la amenaza siempre latente de cambiar de socio. Pero para que ello no conduzca al mero desconcierto del electorado es preciso contar con un umbral m¨ªnimo de votantes incondicionales, que el CDS, en ausencia de unas bases program¨¢ticas bien asentadas, no ha encontrado todav¨ªa. Ello favorece ciertas piruetas sorprendentes, pero no es posible que una misma persona incorpore simult¨¢neamente papeles tan contradictorios como los que el gui¨®n exig¨ªa de Rodr¨ªguez Sahag¨²n. El todav¨ªa alcalde de Madrid ha sido leal durante estos 21 meses a los pactos de centro-derecha; convertirle ahora en su enterrador era seguramente pedir demasiado. Y que se niegue a ello merece elogio. Sobre todo por el contraste que supone con el cinismo que domina ciertos aspectos de la pol¨ªtica profesional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.