Grave cogida de Ni?o de la Capea
Cebada / Ni?o de la Capea,Joselito, Camino
Toros de Cebada Gago (5?, sobrero), muy justos de presencia, en su mayor¨ªa descastados, todos inv¨¢lidos. Ni?o de la Capea: estocada, saliendo cogido de gravedad (vuelta al ruedo que da la cuadrilla). Joselito: estocada ladeada (ovaci¨®n y salida a los medios); gran estocada (gran ovaci¨®n y salida a los medios); gran estocada (ovaci¨®n y salida a los medios). Rafi Camino: estocada (ovaci¨®n y salida a los medios); pinchazo y estocada corta (silencio) Plaza de la Maestranza, 15 de abril. Novena corrida de feria. Lleno.
Ni?o de la Capea result¨® corneado al entrar a matar al primer toro. Fue una cogida impresionante, pues el diestro gir¨® sobre el pit¨®n y qued¨® suspendido durante unos dram¨¢ticos segundos boca abajo. A los aficionados se les debi¨® venir el recuerdo de la cornada fatal de Manolete, ocurrida en el mismo momento de la lidia con parecida pirueta, y cuando las asistencias se llevaron al Ni?o de la Capea en volandas, qued¨® en la plaza un ambiente de profunda consternaci¨®n.Afortunadamente, muy poco tiempo despu¨¦s llegaban esperanzadoras noticias de la enfermer¨ªa: no hab¨ªa da?os venosos, s¨®lo musculares. "Es una cornada limpia". Y la corrida continu¨®, ya m¨¢s relajada, ya sin tintes dram¨¢ticos. Los toros contribuyeron tambi¨¦n a que no hubiera esos tintes ni ning¨²n otro, porque ten¨ªan escaso trap¨ªo y estaban inv¨¢lidos. El de la cogida tambi¨¦n fue un inv¨¢lido. Ni?o de la Capea le hab¨ªa lanceado a la ver¨®nica quieta la planta, le ci?¨® chicuelinas, e hizo una faena valerosa, tomando muy de cerca la media arrancada con que acab¨® el animal. Dio los pases justos, cuadr¨® en el momento debido, entr¨® a matar por derecho, y en el toma y daca, toro y torero acertaron de lleno. Mientras Ni?o de la Capea quedaba colgado del garfio del pit¨®n, el acero le entraba al toro hasta la bola, por el hoyo de las agujas.
El segundo no ten¨ªa trap¨ªo ni casta. Manso a la antigua, de aquellos que se aculan en tablas, de all¨ª hubo que sacarle para picar y banderillear, y de all¨ª le sac¨® Joselito para torearle en el centro del redondel. Lejos ya de las querencias, el toro no era nadie y Joselito pudo darle derechazos y naturales, a lo largo de una faena dominadora. El p¨²blico reconoci¨® sus m¨¦ritos, y seguramente los habr¨ªa premiado con largueza, de no ser porque Joselito prolong¨® el muleteo y acab¨® tal cual hab¨ªa empezado, con el toro aculado en tablas.
El tercero le llegaba a Rafi Camino por la cintura, padec¨ªa invalidez, embest¨ªa docil¨®n, y hubo algunos derechazos y pases de pecho de espl¨¦ndida factura. S¨®lo algunos; lo que, evidentemente, apenas ten¨ªa importancia, con tan poca cosa. Al quinto lo devolvi¨® el presidente al corral,. se supone que por inv¨¢lido, y si este era el motivo, deb¨ªa haber devuelto al primero, al segundo, al tercero, al cuarto, al quinto y al sexto. Y al sobrero, que adem¨¢s de inv¨¢lido llevaba aguada la casta, y no serv¨ªa para el toreo, as¨ª se empe?ara Rafi Camino en intentarlo.
El cuarto toro lo brind¨® Joselito a su pe¨®n Mart¨ªn Recio, que el d¨ªa anterior le hab¨ªa dado una lecci¨®n de brega. Joselito se explic¨® largo y tendido durante el brindis, mientras Mart¨ªn Recio, descubierto y alborotada su rizada pelambrera, asent¨ªa con mucha urbanidad y comedimiento. El p¨²blico se sinti¨® muy satisfecho con esta p¨²blica reconciliaci¨®n y, de paso, se reconcili¨® con Joselito, cuya torer¨ªa hab¨ªa puesto en entredicho. Vinieron a continuaci¨®n los mejores muletazos de la tarde - par de ayudados a dos manos- y sigui¨® una faena valentona en los medios, coronada con un soberano estoconazo.
Joselito se revel¨® ayer aut¨¦ntico as de espadas y, si buena fue esta estocada., la que cobr¨® al sexto result¨® sensacional. El volapi¨¦, tan bella y bravamente consumado, compens¨® la falta de toreo, pues r¨ªo hab¨ªa nada que torear. Los toros no eran toros, que eran vacos, y el sexto lo proclamaba a berrido limpio. Un espectador coment¨® que el torovaco estaba de parto y otro le corrigi¨® diciendo que era la vaca que r¨ªe. Lo dije, en franc¨¦s: ?Es la vach que r¨ª!. Petardo de toros. Claro que hasta los toros vacos petardos pueden pegar cornadas. Ah¨ª est¨¢, como demostraci¨®n fehaciente y dolorosa, el Ni?o de la Capea, que sufri¨® una, impresionante y grave, cuando se entreg¨® en el momento crucial de ejecutar la suerte suprema.
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