Catalizador del cambio
El articulista analiza en estas l¨ªneas los objetivos del Banco Europeo de Reconstrucci¨®n y Desarollo, que ayer abri¨® sus puertas, al que considera un foro para las discusiones paneuropeas, cuyo papel ser¨¢ asesorar, emprender la transferencia de tecnolog¨ªa y proporcionar el capital para el desarrollo de los pa¨ªses del Este.Ahora, cuando la euforia vinculada a los acontecimientos de Europa oriental ha menguado, ya es posible explayarse acerca de la presi¨®n que ejercen los problemas econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos de los pa¨ªses de esa regi¨®n. Estos problemas son reales, pero resulta m¨¢s ¨²til afrontarlos constructivamente que limitarnos a una autosuficiente letan¨ªa de profec¨ªas de desastres.
Creo que nos encontramos en un momento crucial de la historia. Un orden social, econ¨®mico y geopol¨ªtico se encuentra en proceso de disoluci¨®n y se est¨¢n estableciendo las bases de un nuevo orden. En lugar de dos bloques antag¨®nicos, una gran parte del mundo se est¨¢ homogeneizando ideol¨®gicamente. La vida ha comenzado a organizarse en tomo a anhelos comunes (puedan ¨¦stos llegar a cumplirse o no). Fueron los atractivos de la democracia occidental y su estilo de vida lo que derrumb¨® el muro de Berl¨ªn.
Todos comprenden ahora que no puede haber riqueza sin competencia e innovaci¨®n, es decir, sin mercado. Y que no pueden existir innovaci¨®n o creaci¨®n alguna sin libre circulaci¨®n de informaci¨®n, es decir, sin democracia.
El medio en que opera el mercado es el principio de la reversibilidad, la capacidad de elegir y reemplazar, tal como se hace en democracia cuando se vota la aceptaci¨®n o el rechazo de partidos pol¨ªticos o l¨ªderes. La gl¨¢snost (transparencia informativa) ha puesto en evidencia que el mercado necesita democracia; la perestroika, que la democracia necesita del mercado.
No se puede permitir el fracaso de la transici¨®n a la econom¨ªa de mercado de Europa central y oriental. Es la clave de la paz en Europa -que ya dos veces en este siglo fue sacudida por guerras mundiales, debidas a un desarrollo desigual entre la parte oriental y occidental del continente- y la clave para evitar emigraciones masivas, que podr¨ªan provocar un tel¨®n de acero a la inversa. El ¨¦xito de la transici¨®n tambi¨¦n implica la extraordinaria perspectiva de europeos creando una civilizaci¨®n de democracia y el mayor mercado del mundo, un mercado con 700 millones de consumidores.
A diferencia de los momentos revolucionarios de 1989, el destino de hoy de la nueva Europa reside tanto en la tenacidad y creatividad de las nuevas instituciones sobre las que se la construya como en las irreprimibles aspiraciones de la gente com¨²n que aspira a la libertad.
El Banco Europeo de Reconstrucci¨®n y Desarrollo, que ayer abri¨® sus puertas, es la primera instituci¨®n creada despu¨¦s de la guerra fr¨ªa para ayudar a revivir las naciones de medio continente e integrarlas a la estructura de una Europa m¨¢s amplia. Es la primera instituci¨®n en la que los pa¨ªses de Europa oriental, incluyendo la Uni¨®n Sovi¨¦tica, son miembros de pleno derecho, con los mismos derechos y responsabilidades que Europa occidental, sumados a otros miembros, tales como Estados Unidos y Jap¨®n.
Como tal, es posible que el Banco Europeo se convierta en el catalizador focal del cambio, en un foro para las discusiones paneuropeas que asesore, emprenda la transferencia de tecnolog¨ªa y proporcione el capital para el desarrollo.
Como en el caso de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero de los a?os 1950, que Finalmente condujo a la Comunidad Europea integrada en 1992, el Banco Europeo es el precursor de una Europa m¨¢s amplia para el pr¨®ximo siglo. Est¨¢ abocado a la tarea de acercar entre s¨ª todos los pa¨ªses de Europa mediante una promoci¨®n de la transici¨®n a la democracia, la econom¨ªa de mercado y el desarrollo del esp¨ªritu empresarial en Europa central y oriental.
Criterios diferentes
A diferencia de la de otras instituciones financieras, la carta constitucional del Banco Europeo incorpora un criterio pol¨ªtico y medioambiental. Reafirma la predominante importancia de fortalecer las instituciones democr¨¢ticas y del respeto a los derechos humanos y el del medioambiente como condiciones previas para integrarse a la m¨¢s amplia econom¨ªa europea.
Con un capital de 10.000 millones de ecus (1,3 billones de pesetas), el Banco dedicar¨¢ el 60% de sus cr¨¦ditos y bienes a inversiones en empresas privadas o en proceso de privatizaci¨®n. El 40% restante de las operaciones del banco se dedicar¨¢ al sector p¨²blico, principalmente a la infraestructura f¨ªsica y financiera, esencial para el desarrollo econ¨®mico y la protecci¨®n ambiental.
Por ejemplo, de hecho, el Banco ya est¨¢ involucrado en la limpieza del mar B¨¢ltico, en el programa polaco de privatizaciones, en planear la limpieza del Danubio, en proyectos de telecomunicaciones de otros pa¨ªses y dem¨¢s. En estos momentos hay en estudio m¨¢s de 250 proyectos.
Tal vez lo m¨¢s importante sea que el Banco tambi¨¦n aconsejar¨¢ a los Gobiernos en cuanto a la estrategia a seguir en cada caso, las leyes, instituciones y la instrumentalizaci¨®n de una econom¨ªa de mercado y democracia.
La historia de Europa ha demostrado que el mercado s¨®lo puede actuar con efectividad si existe un esquema legal e institucional para organizar, controlar y canalizar las fuerzas de mercado en la democracia. Un mercado carente de ese esquema es un mercado negro,
Este esquema institucional debe ser fundado en base a algunos principios b¨¢sicos:
- Un Parlamento con poder para aprobar impuestos.
- Impuestos realistas y equitativos sobre una base impositiva confiable, con m¨¦todos de recaudaci¨®n y supervisi¨®n efectivos.
- Una econom¨ªa no indexada y reformas de precios adecuadas para evitar la inflaci¨®n.
- Un sistema de seguridad social id¨®neo para asistir a los problemas de reestructuraci¨®n laboral.
- Un nivel sostenible de no endeudamiento exterior que no limite el potencial de crecimiento econ¨®mico.
Estos principios son fundamentales para una pol¨ªtica econ¨®mica coherente capaz de sentar las bases para formar una cultura de mercado.
Las se?ales de ¨¦xito son ya notorias en lugares como Polonia, donde se han establecido cerca de 500.000 nuevas empresas privadas (y registrado 150.000 bancarrotas) durante el ¨²ltimo a?o; donde el sector privado representa alrededor del 15% de la producci¨®n industrial y donde los bancos privados crecen a un promedio que supera el 20% anual.
Hungr¨ªa, donde iniciaron andadura unas 120.000 empresas privadas, ya es miembro del Consejo de Europa, al haber cumplido las condiciones necesarias de pluralismo democr¨¢tico y respeto a los derechos humanos.
Justicia social
Evidentemente, los pa¨ªses de Europa oriental no debieran quedar de lado. Una econom¨ªa de mercado no puede ser creada de un d¨ªa al otro, y los adelantos econ¨®micos se estancar¨¢n si se logran a costa de la Justicia social. Hay muchas posibilidades de trabajar duro y de disturbios, y es esencial mantener un criterio equilibrado respecto del desarrollo. Despu¨¦s de todo, en muchos de los pa¨ªses de Europa central y oriental durante por lo menos 40 a?os hubo una total ausencia de esp¨ªritu empresarial.
Hay algunos ejemplos hist¨®ricos de grandes intentos de cambio: la restauraci¨®n Meiji, en Jap¨®n; el de los alemanes despu¨¦s de la guerra y el de los espa?oles despu¨¦s de Franco. En cada uno de los casos, tan diferentes entre s¨ª, llev¨® 15 a?os superar un sistema totalitario y burocr¨¢tico y pasar a una sociedad democr¨¢tica de mercado.
La transici¨®n a una sociedad democr¨¢tica de mercado puede llevar m¨¢s tiempo, en Europa oriental, de lo que pens¨¢ramos hace s¨®lo un a?o. Pero nuestro compromiso debe ser¨¢ largo plazo. Sabemos, por la historia, que cuando es el dinero lo que da apoyo a los progresos de la libertad y la ley puede llegar a resultar un factor cr¨ªtico en, el progreso de la civilizaci¨®n.
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