El Bar?a buscar¨¢ la revancha ante el Pop 84
ENVIADO ESPECIAL, El Barcelona se medir¨¢ ma?ana (20.30 horas, TVE-2) ante el Pop 84 de Split, ex Jugopl¨¢stica en una nueva final de la Copa de Europa de baloncesto. Los catalanes humillaron al Maccabi en ]?a primera semifinal (101-67), ilijentras que los campeones sufrieron ante el Seavolini de Pesaro (93-87).
El Barcelona no se avino a cortes¨ªas y arroll¨® al Maccabi de Tel Aviv para situarse por tercera vez en su historia en la Final de la Copia de Europa, la ¨²nica competici¨®n que le falta en su historial y por la que mantiene una evidente obsesi¨®n. El curtido grupo azulgrana demostr¨® conocer al dedillo la receta para no caer en la trampa de una. competici¨®n inasequible para quienes pierden la compostura. y desarroll¨® un trabajo lo m¨¢s cient¨ªfico posible.
Eso fue suficiente para desacreditar al campe¨®n de lsirael como sernifinalista. Pero la consecuencia mas positiva del partido no residi¨® en la espectacularidad de la resoluci¨®n del resultado en el segundo tiempo, sino en la espl¨¦ndida forma en la que los azulgrana afrontaron el poderoso arranque de los israel¨ªes.
El equipo barcelonista no pesta?e¨® ante el desbordante inicio del Maccabi. Por un momento apareci¨® en el polifuncional pabell¨®n parisiense de Bercy la sombra del fantasma que parece perseguirlo en este torneo. El Maccabi dio una absoluta prioridad a la salvaguarda del rebote y a su presi¨®n defensiva. Ello propici¨® una desconocida torpeza atacante en el Barcelona, que pareci¨® a la deriva durante los primeros minutos, en los que acumul¨® una desventaja de hasta siete puntos (2-9, en el tercer minuto del partido).
Ortiz estuvo especialmente torpe en el lanzamiento, pero llev¨® la responsabilidad de la finalizaci¨®n de las jugadas durante esos primeros instantes de confusi¨®n barcelonista. Su relevo por Trumbo, cuando aqu¨¦l cometi¨® la tercera falta, empez¨® a desestabilizar la superioridad del campe¨®n israel¨ª. Ante la ineficacia de Epi y Soloz¨¢bal en los primeros compases del partido, fueron Lisard y, so bre todo, Montero quienes oxigenaron el marcador del Barcelona.
El marcador se igual¨® en 1817 (m.9) y, a partir de ese momento, el Macicabi empez¨® a ir a la deriva. La recomposici¨®n de sus l¨ªneas result¨® contraproducente incluso por la nula aportaci¨®n de sus jugadores de banquillo. Padeci¨® adem¨¢s los efectos de la baja aportaci¨®n de dos jugadores vitales en su esquema atacante, como Royal y Jarrishi. Al primero el Barcelona le dedic¨® una atenci¨®n especial.
Tras el ¨²ltirrio empate a 24 tantos, el Barcelona despeg¨® de forma definitiva y empez¨® a acumular una ventaja sustancial en la que empezaron a tener que ver tanto Soloz¨¢bal como Epi y el buen aprovechamiento de los espacios que dejaban en el per¨ªmetro los jugadores israel¨ªes, empecinados en cerrar espacios en la zona.
Cuando el Barcelona consigui¨® sus 10 prirrieros puntos de bot¨ªn (40-30), a falta de cuatro minutos para el descanso, la suerte ya estaba echada. Pese a que restaba todo, un periodo de juego, ya nadie cre¨ªa en el Maccab¨ª porque ¨¦sa era la imagen que transmit¨ªan sus jugadores.
La segunda parte result¨® un verdadero escarnio para el Maccabi, que demostr¨® que si alg¨²n equipo no deb¨ªa haber llegado jam¨¢s a Par¨ªs, ¨¦se no era otro que el de Tel Aviv.
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