Kukoc desnivel¨® la balanza contra el Scavolini
La final de la Copa de Europa tendr¨¢ una lectura bien sencilla: enfrentamiento entre Kukoc y el equipo que m¨¢s ha trabajado en los ¨²ltimos tiempos por hacerse con el m¨¢ximo t¨ªtulo continental, el Barcelona. Estar¨¢ Kukoc medianamente solo, respaldado por los restos de lo que fue un gran equipo, el Jugoplastica.Kukoc, sin ir m¨¢s lejos, se bast¨® ayer para eliminar las aspiraciones de los italianos. El jueves vivir¨¢, seguramente, su experiencia l¨ªmite porque el Barcelona tiene m¨¢s argumentos que el Seavolini. Y tiene, adem¨¢s, a quien fuera mentor de Kukoc, el t¨¦cnico Maljkovic.
No era aventurado afirmar que italianos y yugoslavos iban a poner en colisi¨®n dos escuelas diferentes, pero no tanto en sentido colectivo como individualmente. Pod¨ªa presenciarse un debate entre la elegante personalidad de Kukoc y ese academicismo europeizado de los americanos Cook y Daye.
Bastaba echar cuentas para entender una presunta desigualdad, la soberbia pero solitaria acci¨®n de Kukoic enfrentada al entendimiento de dos buenos americanos. Por mucho que se multiplicase kukoe, resultaba impensable que alcanzara una actuaci¨®n omnipresente. Era, en consecuencia, un dos contra uno.
Y a Kukoc no le quedaba otro remedio que delegar una parte del partido a sus companeros para poder elegir el momento adecuado en el que su intervenci¨®n pudiera ser necesaria, decisiva y continua. Ese momento ten¨ªa que llegar en la segunda parte; la primera acab¨® confirmando la dif¨ªcil tarea que le esperaba a Kukoc. El yugoslavo lleg¨® al descanso con 10 tantos en su haber por 30 de los americanos.
Pero Kukoe lo hizo posible para elevar al equipo de Split a los altares de una tercera Final europea consecutiva, un hecho sin precedentes en el baloncesto reciente. Kukoc, efectivamente, no pod¨ªa ser omnipresente, pero hizo un trabajo tan inteligentemente bien dosificado que lo pareci¨®. Limit¨® su primer periodo al marcaje de Daye. En la reanudaci¨®n, prefiri¨® colocarse en una posici¨®n indefinida, alternando marcajes.
Kukoc hizo cuatro tantos en la reanudaci¨®n por 23 de sus colegas americanos, pero consigui¨® que la sociedad que formaban Cook y Daye amenazara disoluci¨®n en muchos momentos. Y los yugoslavos ascienden as¨ª a su tercera final europea y a la posibilidad de un tercer t¨ªtulo cionsecutivo. En la final no habr¨¢ confrontaci¨®n de estilos personales. Ser¨¢ el ejemplo l¨ªmite. Un uno contra cinco.
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