El Lele
"Soy tonto, pero no gilipollas", dice este personaje considerado una Institucion en el Pozo del T¨ªo Raimundo
La insuficiencia mental de El Lele no le impidi¨® ser toda una instituci¨®n en el barrio desde que el Pozo del T¨ªo Ralmundo no era m¨¢s que un pu?ado de chabolas mal avenidas.A?o 1961. Llega el General¨ªsimo al Pozo del T¨ªo Ralmundo. Bombos, platillos, banderitas y todo el fasto que la ocasi¨®n requer¨ªa. Sin embargo, el pueblo se escap¨® de excursi¨®n al monte. "Co?o, Lele, y t¨² ?d¨®nde andabas?". En el parque del Retiro, ni m¨¢s ni menos. Con el General¨ªsimo, el Lele se quit¨® de en medio conscientemente. Sin embargo, los vecinos recuerdan otra ocasi¨®n, totalmente distinta, en la que el Lele se plant¨® en medio de la foto en la inauguraci¨®n de una iglesia, entre 23 curas todos de negro. El hambre apretaba, y el Pozo de los no nos mover¨¢n, los curas rojos y que vienen los grises era el punto de referencia para media Espa?a. Era la ¨¦poca en que el Lele compraba seis c¨¢ntaros de agua a tres pesetas y lo vend¨ªa a seis con una carretilla. Despu¨¦s vender¨ªa carb¨®n y m¨¢s tarde porras de churros. No lo hac¨ªa m¨¢s barato -"soy tonto, pero no gilipollas"-, ni con m¨¢s arte, pero la gente hac¨ªa colas por comprarle.
Un llano y un pozo
Ahora, El Lele es hasta tal punto una instituci¨®n en el Pozo del T¨ªo Ralmundo que m¨¢s de 100 familias tienen perfectamente asumido que, desde las cartas de amor a las letras de cobro y las facturas, multas, felicitaciones de navidad y dem¨¢s misivas han de envi¨¢rselas a la calle de El Lele del Pozo, 28018 Madrid. Y que a nadie se le ocurra preguntar por qu¨¦ se llama as¨ª la calle. Muchos a?os cost¨® conseguir tales avances, en donde s¨®lo hab¨ªa un llano y un pozo, para que nadie de fuera ose tomar a broma o con incredulidad un nombre de tal raigambre.
?l ha llegado a acostumbrarse a las bromas de los vecinos -"a ver si te echas novia, que eres un ro?oso y te sacas los cigarros encendidos"- con la misma rapidez que ellos se familiarizaron con su forma de hablar gangosa.
A la hora de recordar nombres y caras no hay quien le gane. Lo mismo se acuerda de El Vizco, que de Paco, El Bruto ("mu bruto, mu bruto"), que de El Carri ("gasta muchas bromas, pero no es malo'), que de Marcelino Camacho, Dolores Ibarruri Ibarri (Pasionaria), Miguel ?ngel Pascual, gerente del Instituto de la Vivivenda de Madrid, y de Ram¨®n Tamames. "?Y qui¨¦n era el que m¨¢s se dejaba caer contigo y te daba m¨¢s caf¨¦s?". Dolores Ibarri, responde sin vacilar un momento. A ella la conoci¨® cuando pasaba por la capilla, vio mucha gente y crey¨® que le ocurr¨ªa algo al padre Llanos, y era ella, que hab¨ªa venido a ver al p¨¢rroco.
A las 12 termina de vender 200.000 pesetas en cupones. Un pase¨ªto r¨¢pido por cualquiera de los 26 bares del Pozo, el almuerzo con su hermana, un ratito de siesta y otro garbeo por los bares.
Un d¨ªa en que corri¨® el rumor de que al Lele le hab¨ªa pasado algo malo se soltaron todos los picos y palas que hab¨ªa en el Pozo para correr a su calle. Cualquier suceso que se produzca en torno al Lele es todo un acontecimiento en 100 metros a la redonda. Una foto en su calle no iba a ser una excepci¨®n.
-Se?ora, no le importar¨ªa echarse una foto con el Lele, ah¨ª, en la esquina.
-?El Lelai?, no, no.
-?No conoce a el Lele?
-No, no... ?Ah, pero si es el Lele! Cooo?o que guapisimo est¨¢s Lele. Pero... ?Y si me ve mi marido en la foto contigo? Bueno, bueno, me la echo, pero pronto, que se me queman las lentejas.
Entre toxic¨®manos
Debajo del Pozo est¨¢ La Celsa, uno de los n¨²cleos chabolistas de Madrid donde m¨¢s yonquis (drogodependientes) acuden. A ning¨²n toxic¨®mano de los que pasan por el Pozo se le ha ocurrido tocarlo. Si hay alguien querido y protegido all¨ª, se llama Lele, y por su parte nunca habr¨¢ problemas. "A La Celsa no voy ni atao". .
De Ja¨¦n se vino con nueve a?os, y lleva m¨¢s de 30 en el Pozo, de donde s¨®lo sale de tarde en tarde. La ¨²ltima ocasi¨®n fue en enero para comprar ropa. Sus amigos de Ja¨¦n y de Martos s¨ª que llegan todos los a?os para ver a los m¨¢s de 300 paisanos que viven en el barrio. Siempre que dejan en el Centro C¨ªvico latas de aceite y aceitunas, el Lele tarda poco en reclamar su parte.
Si se trata de hablar, la parrafada m¨¢s larga se la dedica precisamente al padre Llanos. "Cuando iban a tirar una casa, lo buscaba en la capilla, se quitaba la toga y nos pon¨ªamos delante de los camiones", cuenta el Lele. Desde entonces, las manifestaciones le dejaron un grato gustillo. Ni se le escap¨® la ¨²ltima contra la guerra del golfo P¨¦rsico, ni se le va escapar ninguna contra la droga. Aunque no sabe leer -sumar lo hace perfectamente- el Lele tiene claras sus inclinaciones pol¨ªticas. Le gusta m¨¢s Juan Barranco que Tierno Galv¨¢n, y ¨¦ste mucho m¨¢s que Rodr¨ªguez Sahag¨²n, a quien no ve con buenos ojos. A la hora de votar, es Izquierda Unida quien recoge su voto.
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