"Se le fue el toro"
A algunos de los toreros de ayer en Las Ventas se les fueron los toros vivos. Es un decir, na turalmente. A ninguno se le fueron vivos sus toros a parte alguna, pues los mataron todos; los seis. C¨®mo, esa ya es otra cuesti¨®n. Ocurre que la afici¨®n tiene frases de este corte para explicar en un plis-plas que hubo toros toreables y los matadores de turno no los supieron torear tal cual la tauromaquia manda. De manera que hubo toros buenos y no fueron toreados. Dos de ellos correspondi eron a Ra¨²l Zorita quien, por cierto, estuvo a punto de cumplir en su literalidad la frase, pues un minutito falt¨® para que le tocaran los tres avisos, y entonces, efectivamente, le habr¨ªan echado el toro vivo al corral. Bueno, no muy vivo: m¨¢s bien moribundo.El toro -quinto de la tarde- herido a estoque, estaba pr¨¢cticamente desahuciado por la ciencia veterinaria, y ca¨ªa, pero ten¨ªa tal casta, que en cuanto se acercaba el cachetero se pon¨ªa en pie para cogerle por la ingle. Sonaron dos avisos, finalmente Ra¨²l Zorita descabell¨®, y la afici¨®n concluy¨® que se le hab¨ªa ido vivo el toro. No exactamente por matarle a la ¨²ltima: por no torearle bien a la primera. Toro encastado y noble, Ra¨²l Zorita le mulete¨® con la suerte descargada, perdiendo un paso, sin la necesara ligaz¨®n sometedora de toros bravos y engraridecedora de suertes bellas. Es el mal de la ¨¦poca, por otra parte. En el actual oficio de muletear, la mayor¨ªa de los diestros pierden un paso tras cada muletazo porque esa estratagema se ha convertido en norma. Si un d¨ªa apareciese un torero cabal que en vez de perder un paso lo ganara, tal cual reclama el canon, a lo mejor dec¨ªa la gente que toreaba al rev¨¦s, y lo expulsaba del escalaf¨®n, por rebelde e iconoclasta.
Cuadri / Rinc¨®n, Zorita, Ponce
Toros de Celestino Cuadri, muy serios y cuajados (6?, cinque?o), con casta, bravucones, que en general dieron juego. C¨¦sar Rinc¨®n: pinchazo perdiendo la muleta, otro hondo trasero y tres descabellos (algunas palmas); estocada ladeada (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Ra¨²l Zorita, que confirm¨® la alternativa: dos pinchazos, estocada atravesada que asoma y descabello (palmas y tambi¨¦n protestas cuando saluda); pinchazo, otro hondo trasero, dos descabellos -primer aviso con retraso-, varias veces se acuesta y levanta el toro, un descabello - segundo aviso antes de tiempo- y dos descabellos (pitos).Enrique Ponce: estocada corta desprendida (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio); pinchazo y estocada corta baja (silencio). Plaza de Las Ventas, 28 de abril. Dos tercios de entrada.
Con el toro de la confirmaci¨®n de alternativa, tambi¨¦n noble y adem¨¢s inv¨¢lido, Ra¨²l Zorita luci¨® mejor arte y en algunos pases hasta olvid¨® la norma mala para aplicar la buena. La invalidez del toro y el viento, impidieron que luciera esa faena, bien planteada por el animoso diestro.C¨¦sar Rinc¨®n es otro de los toreros a quien se le fue vivo un toro, el primero de su lote, encastado ejemplar cuya fuerte embestida aguant¨® valerosamente en los pases por alto con que preludi¨® la faena y luego sigui¨® por derechazos y naturales perdiendo el paso dichoso. Cosa rara, la verdad. A C¨¦sar Rinc¨®n se le ha visto por esas plazas cargar gallardamente la suerte, y resulta que cuando aparece en Las Ventas, cuya afici¨®n analiza con lupa donde se pone el pi¨¦ y d¨®nde el pico, va, y pierde un paso. A veces no s¨®lo perd¨ªa un paso, sino siete u ocho. Al cuarto, que sac¨® genio y se revolv¨ªa, le ensay¨® pases con pundonor y valent¨ªa, lo cual es dato importante. Otro dato asimismo importante, que C¨¦sar Rinc¨®n dirigi¨® muy bien la lidia y hasta breg¨® con eficacia.
Todo lo contrario de cuanto queda referido hizo Enrique Ponce. Es decir, que deleg¨® vergonzantemente lidia y brega en su pe¨®n Ronde?o, y en cambio intent¨® un toreo puro, ajustado a los tiempos cl¨¢sicos de parar, templir y mandar que es regla de oro en el ejercicio del toreo. Tuvo el peor lote. Primero, un toro receloso al que enjaret¨® ayudados torer¨ªsimos y le porfi¨® pases presentando adelante el enga?o al objeto de encelar la embestida reacia. Y en ¨²ltimo lugar, un cinque?o hondo prob¨®n, al que busc¨® las vueltas en el tercio y en los medios, sin encontr¨¢rselas en ning¨²n sitio. Nadie pudo decir que se le fue vivo el toro, aunque tampoco era para hacerle ascos. Toros as¨ª de tremendos gustan a la afici¨®n -nada m¨¢s verlo aparecer, le ovacion¨® con j¨²bilo y adem¨¢s tienen faena. No la del derechazo, desde luego, pero s¨ª otra de rico repertorio y mucha emoci¨®n que en tiempos antiguos hasta el coletudo m¨¢s lego sab¨ªa aplicar. Claro que, en tiempos modernos, para el toreo de repertorio, legos son todos.
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