Poes¨ªa y rese?as
Durante la llamada transici¨®n espa?ola (desde 1977 hasta 1982, m¨¢s o menos) se dieron, con gran jolgorio, sonoras pol¨¦micas entre los representantes de las diversas tendencias po¨¦ticas que bull¨ªan por entonces en nuestro pa¨ªs. Hoy, por mor de un tiempo que al transcurrir nos obliga a ver el pasado no como mejor, sino como inmaduro, todo aquello deber¨ªa recordarse como un ruido de sonajas; pero no, las po¨¦ticas y sus ret¨®ricas siguen siendo utilizadas por sus defensores o por sus contrarios como excusas para desfogar otros fines como armas arrojadizas lanzadas, claro est¨¢, desde intereses personales, convirti¨¦ndose as¨ª la mirada cr¨ªtica no ya en externalista, sino en un sistema establecido de zancadillas y resbalones descalificadores sobre superficies que no son bunkers ni trincheras,sino la expresi¨®n de distintas sensibilidades y tradiciones. La democracia deber¨ªa haber calado al menos en este terreno, aunque la lluvia que sobre ¨¦l cae sea ¨¢cida y estemos al final del milenio.Si la cr¨ªtica literaria ha sido siempre tachada por los creadores como sospechosa, hora va siendo ya de relativizar a algunos de ¨¦stos -a sus arbitrios o desbarres varios- desde posiciones semejantes, y m¨¢s a¨²n cuando en una n-¨²sma persona pueden reunirse las dos caras de un mismo ejercicio: ser cr¨ªtico y creador, o sea, el colmo y el origen, con excepciones, de todas las sospechas.
Viene esto a cuento de la rese?a publicada el 14 de abril en el suplemento Libros de este diario titulada 'Culto con causa', sobre el volumen Poes¨ªa (1970-1989), de L. A. de Cuenca, y firmada por Jos¨¦ Carlos Rosales. En esta rese?a, que no es necesario leer con lupa, se ejemplifica sin pudor y no por vez primera lo que he se?alado: como si el tiempo no pasara y aqu¨ª hubiese m¨¢s habas que las contadas. ?Venga ya! Dicho sea esto con independencia de la obra y del autor rese?ados-
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