Jane Austen en Manhattan
MetropolitanDirecci¨®n y gui¨®n: Whit Stillman
Producci¨®n EEUU, 1990. Int¨¦rpretes: Carolyn Farina, Edward Clements,
Taylor Nichols, Cristopher Eigeman, Allison Rutledge-Parisi, Oylan
Hundley. Estreno en Madrid, cine Renoir.
Deb¨² curioso el de Whit Stillman, antiguo estudiante de Harvard y ex-vendedor de pel¨ªculas espa?olas por el mundo, con este Metropolitan que su autor confiesa nacido de experiencias propias. Su pel¨ªcula, que ostenta como m¨¢ximo valor un gui¨®n construido con mano f¨¦rrea, especialmente atento al di¨¢logo y al trazado de sus personajes -y por el cual, caso ins¨®lito por tratarse de una pel¨ªcula independiente, obtuvo una candidatura al ¨®scar 1990-, muestra las andanzas de un grupo de j¨®venes durante una semana de vacaciones navide?as.
Pero lo que hace de Metropolitan un producto a la vez personal y una lectura ajena inteligente es que justamente lo que traspone en im¨¢genes es ese mundo inamovible, esos personajes que van de casa en casa y discuten un poco sobre todo mientras ponen en evidencia su indefensi¨®n personal y su inmadurez afectiva; esos bellos malditos neoyorkinos no son criaturas s¨®lo de Stillman, ni siquiera de Scott Fitzgerald, son tambi¨¦n hijos de Jane Austen. Su mundo huele inevitablemente a naftalina, sus conflictos tienen su anclaje m¨¢s firme en el mundo de la autora inglesa, que supo retratar coro mano maestra a la alta clase media rural de su tiempo.
Stillman hace lo propio con la suya. Los ecos del mundo de la autora de El parque de Mansfield impregnan el discurrir perezoso de los d¨ªas que el film recrea , y son la pista para entender el inter¨¦s del cineasta por ceremonias decididamente demod¨¦s como los bailes de presentaci¨®n en sociedad, o su retrato, ferozmente divertido, de personajes como ese arist¨®crata, Rick ven Sloneker, que se dir¨ªa un trasunto de libertino decimon¨®nico, descarado y amoral.
La pel¨ªcula se eleva por encima de su aparente localismo para convertirse en una reflexi¨®n universal sobre los temores de la adolescencia frente al futuro, los primeros amores, las primeras decepciones, los temores apocal¨ªpticos que, en realidad, son poco m¨¢s que nada.
A menudo considerada por la cr¨ªtica como un cruce entre el mundo de Eric Rohmer y Woody Allen, ambas referencias son plausibles, pero a cambio de matizarlas convenientemente. De Rohmer la separa una maestr¨ªa, un aplomo narrativos que Stillman no posee todav¨ªa. Allen es un eco m¨¢s lejano: las fuentes de las que beben ambos autores son sensiblemente distintas. Pero lo que interesa resaltar a que Metropolitan es, ante todo, un film complejo y s¨®lido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.