Espacios naturales: contin¨²a el peligro

De los inventarios europeos se desprende que Madrid es la capital de la Comunidad Europea mejor dotada tanto en lo que se refiere a espacios naturales como a los valores faun¨ªsticos en su inmediata periferia. Como bot¨®n de muestra, el siguiente dato: hasta seis especies de aves consideradas en peligro de extinci¨®n pueden llegar a observarse sin salir de los meros l¨ªmites del t¨¦rmino municipal de esta metr¨®poli.

Par¨ªs, 3; Londres, 2; Dubl¨ªn, 4; Atenas, 1; Amsterdam, 3; Bonn, 0; Roma, 4; Lisboa, 2; Luxemburgo, 2; Bruselas, 1; Copenhague, 4, frente a Roma, 3. Aunque pudieran parecer m¨¢s bien los resultados de unos partidos de f¨²tbol en una supuesta liga europea, esta clasificaci¨®n lo que hace en realidad referencia es a las zonas sensibles y de importancia para la avifauna que subsisten en tomo a cada una de las diferentes capitales comunitarias, dentro de sus l¨ªmites regionales inmediatos.En el caso de Madrid ¨¦stas ser¨ªan cinco y, adem¨¢s, su superficie total equivale hasta unas 50 veces la extensi¨®n de otros entornos faun¨ªsticos capitalinos y europeos.

"Un tesoro incomparablemente valioso, cuya preservaci¨®n, dentro del patrimonio natural europeo, debe resultar compatible con las perspectivas de desarrollo que se acometan", explic¨® recientemente a este peri¨®dico Reinhardt Klein, alto responsable de la Direcci¨®n General 11 para el Medio Ambiente en la Comisi¨®n Europea.

Seg¨²n Bruselas, "la supervivencia de estos y otros espacios naturales centro-peninsulares suponen una de las mejores garant¨ªas para la correcta calidad de vida de las generaciones futuras madrile?as".

El elenco faun¨ªstico de la Comunidad de Madrid arroja, en 1991, un balance que sorprende en Europa: ¨¢guila imperial, 22 parejas; buitre negro, 33 parejas; buitre leonado, 39 parejas; ¨¢guila real, 4 parejas; avutardas, 150 ajemplares. Tambi¨¦n existe ¨¢guila perdicera, alimoche, cig¨¹e?a negra (en paso migratorio), milano real, cern¨ªcalo primilla, m¨²ltiples an¨¢tidas, s¨®lo por mencionar las especies omitol¨®gicas m¨¢s significativas.

Entre los mam¨ªferos salvajes madrile?os se cuentan, adem¨¢s, numerosos ciervos, gamos y jabal¨ªes; m¨¢s escasos, los corzos; hay enclaves de nutria, de gato mont¨¦s; incluso una poblaci¨®n de lince ib¨¦rico (en una de sus localizaciones m¨¢s septentrionales en la Pen¨ªnsula) y, nuevamente, la cabra mont¨¦s (cuya reintroducci¨®n se encuentra actualmente en curso en cierto paraje de la sierra del Guadarrama).

Cinco zonas

La mayor parte de estas especies conllevan obligaciones conservacionistas estrictas, en base a directivas europeas y vinculantes para las autoridades espa?olas.

Seg¨²n el inventario del ICBP, encargado por la CE para determinar las ¨¢reas de especiel inter¨¦s para la conservaci¨®n de las aves europeas, las cinco zonas madrile?as m¨¢s destacadas coinciden precisamente con los tantas veces solicitados o proyectados parques naturales todav¨ªa por establecer: Pe?alara-Alto Lozoya; la sierra norte; los encinares y pinos del suroeste; el eje del r¨ªo Guadarrama; el ya pr¨¢cticamente instituido parque natural del sureste metropolitano (en torno a la confluencia Jarama-Manzanares), y, adem¨¢s el (solicitado parque nacional) monte de El Pardo y las (solicitadas reservas) zonas esteparias del oriente de Madrid.

Sorprendentemente, los planteamientos en materia de medio ambiente del programa del PSOE, de cara a las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas (expuestos por el director de la madrile?a reuni¨®n con periodistas) no contemplan la protecci¨®n global de ninguno de los tres principales espacios naturales madrile?os: el valle del Lozoya, la sierra norte y los encinares del suroeste.

Para todos ellos, ¨²nicamente se pretender¨ªa llegar a pactos de conservaci¨®n con las poblaciones locales, salvaguardando espec¨ªficamente los enclaves m¨¢s valiosos.

Este planteamiento ha causado honda preocupaci¨®n en medios conservacionistas y cient¨ªficos, que lo denuncian como dejatorio e inoperativo, mientras advierten acerca de los intereses especulativos que planean sobre las comarcas afectadas y el uso indiscriminado de venenos que contin¨²a en las grandes fincas de caza regionales.

Otro de los grandes peligros para nuestro patrimonio es la invasi¨®n automovil¨ªstica incontrolada que sufren los espacios naturales madrile?os, como ocurre en el valle del Lozoya, cada fin de semana que hace buen tiempo.