La huella de P¨¦rez S¨¢nchez
La administraci¨®n de Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez del Museo del Prado estuvo marcada por la pol¨¦mica y acab¨® en controversia. Pero esas circunstancias no deben hacemos olvidar los logros de su mandato. Cuando fue nombrado director en 1983, el Prado empezaba a ser un museo moderno; cuando sali¨® precipitadamente en febrero de este a?o, el Prado se hab¨ªa convertido en uno de los principales centros europeos de las artes visuales.En ciertos aspectos, su logro m¨¢s importante no fue precisamente el m¨¢s profundo. Me refiero, claro est¨¢, a las grandes exposiciones temporales, que culminaron con la ya legendaria Vel¨¢zquez de 1990. Al igual que todas las exposiciones de ese tipo, tambi¨¦n ¨¦stas consiguieron atraer la atenci¨®n del p¨²blico hacia los grandes maestros de la pintura antigua y contribuyeron a promover la democratizaci¨®n del Prado, que era una parte importante de su programa.
Pero, al menos para un historiador del arte, la mejor parte de la labor de P¨¦rez S¨¢nchez se hizo entre bastidores. La grandeza del Prado -y pocos se atrever¨ªan a poner en duda que es el museo m¨¢s importante del mundo en pintura europea- radica en sus colecciones esmeradamente reunidas a lo largo de 500 a?os.
Es un hecho evidente que el cuidado de las colecciones es la primera y m¨¢s importante responsabilidad del director de un museo. En relaci¨®n con los museos, el t¨¦rmino cuidado comprende tres aspectos esenciales: preservaci¨®n, investigaci¨®n e instalaci¨®n. En los tres aspectos, P¨¦rez S¨¢nchez hizo importantes contribuciones.
El programa de preservaci¨®n empez¨® con pol¨¦mica, cuando John Brealay, entonces restaurador jefe del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, fue invitado a limpiar Las Meninas. A pesar de los violentos ataques de varios sectores, P¨¦rez S¨¢nchez persisti¨® e invit¨® a Brealey a supervisar los trabajos del taller de restauraci¨®n del Prado e introducir nuevos procedimientos. Desde entonces, el cualificado personal del museo ha restaurado calladamente muchas de las obras maestras del Prado, y con unos resultados sorprendentes. La campa?a de limpieza y restauraci¨®n de las obras de Vel¨¢zquez, ya casi finalizada, es un triunfo indudable. El aspecto de esas pinturas se ha transformado, permitiendo que especialistas y p¨²blico en general puedan apreciar aspectos del arte de Vel¨¢zquez que no eran visibles desde el siglo XVIL Adem¨¢s, P¨¦rez S¨¢nchez anim¨® el trabajo del gabinete t¨¦cnico, dirigido por esa consumada cient¨ªfica que es Carmen Garrido, cuyos resultados han mejorado considerablemente nuestros conocimientos de c¨®mo los viejos maestros elaboraban sus pinturas.
El resultado m¨¢s importante del trabajo de investigaci¨®n es el Inventario general de pinturas,del cual se public¨® el primer volumen el a?o pasado. Por complicadas razones hist¨®ricas, nunca se hizo un inventario exacto de las posesiones del Prado, a pesar de lo fundamental que ser¨ªa un documento as¨ª. Corrieron rumores, con frecuencia nada favorables, sobre la dispersi¨®n del Prado que ahora se pueden disipar. Por primera vez en la historia, los espa?oles pueden sabe qu¨¦ pinturas pertenecen a su primera pinacoteca.
Tambi¨¦n se avanz¨® mucho en la reinstalaci¨®n de la colecci¨®n aunque P¨¦rez S¨¢nchez se fue antes de poderla terminar. Para alguien que como yo conoce el Prado desde finales de los a?os cincuenta, el atractivo, iluminaci¨®n y coherencia de las nuevas instalaciones son impresionantes. Tambi¨¦n son de notar otras mejoras, especialmente en la educaci¨®n p¨²blica. Creo, por tanto, que es justo conceder a P¨¦rez S¨¢nchez el cr¨¦dito que merece por haberse dedicado al Prado y al p¨²blico de una forma tan plenamente profesional.
Su marcha, como es natural, plantea la cuesti¨®n de un sucesor, y como forastero no tengo nada que decir sobre el tema, excepto en t¨¦rminos muy generales. El programa de P¨¦rez S¨¢nchez para el Prado se basaba en su gran conocimiento de la pintura europea, especialmente de la espa?ola, y su enorme respeto a la colecci¨®n. El Prado como instituci¨®n no puede separarse del Prado como colecci¨®n. P¨¦rez S¨¢nchez llev¨® la gran vieja nave del atracadero a las profundas aguas de la vida cultural espa?ola. Respaldado por el creciente inter¨¦s del p¨²blico por las artes visuales, el Prado gan¨® reputaci¨®n y ahora atrae a muchos sectores sociales que antes estaban poco interesados en lo que ten¨ªa que ofrecer. Mi mayor deseo, como estudioso y amante del arte espa?ol, es que el nuevo dlrector o directora conozca, comprenda y respete el inapreciable contenido del Prado y se dedique a ¨¦l con la misma devota entrega que Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez.
Traducci¨®n: Leopoldo Rodr¨ªguez Regueira.
Babelia
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