El coche-gallina
Est¨¢ visto que el coche sigue siendo la gallina de los huevos de oro para el af¨¢n recaudatorio del Estado y los ayuntamientos, a la que recurren, sin demasiados escr¨²pulos, cuando necesitan llenar las arcas.Bien es cierto que las carreteras siguen siendo malas en su mayor¨ªa, con una infraestructura vial a la cola de los pa¨ªses desarrollados; que por las ciudades es casi imposible circular o aparcar los veh¨ªculos; que los atascos se han convertido en algo cotidiano en las carreteras y en el paisaje urbano; que todo est¨¢ sembrado de se?ales prohibiendo, limitando, confundiendo; que, al no haber suficientes aparcamientos, la gente, desesperada, aparca los coches en las aceras, en los pasos de peatones, en doble fila, porque, claro, no hay forma de sub¨ªrselos a casa. Entonces, la cosa es bien f¨¢cil para los guardias que, l¨¢piz en ristre y con toda comodidad, ponen multas a discreci¨®n, traen sus gr¨²as y hacen su negocio. Porque cuando se carece de imaginaci¨®n e inteligencia para crear planes y soluciones que alivien tantas deficiencias y que hagan m¨¢s grata la vida de los ciudadanos, ya se sabe, siempre se recurre al planteamiento m¨¢s romo f¨¢cil: el automovilista es un delincuente en potencia, y, por tanto, hay que perseguirlo y castigarlo fri¨¦ndolo a impuestos, imponi¨¦ndole multas desmesuradas, escondiendo a los agentes en lugares estrat¨¦gicos para fotografiar al infractor en flagrante, someti¨¦ndole a pruebas de alcoholemia, comi¨¦ndole el coco con consejos y amenazas apocal¨ªpticas, manteni¨¦ndole, en fin, asustado, cohibido y con complejo de culpabilidad.
De esta guisa, si un Ayuntamiento tiene la brillante idea de que la soluci¨®n est¨¢ en subir y
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ampliar las multas y prohibiciones, llega el siguiente ayuntamiento, que previamente hab¨ªa criticado esta medida, y al final termina haciendo lo mismo. Los problemas contin¨²an creciendo, pero las arcas se llenan, que parece ser lo m¨¢s importante.
As¨ª, la gallina-veh¨ªculo permanece siendo una mina de oro para la insaciable voracidad recaudatoria de Hacienda y ayuntamientos, y, por ende, una ruina y carga cada vez m¨¢s insostenible para las econom¨ªas de los amedrentados y sufridos automovilistas.- Manuel Jim¨¦nez.
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