?Moratoria o eutanasia nuclear?
La energ¨ªa nuclear est¨¢ moribunda. En Estados Unidos no se encarga reactor alguno desde 1975 y se han abandonado m¨¢s de cien proyectos. Las compa?¨ªas sobrevivientes a las quiebras se orientan all¨ª cada vez m¨¢s hacia los yacimientos de ahorro energ¨¦tico y unas energ¨ªas renovables mucho m¨¢s prometedoras. En el Reino Unido, los inversores privados compraron todo el sistema el¨¦ctrico privatizado por Margaret Thatcher menos las ruinosas centrales nucleares. La industria nuclear est¨¢ paralizada en todo el mundo desarrollado, salvo en Francia y en Jap¨®n. Si en 1975 el Organismo Internacional para la Energ¨ªa At¨®mica (IAEA) proclamaba que en el a?o 2000 la mitad de la electricidad mundial ser¨ªa de origen nuclear, en 1988 rondaba el 15% y a la tendencia actual ser¨¢ del 10% a fin de siglo.Cuando el PSOE lleg¨® al Gobierno se encontr¨® id¨¦ntico panorama: un sector el¨¦ctrico al borde de la quiebra, con una deuda que asciende ahora a 4,3 billones de pesetas (?equivalente a la deuda externa de Venezuela o Turqu¨ªa!). Pero en lugar de dejar que los inversores ineptos salieran del mercado, admitieron el tradicional parasitismo de los monopolios el¨¦ctricos espa?oles y decidieron apuntalar sus maltrechas finanzas con ingentes recursos p¨²blicos. El resultado fue la moratoria nuclear adoptada en 1984. Lejos de estar motivada por razones ecol¨®gicas, la moratoria y los intercambios de activos iniciados entonces han estado destinados a traspasar la ruinosa factura nuclear a usuarios y contribuyentes. A finales de los ochenta la operaci¨®n hab¨ªa supuesto 700.000 millones, m¨¢s otros 400.000 millones por el pago anual de intereses, enterrados por el Estado para reflotar a las compa?¨ªas el¨¦ctricas.
Ni siquiera detuvo la nuclearizaci¨®n: silenciosamente, bajo la Administraci¨®n socialista nos ¨ªbamos a convertir en el tercer pa¨ªs m¨¢s nuclearizado de la Comunidad Europea -detr¨¢s de Francia y B¨¦lgica-, pasando la generaci¨®n nuclear de electricidad del 20,4% en 1984 al 40,7% en 1989, tras conectar a la red Cofrents, Asc¨® II, Vandell¨°s II y Trillo I. S¨®lo los grupos de Trillo II (donde apenas se ha construido nada), los dos de Lem¨®niz (inviables por razones bien conocidas) y el de Valdecaballeros quedaban en moratoria real. Mientras tanto, como siempre, el Estado se har¨ªa cargo de los residuos nucleares y el desmantelamiento a trav¨¦s de Enresa, subvencionaba con centenares de miles de millones el enriquecimiento del combustible nuclear (una cifra comparable a todo el Plan de Energ¨ªas Renovables) y en el recibo de la luz se asignaba un 0,25% para la compra de uranio y otro 1,3% para las operaciones del combustible irradiado.
Para remachar el clavo, el nuevo marco legal estable de las tarifas el¨¦ctricas adoptado en 1984 asignaba un 3,54% del recibo a resarcir a los inversores por haber enterrado est¨²pidamente millones en Lem¨®niz o Valdecaballeros. En otras palabras, todos hemos sido obligados a sacar del hoyo a las compa?¨ªas el¨¦ctricas, que ya se equivocaron una vez apostando por la sobreinversi¨®n en ruinosas centrales nucleares y que de ese modo -claro est¨¢- han seguido pidiendo a gritos volver a equivocarse abriendo Valdecaballeros. Pero el problema de verdad no es s¨®lo el coste de la moratoria, como ahora proclama hip¨®critamente toda la derecha econ¨®mica. El verdadero problema es la inmensa losa de la equivocaci¨®n nuclear.
Por eso la reciente decisi¨®n del ministro de Industria no cambia casi nada. Las ¨²nicas novedades (sin duda positivas, y en las que los antinucleares tambi¨¦n reconocemos nuestro esfuerzo) son la definitiva exclusi¨®n de Valdecaballeros y la apuesta por el gas argelino. Pero ante una energ¨ªa nuclear moribunda, Aranzadi se empe?a en agotar hasta el final la vida ¨²til de las nueve centrales nucleares en funcionamiento. El n¨²cleo del dilema energ¨¦tico presente aparece con claridad cuando se compara la decisi¨®n del ministro de Industria con el plan energ¨¦tico alternativo Energ¨ªa 2000, elaborado recientemente por la Asociaci¨®n Ecologista de Defensa de la Naturaleza (Aedenat) e Izquierda Unida (IU) para la pr¨®xima discusi¨®n del Plan de Energ¨ªa Nuclear (PEN). Ambos coinciden en aumentar la participaci¨®n del gas natural, que en el Estado espa?ol s¨®lo alcanza el 5'lo del consumo de energ¨ªa primaria, cuando la media de la Comunidad Europea se sit¨²a en el 18% (y el gas es, sin duda, el menos contaminante de todos los combustibles f¨®siles). Sin embargo, mientras el plan alternativo de Aedenat-IU demuestra que se pueden cerrar sin problemas todas las centrales nucleares si se emprenden inversiones serias en ahorro y eficiencia y se potencian las energ¨ªas renovables, la propuesta de Aranzadi sencillamente excluye tal posibilidad, hasta m¨¢s all¨¢ del a?o 2000.
Pues bien, la verdadera opci¨®n de futuro es la propuesta por Aedenat, Greenpeace y todos los varios centenares de grupos ecologistas que impulsan la campa?a Vivir sin nucleares: ahorrarnos a nosotros y los que vendr¨¢n mayores residuos nucleares, contaminaci¨®n radiactiva y peligros de accidentes, cerrando las centrales nucleares; obtener mucha m¨¢s energ¨ªa simplemente emple¨¢ndola mejor; apostar por el gas como fuente no renovable de transici¨®n, especialmente en sistemas descentralizados de cogeneraci¨®n, y dar entrada a las energ¨ªas renovables alternativas, las ¨²nicas que abren un horizonte de perdurabilidad para el pr¨®ximo siglo. As¨ª lo comprendi¨® Dinamarca, que tuvo la sensatez de no construir centrales nucleares y ahora tiene la energ¨ªa m¨¢s barata y la renta per c¨¢pita m¨¢s alta de la Comunidad Europea. As¨ª lo ha decidido Suecia, cerrando paulatinamente sus centrales nucleares hasta el 2010 y emprendiendo un ambicioso programa de ahorro y diversificaci¨®n. As¨ª se est¨¢ haciendo en California, Seattle, Nueva Inglaterra y otros Estados norteamericanos.
La cuesti¨®n, por tanto, no es si manda m¨¢s el PSOE o el Gobierno. No tiene nada que ver. La cuesti¨®n es que ante la agon¨ªa mundial de la energ¨ªa nuclear, cinco a?os despu¨¦s de Chern¨®bil, s¨®lo caben dos opciones: el ministro Aranzadi quiere prolongar su vida hasta el final, para que entre todos paguemos a las el¨¦ctricas su terrible equivocaci¨®n. Todos los que impulsamos la campana Vivir sin nucleares preferimos la eutanasia nuclear, que es mucho m¨¢s econ¨®mica y sana ecol¨®gicamente. Y estamos recogiendo medio mill¨®n de firmas en favor de una iniciativa legislativa popular antinuclear para proclamarlo, por vez primera, desde el Congreso de los Diputados.
es profesor de Historia Econ¨®mica de la Facultad de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales de la Universidad de Barcelona y miembro de la revista Mientras Tanto. es profesor de Metodolog¨ªa de las Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales de la Universidad de Barcelona y miembro de la revista Mientras Tanto.
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