Bangladesh se resigna a vivir en la cat¨¢strofe
La poblaci¨®n de Chittagong reconstruye sus chabolas mientras se avecina otra tormenta
Tejados en el mar y barcos en las carreteras; agua por todas partes, pero los ¨¢rboles abrasados; vallas convertidas en caminos sobre el fango. El cicl¨®n ha hecho de Chittagong el reino de lo absurdo. No existe otra forma de describir el estado en que se encuentra la segunda ciudad de Bangladesh dos semanas despu¨¦s de que fuese barrida por vientos de 250 kil¨®metros por hora y una sola ola, pero de seis metros de altura. Con una resignaci¨®n que s¨®lo son capaces de sentir estos olvidados del cielo, las gentes han comenzado a reconstruir sus chozas con los desechos de las p¨¦rdidas.
Rebuscando entre el lodo, sacan aqu¨ª un palo y all¨ª unas brozas, y se sientan a tejarlas para hacerse un nuevo techo. El cicl¨®n se llev¨® tanto que muchas familias se conforman con que su nueva vivienda no alcance el metro de altura ni de anchura. Son cajitas de paja o m¨¢s bien ata¨²des ya preparados para la nueva amenaza que se avecina.El calor es tan intenso en la zona que el departamento de meteorolog¨ªa ha avisado que se est¨¢ formando una nueva tormenta en el golfo de Bengala que puede desatar su furia los pr¨®ximos d¨ªas 15 y 16 en esta misma costa sure?a bangladesh¨ª. "El anterior cicl¨®n se dirig¨ªa a las costas de la India y de pronto cambi¨® su rumbo y descarg¨® aqu¨ª. Tal vez ahora tengamos m¨¢s suerte y el nuevo decide irse a otro lado", afirma uno de los voluntarios que participan en la distribuci¨®n de comida y ropa.
Tanto los que distribuyen la ayuda como los que la reciben afirman que "no es suficiente". Hasta el momento se est¨¢ entregando medio kilo de arroz por cada ocho personas y dos panecillos por cabeza. "Son unas gentes muy pobres, y aunque parezca imposible la pobreza est¨¢ aumentando", se?ala el mayor del Ej¨¦rcito del Aire Asad Ul Haq, llegado el pasado d¨ªa 5 de Dhaka, junto con otros oficiales y varios m¨¦dicos militares.
Como sucede siempre, han perdido m¨¢s los que menos tienen, pero en este pa¨ªs de 115 millones de habitantes la pobreza es tan extrema que un ladrillo es s¨ªmbolo de riqueza. Por ello, hay guardas que vigilan los restos del vallado del puerto, del aeropuerto y de la refiner¨ªa, para que las gentes que buscan c¨®mo evitar que se vuelen sus cobertizos no se lleven los ladrillos. Y es que, especialmente en el sur de Bangladesh, no hay una sola piedra. Son tierras formadas con el limo que arrastran los tres grandes r¨ªos -Bramaputra, Ganges y Meghna- y sus cientos de afluentes.
Viaje en helic¨®ptero
El viaje en helic¨®ptero entre Dhaka y Chittagong es el mejor m¨¦todo para comprender este pa¨ªs. Durante la hora y media que dura el trayecto es f¨¢cil descubrir el milagro de la existencia de estas gentes. M¨¢s de un tercio de Bangladesh es una extensa marisma donde no hay un cent¨ªmetro sin cultivar. Parece un tablero de ajedrez verde y plata por el brillo del sol en el agua de los arrozales, y en esta o en aquella esquina de los m¨²ltiples cuadraditos un pu?ado de cocoteros y palmeras avisan al inexperto de que hay un poblado. Los r¨ªos atraviesan caprichosos o lineales el tablero. No hay la m¨¢s m¨ªnima diferencia de altura entre el agua y la tierra. Peque?as barreras de ladrillos hacen las veces de diques y evitan, mientras no ocurra ning¨²n fen¨®meno, que se inunden las tierras.
Despu¨¦s de este viaje es mucho m¨¢s triste ver el lodazal en que la naturaleza ha convertido tanto esfuerzo humano. En un hospital improvisado en dos tiendas el doctor Reza Alam, de 31 a?os, se esfuerza por salvar la vida a un ni?o de cinco. "No hemos hecho la investigaci¨®n necesaria para saber si es c¨®lera, pero hay pacientes que defecan 25 veces al d¨ªa", dice mientras sujeta el suero que el organismo agotado del ni?o se empe?a en expulsar.
Fuentes de la Cruz Roja dijeron a este peri¨®dico que antes del cicl¨®n ya hab¨ªa en el ¨¢rea brotes de c¨®lera, que ahora "se han multiplicado con una rapidez vertiginosa". La pol¨ªtica del Gobierno es evitar el p¨¢nico entre la poblaci¨®n, no declarando abiertamente que hay c¨®lera, y para que no le acusen de mentir ha optado porque los equipos de salvamento no analicen las pruebas de la diarrea. Ya se han enterrado todos los cad¨¢veres de personas -oficialmente 138.868- y animales que d¨ªas atr¨¢s sembraban el sur de Bangladesh, pero las aguas est¨¢n contaminadas. El olor a putrefacci¨®n de todo tipo de alimentos que despiden ¨¦stas, es una clara se?al de que si a¨²n no hay epidemia de c¨®lera, la habr¨¢ pronto.
A pesar de todo, son evidentes los esfuerzos del Gobierno de Bangladesh por restablecer un m¨ªnimo de normalidad en la zona. Los hangares y los edificios del aeropuerto siguen sin techos, pero se ha logrado reparar la torre de control y los aviones despegan.
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