Ya s¨®lo quedan 22
JOAQU?N VIDAL Hay quienes se ten¨ªan cre¨ªdo que esta feria no se iba a acabar nunca y, sin embargo, ya va de vencida: s¨®lo quedan 22 corridas. ?Y qu¨¦ son 22 corridas al lado de la inmensidad de los mares? 22 corridas se pasan enseguida. 22 corridas al estilo de la de ayer, son como un suspiro. Se coge lo que sucedi¨® en la corrida de ayer se multiplica por 22 y queda una futilidad, una cosita as¨ª, un suspiro, un gemido, un lamento. En menos que queramos darnos cuenta llegar¨¢ el 4 de junio, fecha famosa porque es la corrida de Miura - la afici¨®n la tiene mar cada en rojo en su agenda-, y, lidiada, se habr¨¢ acabado esto. No del todo: 48 horas m¨¢s tarde ser¨¢ uno de esos tres jueves del a?o que relucen m¨¢s que el sol -los otros dos, Jueves Santo y Corpus Christ' -s se celebra la corrida de beneficencia.En fin, que de vencida. Cuatro corridas son ya historia; 25 reses bravas (una, en la alta funci¨®n de sobrero) han sido despie zadas por delicados tablajeros luego servidas en estofado. Se les llama bravas en sentido gen¨¦ri co, naturalmente. Las siete ¨²lti mas saltaron ayer a la arena y una volvi¨® a entrar por donde hab¨ªa salido, a causa de su invalidez. Al Ni?o de la Taurina, que era a quien correspond¨ªa torear ese animalito, cornal¨®n y coloradete por m¨¢s se?as, se le debi¨® hacer la boca agua, o poner losdientes largos (o ambas cosas a la vez), al ver al coloradete cornal¨®n peque?ajo, que embest¨ªa docil¨®n, y aprovech¨® la feliz circunstancia para torearle a la ver¨®nica con gusto, empaque y pinturero ce?imiento. Pero le dur¨® poco la alegr¨ªa. El peque?ajo estaba tan tullido que el presidente lo devolvi¨® al corral, y quiz¨¢ por la ley de las compensaciones sali¨® en su lugar un sobrero que era todo lo contrario.
N¨²?ez / Armillita, Ni?o de la Taurina, Ponce
Toros de Joaqu¨ªn N¨²?ez del Cuvillo, desiguales de presentaci¨®n (aunque en general con trap¨ªo), tambi¨¦n de comportamiento, varios con poder y, otros inv¨¢lidos; 2?, chico e inv¨¢lido, devuelto al corral. Sobrero de Jos¨¦ V¨¢zquez, de imponente presencia, manso y bronco. Armillita Chico: estocada escandalosamente trasera y baja (silencio); pinchazo trasero y estocada corta trasera (silencio). Ni?o de la Taurina: dos pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio); estocada escandalosamente baja (pitos). Enrique Ponce: bajonazo descarado (silencio); tres pinchazos -aviso- cuatro pinchazos m¨¢s y descabello (silencio).Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. Cuarta corrida de feria. Lleno.
El toro caribello
El sobrero todo lo contrario caus¨® sensaci¨®n. El toro sobrero ten¨ªa impresionante alzada, con la cornamenta a juego; gallarda estampa bajo su capa c¨¢rdena, que se le aclaraba a blanco por la frente y por eso era caribello. Y, en cambio, de bendito no ten¨ªa nada. El impresionante toro sobrero c¨¢rdeno caribello, manso y poderoso en varas, lleg¨® bronco al ¨²ltimo tercio e hizo pasar al Ni?o de la Taurina las de Ca¨ªn. Ni?o de la Taurina demostr¨® su pundonor -quiz¨¢ tambi¨¦n su ingenuidad- intentando darle naturales, pero el toro se le ven¨ªa hecho un tigre y resolvi¨® trastearlo de pit¨®n a pit¨®n desde prudente distancia. Toros de semejante catadura toda la vida de Dios y el C¨²chares tuvieron faena, que no consist¨ªa en derechazos o naturales; antes bien, los diestros tiraban de repertorio y les aplicaban suertes de variada factura perfectamente adecuadas a su condici¨®n, y si esa condici¨®n cambiaba daba igual, porque a¨²n hab¨ªa m¨¢s en los cat¨¢logos de la tauromaquia. Seg¨²n los taurinos, el p¨²blico actual no aceptar¨ªa este tipo de faenas, porque no se adecu.an a sus gustos. Sin embargo eso est¨¢ por ver. El d¨ªa que aparezca el torero que sepa hacerle al toro de casta bronca una faena de repertorio, se podr¨¢ comprobar si gusta o no al p¨²blico. Se refieren los taurinos a los gustos del p¨²blico como si se trataran de la quintaesencia de la exquistez, y tampoco es para tanto. Un p¨²blico capaz de entusiasmarse con derechazos metiendo el pico, con los z,afarranchos que arman para torear determinadas figuras, con faenasinterminables hechas a base de repetir hasta el agotamiento dos ¨²nicos pases sin ligar ninguno, ser¨ªa muy raro que desde?ara la amenidad, la emoci¨®n y la est¨¦tica de las faenas de repertorio, dominadoras de torazos con casta bronca.
Una tanda de redondos
Ni?o de la Taurina no tiene la culpa de desconocer esas faenas: nunca las ha visto, nadie se las ha ense?ado, quiz¨¢ ignore incluso que existen. Al quinto, otro torazo, le pudo hacer lo que sabe, pues ese ten¨ªa nobleza, y despu¨¦s de prenderle por los costados dos pares y medio de banderillas, le instrument¨® una tanda de redondos perfectamente templados y ligados. No hubo m¨¢s porque Ni?o de la Taurina ya no volvi¨® a templar ni a ligar, y al toro le lleg¨® la muerte sin haber recibido la faena que merec¨ªa. Mejor erribestida tuvo a¨²n el sexto y result¨® que a Enrique Ponce tambi¨¦n se le iba sin torear. Un cambio de mano, una trincherillla, par deayudados de excelente trazo, se perdieron entre la mara?a de los derechazos y naturales vulgares que peg¨® a docenas. Los restantes toros ten¨ªan escasa embestida. Ponce estuvo voluntarioso con el tercero y Armillita Chico lo mismo con los de su lote, dejando la muestra de un toreo de buen corte. Algunos espectadortes se mostraron disconformes con Armillita y comentaban que no es, un torero tan excepcional que compense traerlo desde M¨¦xico y meterlo en la Feria de San Isidro. Puede ser, mas los espa?oles que van all¨¢ tampoco son Joselito y Belmonte. 0 sea, que vaya lo uno por lo otro. Los espectadores estaban muy impacientes, esa es la verdad, y se comprende. Algunos ayudados, una tanda de redondos, ciertas muestras de toreo de buen corte, no compensan dos horas de apreturas en el tendido y, adem¨¢s, la feria va cumpliendo etapas sin que se acaben de ver cosas de fundamento. Cuando s¨®lo falta 22 corridas, ese puede ser grave asunto.
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