Imaginaci¨®n
Desde el primer momento de su recital en Madrid -con La dama de la isla, una de sus mejores canciones- el gaditano Javier Ruibal mostr¨® un apreciable avance en el planteamiento de los arreglos. Antonio Toledo ha cambiado su guitarra ac¨²stica por la el¨¦ctrica, incorporando a veces una t¨ªmbrica original que proporciona al cantante esa ambientaci¨®n sonora de la que carec¨ªa. Ruibal es un m¨²sico intenso y de gran carga dram¨¢tica, que a veces se diluye entre los largos puentes instrumentales e improvisaciones a cargo de sus excelentes m¨²sicos. Uno de sus estrenos, la magn¨ªfica Pensi¨®n Triana, es un ejemplo significativo, con un largo desenlace instrumental que hace olvidar el preciosismo l¨ªrico de la canci¨®n.In¨¦dito
Javier Rubial y Javier Krahe
Javier Ruibal (voz y guitarra), Antonio Toledo (guitarra el¨¦ctrica), Marcelo Fuentes (bajo), Jos¨¦ Antonio Galicia (bater¨ªa y percusi¨®n), Tito Alcedo (guitarra ac¨²stica), Manolo Morales (saxo).Javier Krahe (voz), Antonio S¨¢nchez (guitarra ac¨²stica y coros), Fernando Anguita (contrabajo y coros), Jimmy R¨ªos (bater¨ªa, percusi¨®n y coros, Tito Larregui (guitarra el¨¦ctrica), Lorenzo Azcona (saxo y clarinete) Aforo: 4.000 personas. Entrada libre. Plaza Mayor. Madrid, 13 de mayo.
Javier Krahe tiene un disco producido, grabado y hasta con t¨ªtulo: Sacrificio de dama. Tambi¨¦n es in¨¦dito, porque no hay ninguna casa discogr¨¢fica interesada en publicarlo, algo que no se comprende muy bien despu¨¦s de observar y escuchar a 4.000 personas estar atentas hasta el detalle, y corear sus canciones.
Solitario y esc¨¦ptico, Javier Krahe es un heterodoxo cuyos recitales poco tienen que ver con los espect¨¢culos al uso. Musicalmente, incorpora g¨¦neros tan dispares como el blues y la jota, el rock y el pasodoble, el ragtime y el vais. Sus textos, principal atractivo del cantautor, son corrosivos, humor¨ªsticos y con apostillas desconcertantes. Es en el manejo del desconcierto, donde Krahe se desenvuelve a la perfecci¨®n, prende a una audiencia que espera lo inesperado y consigue dferenciarse.
Con un grupo fiel y magn¨ªfico, su recital tuvo altibajos porque sus hallazgos son desiguales, pero logr¨® sujetar al p¨²blico. "Hasta dentro de otros cinco a?os", se despidi¨®. El lustro se convirti¨® en cinco minutos, porque tuvo que volver al escenario para ofrecer dos canciones m¨¢s y demostrar, como antes lo hiciera Javier Ruibal, que no hay estilos olvidados cuando se defienden con la imaginaci¨®n.
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