Un aut¨¦ntico problema social
JOS? MIGUEL PE?A MART¨ªNConsidera el articulista que el ¨¦xito o fracaso de la anunciada regularizaci¨®n fiscal no depender¨¢ s¨®lo de las ventajas ofrecidas para el surgimiento del dinero negro sino, b¨¢sicamente, del evidente riesgo futuro en mantener la opacidad fiscal, pues se puede regularizar el pasado reciente y seguir generando flujos de rentas ocultas.
El Gobierno va a facilitar la regularizaci¨®n fiscal de aquellos que incumplieron con sus obligaciones tributarlas. Las razones manifesadas para esta nueva oportunidad ser¨ªan b¨¢sicamente tres:1. La inmediata liberalizaci¨®n de los movimientos de capital en el marco de la CE y la reforma del tratamiento fiscal de las plusval¨ªas y otras fuentes de renta generadoras de dinero negro.
2. La existencia de unstock de dinero negro estimado en cerca de 10 billones de pesetas que disel normal funcionamiento del sistema econ¨®mico y financiero; baste pensar en las dificultades para el control de las variables monetarias o la injustificada elevaci¨®n de los precios de los inmuebles.
3. El agotamiento de un modelo basado en el cumplimiento forzoso y forzado de las obligaciones tributarlas bajo la amenaYa de severas sanciones y el intento de sustituci¨®n por otro basido m¨¢s en el cumplimiento voluntario y espont¨¢neo.
La regularizaci¨®n se va a instrumentar ofreciendo dos v¨ªas alternativas a los interesados en ella. Una consistente en presentar declaraciones complementarias entre junio y diciembre de este a?o con la ventaja de no abonar intereses de demora y eximir de garant¨ªas si se aplaza el pago de la deuda. La otra consiste en colocar el dinero negro en una emisi¨®n especial de deuda p¨²blica que sustituir¨¢ a los pagar¨¦s del Tesoro y forales, con una rentabilidad del 2%, no transmisible y con vencimiento a seis a?os, con la ventaja de no tributar durante este periodo ni por su afloraci¨®n. Ambas se acompanan con la presunci¨®n de que las posibles rentas descubiertas por la inspecci¨®n corresponder¨ªan capitales regularizados. Para facilitar la medida, a partir del pr¨®ximo a?o las declaraciones complementarias llevar¨¢n un recargo del 50% o 100%.
Los beneficios y costes de una u otra opci¨®n son claros y f¨¢cilmente cuanti icables para cada interesado en funci¨®n de las cantidades afloradas, las rentas declaradas y los a?os en que se obtuvieron. Ahora bien, el valorar las ventajas individuales de esta regularizaci¨®n obliga tambi¨¦n a contemplar dos factores adicionales: de un lado, la posibilidad ya existente de aflorar como mcremento no justificado de patrimonio siempre que el dinero no hubiera dejado rastro desde su obtenci¨®n y, por otro, que el ahorro final resultante ser¨¢ en la pr¨¢ctica mayor si se hubieran incumplido otras obligaciones por IVA, transmisiones o sucesiones y donaciones, aunque legalmente no les alcance la regularizaci¨®n. Por su parte, el endurecimiento de las complementarias a partir de 1992 contribuir¨¢ al ¨¦xito de la medida, pero su mantenimiento en el futuro ser¨ªa cuestionable por dos razones: anular¨ªa en gran parte el efecto inducido o multiplicador de la inspecci¨®n ante el descubrimiento de nuevas bolsas de fraude y, de otra, siempre ser¨ªa preferible cumplir con retraso a no cumplir las obligac¨ªones fiscales. dedicaci¨®n y la existencia de para¨ªsos fiscales siempre dispuestos a recibir capitales sin interesarles su procedencia. Los poderes p¨²blicos tampoco son ajenos al fraude: con una Administraci¨®n tributarla necesitada de sacudirse la pesada carga burocr¨¢tica que ahoga sus propios esfuerzos, con un sistema judicial arcaico, lento y poco sensible al fraude fiscal, con unos poderes auton¨®micos y locales m¨¢s Interesados en pedir del presupuesto estatal que en colaborar a su Financiaci¨®n... Todo ello conduce a que el fraude sea percibido m¨¢s como una cuesti¨®n personal del defraudador frente a la inspecci¨®n de Hacienda que como un aut¨¦ntico problema social y pol¨ªtico.
Control de las plusval¨ªas
Sin embargo, resultar¨ªa capcioso ignorar los esfuerzos y los avances conseguidos en la lucha contra el fraude. En la vertiente legislativa, con medidas orientadas hacia un mayor control de las plusval¨ªas y los rendimientos del capital o las anunciadas reformas de la estimaci¨®n objetiva y el delito Fiscal. En el ¨¢mbito administrativo, mediante la informatizaci¨®n de los procedimientos, la informaci¨®n y la identificaci¨®n de contribuyentes, el descubrimiento de importantes bolsas de fraude tales como facturas falsas, cesiones de cr¨¦dito, primas ¨²nicas..., o la reciente creaci¨®n de la Agencia Tributarla.
Con todo, el ¨¦xito o el fracaso de la anunciada regularizaci¨®n fiscal no depender¨¢ s¨®lo de las ventajas ofrecidas respecto a las actuales posibilidades de aflorar dinero negro, ya que ambas comportan un coste perfectamente cuanti icable, sino especialmente del riesgo futuro en mantener la opacidad fiscal. En el mejor de los casos alcanzar¨ªa a regularizar el fraude del pasado reciente, pero el sistema continuar¨¢ generando importantes flujos de rentas ocultas que cada cinco a?os se blanquean autom¨¢ticamente por el fen¨®meno de la prescripci¨®n y sin coste alguno. Las causas del fraude son mucho m¨¢s profundas que el actual coste de presentar declaraciones complementarias, y s¨®lo actuando sobre ellas se podr¨ªa evitar que los presupuestos p¨²blicos sigan nutri¨¦ndose de la rentas del trabajo, el consumo privado y la propiedad inmobiliaria. Lo cort¨¦s no quita lo valiente.
es economista e inspector de Finanzas del Estado.
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