Esperando a ver qu¨¦ pasa
Los comerciantes piden 'manifest¨®dromos' y el resto de ciudadanos apela a la solidaridad
El autob¨²s de la l¨ªnea 14 va Castellana abajo. Los viajeros acaban de dejar la Cibeles a sus espaldas y de pronto observan c¨®mo el horizonte se ti?e de rojo. "Ya est¨¢n aqu¨ª los de la manifestaci¨®n, los de las banderitas", anuncia el dicharachero conductor de la EMT En la plaza de Neptuno, las pancartas y las insignias coloradas de CC OO y UGT se mezclan y confunden con las banderas roja y gualda de Espa?a y la tambi¨¦n colorada de T¨²nez que adornan la ciudad con motivo de una pr¨®xima visita oficial.
La manifestaci¨®n de los trabajadores de Iberia y de Renfe parte de la plaza del dios de las aguas. La Galer¨ªa del Prado, un lujoso centro comercial que hay junto al hotel Palace, les ha servido de punto de encuentro. Pero en la galer¨ªa han movilizado a todo el servicio de seguridad para que vigilen la puerta de acceso donde se amontonan los manifestantes. Una puerta que "siempre est¨¢ abierta", seg¨²n un dependiente, permanece ahora cerrada. Mar¨ªa Jes¨²s no sabe el motivo de las movilizaciones. Es la dependienta de la tienda de ropa en cuyos escaparates los trabajadores pegan sus narices para echar un vistazo antes de partir. Mar¨ªa Jes¨²s explica que ha entrado muy poca gente en la tienda durante la ma?ana, "pero yo tampoco entrar¨ªa si hubiera una manifestaci¨®n".Los comerciantes son los que salen m¨¢s perjudicados cuando se convocan este tipo de actos Bel¨¦n, que trabaja en una tienda de bisuter¨ªa situada en la calle de Alcal¨¢, arteriaa estrat¨¦gica en los recorridos de las manifestaciones, se ha convertido en una aut¨¦ntica experta del tema. Se?ala que cada mes tiene una manifestaci¨®n, por lo menos, "pero en mayo ya van cuatro".
El ritual
El ritual, asegura, consiste en ponerse todos los empleados en la puerta "esperando a ver qu¨¦ pasa". Seg¨²n c¨®mo se pongan las cosas, cambian impresiones con los comerciantes vecinos y entre todos deciden si se cierra o no. A ella y a todos sus colegas les gustar¨ªa que las manifestaciones "se hicieran en calle sin tiendas".
Calle arriba, la joven dependienta de una zapater¨ªa tampoco conoce el motivo de tanto foll¨®n. S¨®lo sabe "que la venta ha bajado", como en el bar situado Justo enfrente del Ministerio de Econom¨ªa donde a las 12 de la ma?ana confluyeron las manifestaciones programadas. "A nosotros estas historias lo ¨²nico que hacen es quitarnos trabajo", exclama enfadada la encargada.
El doctor Garc¨ªa, espera en la Castellana la llegada de su autob¨²s desde hace m¨¢s de 20 minutos. Es partidario de que los trabajadores utilicen su derecho "pero donde no molesten", pero Esther, de 21 a?os y que estudia segundo curso de asistente social, entiende que los huelguistas lo hagan "donde la gente se entere de algo". Esther s¨®lo ha ido a manifestaciones contra la guerra de? Golfo,y se solidariza con los huelguistas "porque otro d¨ªa nos tocar¨¢ a nosotros".
La misma frase utiliza un conductor, que cuando se entera del motivo del atasco en el que se encuentra confiesa su apoyo a los trabajadores. Y Augusto, un comercial de una empresa del metal, que afirma, tambi¨¦n en medio del atasco, que "otra vez nos tocar¨¢ a los dem¨¢s. Ellos no tienen la culpa".
Mientras unos estaban atrapados en un habitual atasco, Isidoro Pascual cerraba su quiosco en la estaci¨®n de Atocha casi tres horas antes de lo habitual, "porque llevo desde las 10 de la ma?ana cruzado de brazos". La huelga en Renfe le hab¨ªa dejado sin clientela.
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