Locuras
Atribuyamos esta serie de locuras que suceden ahora a la combinaci¨®n malsana del primer azote de calor del verano y del ¨²ltimo fr¨ªo pol¨ªtico del invierno. Los candidatos al bast¨®n de mando anuncian toneladas de eficacia, siglos de progreso inminente, fuerza no s¨¦ d¨®nde y bienestar nadie sabe cu¨¢ndo. Ante semejante perspectiva, ?como no vamos a perder el juicio y otras cosas?Los aviones no vuelan. Los trenes se paran. Las f¨¢bricas cierran. Los tel¨¦fonos comunican. Los funcionarlos no funcionan y los agricultores meten vacas en el Gobierno Civil.
De pronto, un juez de La L¨ªnea desenvaina el pu?al, lo esgrime en la audiencia, y afirma ser Guzm¨¢n el Bueno, quien pinchar¨¢ en el culo al abogado de oficio, al manifestante ant¨ªdroga, o si le provocan, al mism¨ªsimo Fiscal general.
Luego, un representante del ministerio p¨²blico de M¨¢laga saca la calculadora carcelaria y echa cuentas contra un ginec¨®logo por realizar abortos a petici¨®n de las interesadas, a las que tambi¨¦n empluma. Para todos pide m¨¢s a?os que Matusal¨¦n: un total de 800 en la mazmorra para los implicados, y 90 para el doctor, adem¨¢s de un siglo de inhabilitaci¨®n especial. Lo raro es que en pleno brote punitivo ese fiscal no se autoproclame el arc¨¢ngel san Gabriel, don Pelayo o Abderram¨¢n I.
La chifladura llega hasta Melilla, donde los valientes legionarios cubren sus rostros con capuchas de verdugo, y al grito de exclarnaci¨®n: "?Viva el hach¨ªs!" dan palos de ciego al moro en un sorteo primitivo de cuponazos sin permiso de Solchaga. Los caballeros del Tercio quer¨ªan dar una lecci¨®n vengativa a los musulmanes de la zona.
Y encima dicen que al Tribunal Supremo le faltan medios para cumplir sus fines, aunque le sobren ganas.
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