Incumplimientos y especulaci¨®n
Al calor del periodo electoral se ha abierto, por fin, un debate sobre vivienda. Si esto sirve para que se pongan en marcha pol¨ªticas serias orientadas a la resoluci¨®n de un problema de gran envergadura social, habr¨¢ sin duda que felicitarse; aunque todav¨ªa es dif¨ªcil comprender por qu¨¦ esto no se plante¨® antes. Es lo que se preguntan sobre todo los que tuvieron que pagar por sus pisos precios e intereses alt¨ªsimos, o simplemente no pudieron acceder a ellos. La demanda de soluciones en materia de vivienda figura desde hace casi dos a?os en la Propuesta Sindical prioritaria, y desde bastante antes, en documentos y resoluciones de UGT. En su d¨ªa se decidi¨® que fuera abordado este tema en la llamada segunda fase de la concertaci¨®n, pero, a pesar de los continuos requerimientos sindicales, no se consigui¨® que el Gobierno abriera una mesa para tratarlo.
Interpretaci¨®n simplista
De cualquier forma, bienvenidas sean las medidas sobre la vivienda, sobre todo si no se pierden en vericuetos pos-electorales y sirven de aprendizaje para el futuro, evitando errores del pasado. En este sentido, hay algunas cuestiones que, a nuestro juicio, conviene introducir en este debate.As¨ª, por ejemplo, circula una explicaci¨®n extremadamente simple del proceso de encarecimiento de la vivienda. Tal interpretaci¨®n sostiene que el crecimiento econ¨®mico provoc¨® un incremento extraordinario de la demanda de viviendas, y ¨¦ste, a su vez, una subida muy r¨¢pida de precios que gener¨® una espiral especulativa t¨ªpica.
Al margen de las peculiaridades de este proceso especulativo, la explicaci¨®n, de manual te¨®rico, tiene la virtud de no identificar responsabilidades: el fen¨®meno fue aut¨®nomo. Parece que hubiera sido todo consecuencia de una desgracia natural. Si tal encadenamiento funcion¨® de esa manera en el momento inicial de la espiral especulativa, no ser¨¢ menos que ¨¦sta, como cualquiera otra, se produjo porque se daban las circunstancias adecuadas.
En efecto, la pol¨ªtica que sobre la vivienda se hab¨ªa venido aplicando (y que ha seguido hasta hoy) establec¨ªa condiciones de oferta y de demanda favorables a la especulaci¨®n y al encarecimiento que se produjo.
Desde el lado de la oferta, como han se?alado extensamente, en su apartado sobre la vivienda, los informes del Instituto Sindical de Estudios ISE de 1988, 1989 y 1990 sobre la evoluci¨®n social en Espa?a, el incumplimiento sistem¨¢tico de los planes y promesas de construcci¨®n de viviendas p¨²blicas y protegidas, incumplimiento que sistem¨¢ticamente se repet¨ªa pese a que cada a?o se rebajaba el programa de construcci¨®n de este tipo de viviendas, llev¨® a la conclusi¨®n de que para resolverlo no hab¨ªa mejor cosa que abandonar la planificaci¨®n. Para ello se promovi¨® la correspondiente reforma legislativa, que consisti¨® en cambiar el sistema anterior de fijar objetivos m¨ªnimos de construcci¨®n de viviendas por a?o a fijar objetivos m¨¢ximos, adem¨¢s, a la baja, y a endurecer las condiciones de acceso a la vivienda para los potenciales beneficiarios. Al d¨¦ficit acumulado de viviendas se fueron a?adiendo nuevos vol¨²menes, al tiempo que se potenciaba la progresiva participaci¨®n de la vivienda libre en el sector, que, obviamente, eleg¨ªa aquellos tramos de la demanda capaces de efectuar desembolsos m¨¢s importantes y ofrecer rentabilidades mayores. Este proceso de liberalizaci¨®n acelerada del sector est¨¢ en el origen del proceso de especulaci¨®n.
Palanca para la inversi¨®n
Desde la demanda, es decir, desde la ¨®ptica en la que la pol¨ªtica de vivienda se abordaba como una palanca para la inversi¨®n en lugar de como una respuesta a una demanda social b¨¢sica, la ¨®ptica liberal con la que se trataba de reactivar el sector requer¨ªa privilegiar los mecanismos que potenciaran la inversi¨®n. Mayores desgravaciones fiscales cuanto mayor fuera la inversi¨®n, instrumentos financieros de alta rentabilidad, permanencia de la opacidad fiscal, facilidades a la inversi¨®n extranjera, la liberalizaci¨®n de alquileres, la eliminaci¨®n de las trabas para convertir viviendas en oficinas eran todos ellos instrumentos adecuados a este prop¨®sito, y conformaron la pol¨ªtica que se ha practicado en estos ¨²ltimos a?os.Por ello, la campa?a actual del Gobierno sobre las viviendas roza la divinidad. Primero, merced a la pol¨ªtica que hemos se?alado, se deterior¨® el acceso a la vivienda hasta l¨ªmites incomparables. Luego, son los mismos quienes, sin ning¨²n tipo de autocr¨ªtica, cogen la bandera de su soluci¨®n, o al menos de su parcheo, convirti¨¦ndose en opositores de su propia pol¨ªtica. Y lo que es m¨¢s llamativo, siempre, antes y ahora, practicando la ¨²nica pol¨ªtica correcta. Sin duda, hace falta una gracia especial para hacerlo as¨ª.
Pero no s¨®lo interesa se?alar el car¨¢cter liberalizador de las pol¨ªticas aplicadas y su incidencia directa en el movimiento especulativo posterior, sino tambi¨¦n preguntarnos qui¨¦nes han sido los beneficiarlos del encarecimiento de precios de las viviendas, qui¨¦nes los pagadores del proceso y a trav¨¦s de qu¨¦ mecanismos.
Una pol¨ªtica que favorece y sostiene durante a?os el encarecimiento r¨¢pido de precios de un bien esencial para el ciudadano provoca:
- A corto plazo, p¨¦rdidas en el nivel de vida de amplias capas (especialmente medias y bajas) de la poblaci¨®n y una transferencia de rentas de ¨¦stas hacia los especuladores.
- A medio plazo, unas mayores demandas en materia de rentas. En este pa¨ªs se olvida con frecuencia que los salarios suelen ir a remolque de los precios. As¨ª, por ejemplo, cuando algunos sectores critican las demandas salariales (que son, por otra parte, de las m¨¢s moderadas de la Europa comunitaria en t¨¦rminos reales) olvidan lo que han subido los precios de algunos bienes como la vivienda.
En este caso, en la medida en que esas subidas salariales sean transmitidas a los precios finales por las empresas supone una nueva transferencia de rentas de los consumidores a los agentes de la especulaci¨®n. Donde no sean transmitidas a los precios, o no lo sean totalmente, generar¨¢n una transferencia de las empresas a los beneficiarios de la especulaci¨®n.
- A largo plazo, si se produce una correcci¨®n en las pol¨ªticas y se dedica mayor gasto p¨²blico para atender la demanda insatisfecha, se realizar¨¢ una transferencia m¨¢s de rentas desde el Estado (y sus recursos provienen mayoritariamente de los trabajadores) al sector inmobiliario y financiero en la medida en que los precios de mercado se han incrementado en general. Esto es lo que sucede en concreto con el plan del Gobierno que ayuda a financiar pisos escandalosamente caros.
Por otra parte, ese plan es tard¨ªo porque llega cuando la situaci¨®n en insostenible. Pero es tambi¨¦n parcial e insuficiente porque no contempla acciones p¨²blicas directas que se precisan en materia de alquiler, ni medidas sobre el conjunto de elementos que concurren en la vivienda. Adem¨¢s, el n¨²cleo del plan es la concesi¨®n de cr¨¦ditos subsidiados sin contrapartida de oferta p¨²blica adicional de viviendas, por lo que podr¨ªa decirse que es m¨¢s un plan de cr¨¦ditos que de viviendas. Con el agravante de haber elegido el mecanismo de la subvenci¨®n de intereses, que es menos distributivo que la subvenci¨®n directa en funci¨®n de la renta de los beneficiarios, pero que, eso s¨ª, permite reducir el gasto hasta m¨ªnimos seg¨²n vayan descendiendo los tipos de inter¨¦s por exigencias internas y externas en nuestro pa¨ªs. Finalmente, el plan se va a convertir en una transferencia de recursos hacia las entidades financieras y los constructores a cambio de viviendas caras y sin garant¨ªas de condiciones. La insistencia del ministro de Econom¨ªa en que el problema de la vivienda es s¨®lo de suelo se?ala con claridad su visi¨®n liberal de la soluci¨®n: suelo p¨²blico y cr¨¦ditos subvencionados, y el mercado ir¨¢ dando las viviendas a los que tengan m¨¢s ingresos para pagarlas.
En definitiva, la lecci¨®n de lo ocurrido con la vivienda es muy clara. Si el Estado reduce el gasto en cuanto a un bien esencial como la vivienda, o si pone en marcha pol¨ªticas liberalizadoras que favorezcan o permitan el encarecimiento del mismo, se producir¨¢ una p¨¦rdida en los niveles de vida de amplias capas de la poblaci¨®n. ?sta, y los sindicatos respondiendo a su funci¨®n esencial, reclamar¨¢n mayores niveles de renta que compensen esa p¨¦rdida, lo que sustituir¨¢ el menor gasto del Estado o el encarecimiento por mayor gasto de las empresas o de los consumidores en general. El resultado ser¨¢ un aumento en el nivel global de los precios, y de los beneficiarios ser¨¢n aquellos capacitados para fijar precios y para retener especulativamente los bienes o servicios.
Servicios p¨²blicos
Por tanto, no hay neutralidad o indiferencia en todo proceso de liberalizaci¨®n que lleve aparejada una subida de precios. El ejemplo de la vivienda vale tambi¨¦n para servicios p¨²blicos y sociales. As¨ª, llevar la misma l¨®gica liberalizadora a la sanidad, como parece pretenderse, tendr¨ªa consecuencias desastrosas.Por otra parte, cuando con tanta ligereza se habla del car¨¢cter excesivo de las subidas salariales hay que poner en relaci¨®n esta acusaci¨®n con las p¨¦rdidas en el nivel de vida que previamente han ocasionado o permitido determinadas pol¨ªticas. Parece obvio que aun despu¨¦s de estas moderadas mejoras salariales la p¨¦rdida no se ha compensado ni de lejos, y la capacidad de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n para adquirir una vivienda no s¨®lo no se ha restablecido, sino que ha empeorado cada a?o. Los resultados ¨²ltimos de tal proceso especulativo han sido una p¨¦rdida de competitividad exterior del conjunto de la econom¨ªa (equivalente a las ventajas que han obtenido los especuladores) a trav¨¦s del incremento no s¨®lo de los precios de las viviendas, sino del conjunto de precios internos y de las transferencias de rentas de las empresas productivas a los especuladores. De igual manera se produce una p¨¦rdida en los niveles de equivalente a las transferencias de rentas presentes y futuras de las familias a los avispados operadores del mercado inmobiliario. Todo ello, al amparo del famoso decreto-Boyer sobre alquileres, gracias a las desgravaciones fiscales practicadas indiscriminadamente a la vivienda en este periodo, al abandono de la vivienda de promoci¨®n p¨²blica y a la dejaci¨®n de la obligaci¨®n de constituir patrimonio p¨²blico de suelo.
Lo que parecer¨ªa demandar un an¨¢lisis m¨¢s pormenorizado de la pol¨ªtica de vivienda practicada hasta ahora antes de ir sacando cada opci¨®n pol¨ªtica sus respectivos conejos de la chistera, y, sobre todo, un enfoque m¨¢s global y multisectorial del problema, que, en nuestra opini¨®n, requerir¨¢ el marco de una ley de viviendas.
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