Quien prefiere, manda
Los votos preferenciales se aplican en el sistema electoral italiano exclusivamente a la C¨¢mara de Diputados ya que, para las elecciones al Senado, los partidos presentan un solo candidato por distrito electoral. Las elecciones a la C¨¢mara se rigen, en cambio, por el sistema de listas.El votante debe optar primero por una lista, es decir, por un partido, pero adem¨¢s, si lo desea, puede indicar sus preferencias por tres o cuatro candidatos, seg¨²n distritos, de la lista. Esto se hace identificando al candidato mediante un n¨²mero, y no escribiendo su nombre. Luego, los escaflos obtenidos por un partido en una circunscripci¨®n se distribuir¨¢n entre sus candidatos en funci¨®n de las preferencias.
Como, por otra parte, la atribuci¨®n de escaflos a los partidos se hace por el sistema m¨¢s proporcional de Occidente, la democracia italiana deber¨ªa ser la m¨¢s representativa del planeta. Pero los factores de su degeneraci¨®n est¨¢n impl¨ªcitos en el propio sistema. Uno de ellos, el m¨¢s superficial, es la identificaci¨®n de las preferencias mediante n¨²meros, lo que facilita su manipulaci¨®n en las mesas electorales o la atribuci¨®n de n¨²meros a los electores que no han indicado preferencias.
Pero la degeneraci¨®n profunda de las preferencias deriva de las pr¨¢cticas de compra de votos a cambio de favores y de la posibilidad adicional ofrecida por este sistema de que varios candidatos se pongan de acuerdo para cruzarse el apoyo de sus respectivos electores, determinando as¨ª pr¨¢cticamente el veredicto de .las urnas. Este efecto que, en t¨¦rminos generales, se traduce en partidocracia, trasladado al tejido social enfermo de la Italia meridional, favorece la penetraci¨®n maflosa en la pol¨ªtica. Un candidato tender¨¢ a ser tributario, por ejemplo, de los grupos mafiosos que controlan las preferencias en su distrito, al tiempo que transmitir¨¢ f¨¢cilmente a otros miembros de su partido los apoyos oscuros de que goza.
Un ejemplo puede resumir esta degeneraci¨®n del sistema electoral italiano, m¨¢s all¨¢ de la mec¨¢nica concreta de la compra de votos que puede ser enormemente diversa. El varias veces ministro democristiano Attilio Ruffini particip¨® en 1979 en un almuerzo preelectoral secreto con el capo mafioso Rosario Spatola, seg¨²n demostr¨® una sentencia del juez Giovanni Falcone. Las preferencias por Ruffini subieron aquel mismo a?o en Palermo de 109.000 a 144.000. Y la carrera pol¨ªtica de este democristiano declin¨® a partir de 1982, coincidiendo con el encarcelamiento de Spatola.
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