El futuro en movimiento
La tecnolog¨ªa, seg¨²n el autor del art¨ªculo, conduce inevitablemente del monopolio al mercado. Las nuevas posibilidades de la t¨¦cnica ofrecen para este fin de siglo, junto con las nuevas pol¨ªticas reguladoras, todo un surtido cat¨¢logo de oportunidades para usuarios, empresas de servicios, industrias, etc¨¦tera.
Las telecomunicaciones, antes tejido nervioso y hoy, cada vez m¨¢s, aparato circulatorio del mundo moderno -caso del dinero electr¨®nico-, est¨¢n destinadas a ser protagonistas principales de este fin de siglo y factor de importancia central para la pr¨®xima centuria.Este protagonismo, resultado de una relaci¨®n entre las necesidades del mundo contempor¨¢neo y las posibilidades de la ciencia y la tecnolog¨ªa con la mediaci¨®n de la empresa moderna, se encuentra hoy sometido a profundos cambios nunca acontecidos en este sector y cuyo desarrollo determinar¨¢ finalmente el porvenir. Esencialmente son dos los agentes del cambio que explican y fundamentan la crisis del sector.
De una parte, las tecnolog¨ªas -integraci¨®n de componentes, potencia de los ordenadores, avance del software, optoelectr¨®nica y optimizaci¨®n de la transmisi¨®n radioel¨¦ctrica- que determinan nuevas posibilidades y que, combinadas, enriquecen cada vez m¨¢s la oferta de los servicios.
De otro lado, las pol¨ªticas reguladoras. Conservadoras y de escasa movilidad hasta ahora, est¨¢n siendo sustituidas por otras que segregan las funciones anta?o integradas verticalmente (regulaci¨®n, explotaci¨®n, industria proveedora). Este proceso abre el mercado a la competencia industrial y de servicios, generando fen¨®menos de panregulaci¨®n hasta ahora desconocidos. Es el caso de la ya famosa desregulaci¨®n norteamericana, la apertura del mercado japon¨¦s y el mercado ¨²nico europeo liberalizado.
En las nuevas condiciones ambientales, la oferta estar¨¢ basada en la innovaci¨®n, calidad y eficiencia, par¨¢metros que no exig¨ªa la situaci¨®n anterior. La demanda se caracterizar¨¢ por factores tales como la utilidad, la posibilidad de elecci¨®n y la movilidad, elementos de decisi¨®n que en el pasado desempe?aban un papel marginal o pr¨¢cticamente inexistente.
Digitalizaci¨®n
La estandarizaci¨®n y la digitalizaci¨®n tendr¨¢n, por su parte, una gran influencia en la conformaci¨®n del mercado. La estandarizaci¨®n -de alcance muy limitado hasta el momento- permitir¨¢ econom¨ªas de escala imposibles hoy, salvo en mercados aislados, como el de Estados Unidos y quiz¨¢ Jap¨®n, as¨ª como una libertad de elecci¨®n que el usuario de telecomunicaciones apenas si hab¨ªa conocido.
La digitalizaci¨®n de procesos y se?ales implicar¨¢ una reducci¨®n de costes y una mejora de los servicios asociada a las posibilidades que ofrece la generalizaci¨®n del uso de t¨¦cnicas digitales.
En este contexto, el fen¨®meno de la comunicaci¨®n, entendida como la conmutaci¨®n, transmisi¨®n y control de la informaci¨®n, presenta tres frentes de desarrollo:
- La red digital de servicios integrados, que el usuario sentir¨¢ asociada a la difusi¨®n de facilidades t¨¦cnicas de comunicaci¨®n.
- La red de banda ancha, relacionada con los medios de comunicaci¨®n en general y la televisi¨®n en particular.
- La telefon¨ªa personal; es decir, la comunicaci¨®n en movimiento.
Este ¨²ltimo frente es el ¨²nico realmente revolucionario y poco menos que imprescindible para el hombre futuro.
La posibilidad de comunicarse sin hilos existe hace mucho tiempo. La extensi¨®n de su uso, con garant¨ªas t¨¦cnicas adecuadas y a un precio razonable, representa, sin embargo, una novedad.
En el horizonte del a?o 2000, la CE prev¨¦ m¨¢s de 16 millones de usuarios de telefon¨ªa m¨®vil celular, 13 millones de servicios de mensajer¨ªa y m¨¢s de 100 millones de tel¨¦fonos sin hilos de uso dom¨¦stico y oficinas.
Para afrontar este importante desaf¨ªo, la CE ha puesto en marcha diversos programas tecnol¨®gicos con objeto de armonizar, dentro de un mercado ¨²nico, el desarrollo de estos nuevos proyectos:
- GSM, para la telefon¨ªa digital m¨®vil celular.
- ERMES, para radiomensajer¨ªa.
- DECT, para comunicaciones sin hilos.
La posibilidad de comunicarse en movimiento conecta de manera tan evidente con las necesidades potenciales del hombre contempor¨¢neo que, como hac¨ªa muchos a?os no suced¨ªa -salvo el reciente caso del fax-, la aparici¨®n de una nueva tecnolog¨ªa ha tenido un ¨¦xito de aplicaci¨®n inmediato.
El usuario tardar¨¢ muchos a?os todav¨ªa en asimilar la utilidad pr¨¢ctica de la red digital de servicios integrados. Para entonces, la comunicaci¨®n en movimiento estar¨¢ completamente extendida. El fen¨®meno de la espera tecnol¨®gica, o retraso en la asimilaci¨®n por el hombre de las nuevas oportunidades que ofrece el desarrollo tecnol¨®gico, no tiene lugar en las comunicaciones m¨®viles.
La extensi¨®n de los nuevos servicios de telefon¨ªa celular m¨®vil en el mundo, dada su obvia aceptaci¨®n social, tiende a desarrollarse de manera extraordinaria, con la ¨²nica limitaci¨®n de las pol¨ªticas nacionales de regulaci¨®n de la explotaci¨®n del servicio.
En aquellos pa¨ªses en los que se ha favorecido y liberalizado el mercado, la respuesta no se ha hecho esperar. Como consecuencia de ello, la demanda ha crecido de manera espectacular en los pa¨ªses escandinavos y en el Reino Unido. Otros pa¨ªses de la Europa continental, menos aperturistas, apenas si han extendido este mercado.
Con las tecnolog¨ªas radiom¨®viles se han puesto de manifiesto, por primera vez en la historia de las telecomunicaciones, los inconvenientes de poner puertas al campo.
Hasta ahora, el concepto de red f¨ªsica y universal de telecomunicaciones, por sus propios imperativos tecnol¨®gicos, justificaba, desde todos los puntos de vista, la explotaci¨®n en r¨¦gimen de monopolio. S¨®lo desde este modelo pod¨ªa extenderse el desarrollo de las redes con car¨¢cter casi universal e intensificar los servicios prestados a determinados grupos de usuarios.
En ¨²ltima instancia, incluso en los pa¨ªses con pol¨ªticas m¨¢s liberales en la materia, como el Reino Unido y Estados Unidos, a lo m¨¢ximo que se ha llegado ha sido a cambiar un monopolio por un duopolio o, a lo sumo, oligopolio, lo que, con vistas al usuario, est¨¢ muy lejos de ser un mercado de competencia perfecta.
Con la explotaci¨®n de las redes inal¨¢mbricas aparece con todas sus posibilidades la competencia y, en consecuencia, el aut¨¦ntico mercado. Ahora, para llegar al abonado, todos los proveedores del servicio se encuentran igual de cerca o de lejos, con independencia de la antig¨¹edad de prestaci¨®n.
Ante la situaci¨®n creada, los pa¨ªses europeos han respondido con pol¨ªticas diferentes que cabe agrupar en dos corrientes b¨¢sicas: por una parte, el Reino Unido apuesta por privilegiar el mercado y favorecer la expansi¨®n de los nuevos servicios radiom¨®viles; por otra, Alemania y Francia han optado por defender sus intereses tecnol¨®gicos e industriales asociando la evoluci¨®n del mercado a las posibilidades tecnol¨®gicas de sus industrias. Los resultados de ambas pol¨ªticas son muy elocuentes. Mientras que la tasa de penetraci¨®n (abonados m¨®viles / abonados normales) del Reino Unido es hoy del 20%, en Alemania y Francia apenas alcanza o supera el 4%.
El mercado brit¨¢nico, abierto sin limitaciones a nuevas tecnolog¨ªas, se ha convertido hoy en el centro de las comunicaciones m¨®viles del futuro, hasta el punto de que al Ministerio de Industria y Comercio de dicho pa¨ªs, haciendo de la necesidad virtud, se le puede considerar pionero de la que habr¨ªa que llamar nueva frontera de las comunicaciones m¨®viles: la comunicaci¨®n personal.
La incorporaci¨®n de nuestro pa¨ªs a este proceso de cambio y de nuevas perspectivas de las telecomunicaciones, aunque t¨ªmida, ofrece razones para el optimismo.
El caso espa?ol
Espa?a, carente de tradici¨®n y de competencia tecnol¨®gica en el campo de las radiocomunicaciones m¨®viles y sin razonables posibilidades de tomar posiciones con soluciones propias de la nueva aventura, tiene, sin embargo, muy buenas bazas que desempe?ar al respecto.
El dominio de las tecnolog¨ªas radiom¨®viles en el presente y en el futuro pr¨®ximo es y ser¨¢ una cuesti¨®n de pocos. Hoy, apenas media docena de industrias se reparten el mercado mundial y las tecnolog¨ªas punta asociadas al mismo. Ma?ana puede que incluso menos empresas mantengan un control completo de estas tecnolog¨ªas (comunicaciones locales sin hilos, telefon¨ªa m¨®vil autom¨¢tica y/o comunicaci¨®n personal y comunicaci¨®n personal v¨ªa sat¨¦lite). Por otra parte, este dominio tecnol¨®gico, fruto de la especializaci¨®n m¨¢s que de la dimensi¨®n empresarial, no se corresponde necesariamente con el mercado cl¨¢sico de las telecomunicaciones.
El claro dominio tecnol¨®gico y del mercado m¨®vil por empresas no comunitarias, cuando en la CE residen acreditados l¨ªderes mundiales del sector, como Alcatel y Siemens, adem¨¢s de las limitaciones de los primeros sistemas anal¨®gicos -m¨¢s te¨®ricas que reales- y, en ¨²ltima instancia, el mercado ¨²nico, sugirieron la puesta en marcha del programa comunitario GSM (sistema paneuropeo radiocelular digital). As¨ª, la industria comunitaria planteaba una respuesta al mercado que cada d¨ªa que pasa se presenta m¨¢s problem¨¢tica.
En defensa de su industria, Alemania y Francia, l¨ªderes naturales del GSM, han cerrado sus mercados a los progresos actuales en telefon¨ªa celular m¨®vil anal¨®gica, sin que los usuarios de sus respectivos pa¨ªses sepan a ciencia cierta cu¨¢ndo, c¨®mo, a qu¨¦ precio y con qu¨¦ prestaciones tendr¨¢n un servicio GSM que pueda mejorar (si no, ?para qu¨¦?) el que hoy disfrutan los brit¨¢nicos y, en menor escala, italianos y espa?oles.
Del pragmatismo brit¨¢nico en este campo es de donde m¨¢s ense?anzas pueden sacarse con vistas al futuro. La pol¨ªtica seguida por el Reino Unido en materia de telecomunicaciones (justamente la contraria de Alemania y Francia) ha desnacionalizado la industria (como en Espa?a) y ha potenciado los servicios.
El ¨¦xito de mercado en la implantaci¨®n de la moderna telefon¨ªa m¨®vil en el Reino Unido (m¨¢s del doble de usuarios que Alemania y Francia juntas) ha agotado las posibilidades tecnol¨®gicas vigentes y ha abierto la puerta a un nuevo concepto de telefon¨ªa radiom¨®vil personal basado en terminales de bajo coste y dimensiones y prestaciones adecuadas a uso urbano.
Hoy, la comunidad cient¨ªfica y empresarial del mundo de las telecomunicaciones acepta cada vez m¨¢s que el GSM, salvo que pase a llamarse GSM-PCN (es decir, telefon¨ªa personal digital), dif¨ªcilmente se abrir¨¢ un hueco en el mercado compitiendo con las soluciones anal¨®gicas ya implantadas e incorporando el PCN tal y como est¨¢ siendo concebido en las islas Brit¨¢nicas.
Espa?a, con 40 millones de visitantes de origen mayoritariamente europeo, adem¨¢s de sus otros 40 millones de habitantes, con un nivel de vida cada vez m¨¢s pr¨®ximo a los de la CE, puede optar a ser uno de los m¨¢s importantes mercados europeos. En este caso, afortunadamente, no hay tecnolog¨ªa ni soluci¨®n t¨¦cnica nacional que defender. La Administraci¨®n, con su ¨²ltima decisi¨®n de no esperar a soluciones GSM e introducir el sistema TAC 900 de terminales miniaturizados, ya ha puesto la primera piedra. El paso siguiente ser¨ªa aumentar la liberalizaci¨®n y la competencia al estilo ingl¨¦s, por el que m¨²ltiples proveedores de servicios de telefon¨ªa m¨®vil compiten en un mercado en el que la red puede seguir centralizada en Telef¨®nica.
Si nuestro pa¨ªs fue en el pasado, en cierta manera, protagonista en lo que a tr¨¢fico internacional y transmisi¨®n de datos se refiere, ?por qu¨¦ no exigirnos una colocaci¨®n equivalente en este nuevo y emergente mercado? Estas iniciativas, por cierto, pueden plantearse desde aqu¨ª con empresas propias, sin esperar a que tambi¨¦n en este sector, donde todo es nuevo o casi nuevo, nos vuelvan a colonizar. En el plano industrial y tecnol¨®gico, un mercado atractivo puede desempe?ar a su vez un relevante papel de intermediaci¨®n en la transformaci¨®n que deje aqu¨ª el m¨¢ximo valor a?adido.
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